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A Isabel la cuarentena impuesta por el coronavirus le ha dado un poco de tregua a su maltrecha voz. Es profesora de segundo de Infantil, así que el no tener que hablar a diario con sus alumnos de cuatro años –muchas veces a gritos– le ... ha permitido cuidar un poco más sus cuerdas vocales, «muy machacadas» por su trabajo como docente y un quebradero de cabeza constante en su día a día. «Hay jornadas que termino las clases con una voz de 'cazallera' que da miedo», bromea. Isabel sufre lo que comunmente conocemos como ronquera, pero que en realidad se llama disfonía, que no afonía. Se trata de «una alteración de la voz en cualquiera de sus cualidades, principalmente en el timbre», explica Lidia Rodríguez, presidenta de la Asociación Española de Logopedia, Foniatría y Audiología e Iberoamericana de Fonoaudiología (AELFA-IF).
La teoría dice que el sonido se crea cuando las cuerdas vocales vibran a partir del aire exhalado que pasa a través de ellas. Pero si esas cuerdas se inflaman, desarrollan crecimientos (nódulos, pólipos...) o se paralizan no pueden funcionar correctamente y es cuando se puede desarrollar un trastorno de la voz, que es lo que le ocurre a Isabel y a muchos de sus colegas profesores. «Este tipo de problemas son comunes en profesiones en las que se trabaja con la voz, ya sea cantada o hablada, como docentes, monitores, teleoperadores, cantantes, actores, locutores... por lo que la profesión del paciente es uno de los principales factores a tener en cuenta a la hora de abordar dichos problemas», precisa la doctora Jeanneth Zamora, especialista del equipo de la Unidad de Otorrinolaringología del Dr. Jordi Coromina en el centro médico Teknon de Barcelona.
El uso excesivo de la voz en ambientes ruidosos, muy secos o donde se está en contacto con sustancias químicas también pueden contribuir a ciertos trastornos de las cuerdas vocales. Por eso es relativamente habitual que tras una noche de juerga –en la que muchas veces hablamos más alto de lo normal para poder oirnos por encima de la música o del ruido ambiental– amanezcamos con una voz de ultratumba que ni nosotros mismos reconocemos. «Este tipo de disfonías se suelen resolver con unas horas de reposo de la voz y listo», coinciden los especialistas.
Pero no siempre es tan sencillo. «Cuando es crónica su tratamiento es más complejo, ya que sus causas pueden ser múltiples, desde lesiones tumorales a congénitas», explica Lidia Rodríguez. Los expertos recomiendan consultar con un profesional cualquier trastorno que se prolongue durante más de dos semanas, «tanto para descartar la presencia de cualquier lesión grave como para impedir que la disfonía se convierta en una afonía crónica y derive en una pérdida total de la voz», señala Rodríguez.
La aparición de nódulos en las cuerdas vocales «por un abuso o un uso indebido de la voz» es una de las causas más frecuentes de la ronquera, tanto en mayores como en niños. Estos 'callos' son siempre beningos y si no son demasiado grandes se pueden tratar con logopedia o con un tratamiento foniátroco. El tabaco y el reflujo gastroesofágico –ardor de estómago– son otros de los desencadenantes más comunes de los casos de disfonía crónica, «junto con las intubaciones durante las intervenciones quirúrgicas», enumera la doctora Jeanneth Zamora.
Se estima que alrededor del 5% de la población sufre algún trastorno de voz y la mejor forma de prevenirlos es cumplir con unas normas básicas de higiene vocal como evitar los ambientes secos y los cambios bruscos de temperatura, el humo del tabaco y descansar correctamente.
Causas Orgánicas: producidas en la estructura o de la laringe o de las cuerdas/pliegues vocales como nódulos, pólipos, edemas, etc. Funcionales: producidas por la función y el uso o abuso de la laringe o de las cuerdas. Son comunes en aquellas profesiones en las que se trabaja con la voz cantada o hablada como docentes, monitores, teleoperadores, cantantes, actores, locutores...
Tipos La disfonía aguda se resuelve con reposo de voz y algún tratamiento sintomático, mientras que la crónica es más compleja, ya que sus causas pueden ser múltiples, desde lesiones tumorales hasta congénitas.
Factores de riesgo Respiración bucal, mal uso o abuso de la voz, proceso de envejecimiento, consumo de bebidas alcohólicas, alergias, enfermedad por reflujo gastroesofágico, enfermedades como resfriados o infecciones de las vías respiratorias superiores, aclaramiento inadecuado de la garganta durante un largo periodo, trastornos neurológicos, estrés psicológico, cicatrices causadas por una cirugía o un traumatismo en la zona delantera del cuello, gritos, tabaco, cáncer de garganta, deshidratación de la garganta, falta de vitaminas determinadas, problemas de tiroides...
Cómo prevenirla Se deben evitar los ambientes secos y los cambios bruscos de temperatura. También la exposición a agentes químicos y al humo del tabaco y descansar correctamente.
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