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Las redes sociales y su poder para hacer viral todo tipo de tendencias suma una nueva obsesión a su amplio catálogo de rutinas para lograr el rostro perfecto. Hace unos meses fue el 'mewing', una técnica que arrasó entre los adolescentes de todo el mundo ... y que consiste básicamente en realizar una serie de ejercicios para modificar los huesos de la mandíbula con el objetivo de marcar más las facciones y parecer así más guapos, y ahora le toca el turno a la 'cara de cortisol'. En este caso, lo que pretenden los más de cien millones de vídeos publicados en TikTok sobre este fenómeno es acabar con los efectos que supuestamente causa en el rostro tener unos niveles elevados de la hormona del estrés, a la que culpan de provocar hinchazón, envejecimiento prematuro, acné y sequedad.
Los consejos de las influencers incluyen desde masajes con piedras de jade a ejercicios de yoga facial o cambios en la alimentación. «No eres fea, solo tienes cara de cortisol», insisten a sus seguidoras, mientras les explican cómo conseguir unas facciones más angulosas con diferentes productos cosméticos, casi siempre patrocinados. ¿Qué hay de cierto en esto de la 'cara de cortisol'? ¿Es una moda pasajera más auspiciada por las redes sociales o realmente tiene una base científica que la sustenta? Pues ni una cosa, ni la otra. Es decir, un exceso de cortisol puede desencadenar alteraciones en diferentes partes de nuestro cuerpo, entre ellas cierta hinchazón en la cara, eso es así, pero esta inflamación no siempre se debe a problemas derivados de unos niveles elevados de esta hormona, que se produce en las glándulas situadas justo encima de los riñones.
«Existen múltiples factores que podrían estar detrás de ese rostro hinchado: retención de líquidos, un consumo excesivo de sal –la salsa de soja, por ejemplo–, falta de sueño, determinadas alergias...», enumeran en la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). De hecho, el concepto 'cara de cortisol' ni siquiera es un término médico sino que se usa de manera coloquial para referirse a un determinado tipo de rostro, que se caracteriza precisamente por ser muy redondo y con signos de envejecimiento.
Vamos al meollo de la cuestión. Tener cierto nivel de cortisol no es malo. Es más, lo necesitamos para sobrevivir. Cuando nos enfrentamos a una situación complicada, esta hormona se dispara precisamente porque es la forma que tiene nuestro organismo de responder ante este tipo de circunstancias; de ahí que se la conozca como la hormona del estrés. El problema surge cuando esta elevación anormal de los niveles de cortisol se produce de forma mantenida en el tiempo «porque entonces puede afectar a todo el organismo, incluidas alteraciones en la composición corporal del paciente con pérdida de masa muscular y aumento de la grasa abdominal, pero también alteraciones metabólicas (prediabetes, diabetes, elevación del colesterol y los triglicéridos, hipertensión arterial...), de la función sexual y de la fertilidad, además de un cansancio extremo y aumento del riesgo de trombosis y osteoporosis», precisan en la SEEN.
Pero en este caso, no estaríamos hablando únicamente de síntomas menores como una ligera hinchazón de la cara causada, entre otros muchos factores, por un exceso puntual de los niveles de cortisol, sino de un trastorno endocrino importante llamado Síndrome de Cushing, «que lleva asociado además una mayor predisposión por parte de las personas que lo padecen a sufrir trastornos mentales», alerta la psiquiatra Rosa Molina.
Para mantener a raya los niveles de la hormona del estrés es fundamental mantener estables los niveles de azúcar, respetar los horarios de sueño, hacer ejercicio a diario para aumentar los niveles de serotonina y dopamina y olvidarse del café porque «aumenta hasta un 30% los niveles de cortisol en sangre en una hora», desvela la doctora Molina.
Cuando los niveles de cortisol se mantienen altos a lo largo del tiempo se resiente todo el organismo. Estas son algunos de los síntomas que pueden delatar un síndrome de Cushing.
Acúmulos de grasa: Uno de los primeros síntomas es «un aumento repentino de peso que no obedece a un cambio en los hábitos de vida del paciente», explican en la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). La grasa se suele acumular en la zona superior del cuerpo (contorno abdominal aumentado), sobre todo entre los hombros (cuello de bisonte), espalda (joroba) y en la cara (luna llena).
Lesiones en la piel: Otro de los rasgos distintivos de este síndrome son las lesiones cutáneas como las estrías de color rojizo en el abdomen, muslos, mamas y brazos. También es frecuente sufrir brotes de acné, acompañados de un aumento de vello facial y corporal.
Fatiga extrema e insomnio: El exceso de cortisol activa tanto el organismo por la noche que el paciente es incapaz de descansar porque le cuesta conciliar el sueño. Y ese insomnio suele tener como consecuencia un cansancio extremo durante el día. Es decir, la persona se activa por la noche y por la mañana está agotada.
Debilidad muscular: otro de los síntomas característicos de esta enfermedad es la atrofia muscular en brazos y muslos, además de un debilitamiento de los huesos.
Trastornos del ánimo: Los últimos estudios señalan que la mitad de los pacientes con cuadros de depresión tienen los niveles de cortisol elevados. Otro síntoma son los cambios de humor repentinos y continuos a lo largo del día.
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