Apps de ayuda contra la depresión
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Apps de ayuda contra la depresión
Apps contra la depresión: ¿me pueden ayudar a superarla?La depresión es un problema muy serio. Y no hay juego de palabras aquí. Un 5% de la población la sufre en mayor o menor medida. España es el tercer país de la Unión Europea en consumo de antidepresivos. La OCDE asegura que el año ... pasado se tomaron 98,4 dosis diarias por cada mil habitantes, una cifra solo superada por Portugal y por Suecia. Este trastorno debe ser tratado por especialistas y son ellos quienes eligen la manera de abordarlo. Una de las terapias a seguir es acudir regularmente a consulta con un especialista, que suele ser un psicólogo o un psiquiatra.
Sin embargo, hay otras herramientas que pueden resultar beneficiosas para los afectados: son las apps del móvil o la tablet. Si buscamos en Apple o en Android, nos encontraremos con más de 10.000 relacionadas con la salud mental, indica el portal SOM36, coordinado por especialistas médicos del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. Se trata de un negocio en expansión, pero en el que hay que hacer una buena criba para encontrar lo que nos conviene. Centradas en el tratamiento o monitorización de la depresión habría unas 250.
¿Son todas 'buenas'? Pues lo cierto es que no. «Lo que nos podemos encontrar por libre es inmenso» y no siempre adecuado, detalla Carme Carrión, investigadora principal de eHealth Lab, un grupo interdisciplinario de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) cuya actividad se focaliza en torno al diseño, implantación y evaluación de distintas soluciones digitales relacionadas con la salud. Ella pone un ejemplo muy visual: es como ser un francotirador sin haber sido entrenados.
«Muy pocas de las aplicaciones en el mercado tienen evidencia científica detrás o han contado con la ayuda de profesionales o pacientes», detalla. Y esta es la primera 'red flag' para desecharlas. «Existe el peligro de que recomienden intervenciones o terapias que no tengan ninguna validez o que incluso provoquen el efecto contrario al deseado». Pero claro, estar al día o conocer quién está detrás de todo eso no es fácil para un ciudadano normal. Por eso, Carrión y su equipo llevan meses trabajando sobre el asunto para dar opciones que no causen 'daños colaterales'.
¿El objetivo? Diseñar una herramienta que valide con eficacia las apps disponibles. Lo hacen con la participación de la Universidad Carlos III de Madrid y están ya en la tercera fase. De la primera, identificación de las aplicaciones, y la segunda, metaanálisis de las mismas, ya han podido extraer conclusiones muy claras: no es oro todo lo que reluce y todavía estamos en pañales en tecnología aplicada a la salud.
El negocio está ahí, en continuo «crecimiento», detallan desde SOM360. De hecho, en los últimos años, la inversión en empresas de salud digital se ha multiplicado. Según datos de CB Insights, en 2015 se destinaron 10.800 millones de dólares en todo el mundo. Antes de la pandemia, en 2019, ya era de 21.700. Y en 2021 se disparó a 57.200. Unas cifras impresionantes que, sin embargo, no ayudan ni a médicos ni a pacientes porque lo que falta es, precisamente, un ente que evalúe los resultados de esas inversiones y los valide o no según si nos puede servir para tratarnos o son pura charlatanería.
Si antes hablábamos de una primera 'red flag' para saber si la app es buena, aquí viene la segunda: nunca debemos encomendarnos a ella en exclusiva, «hay que acompañarla con terapia», precisa Carrión. Es decir, las apps contra la depresión o la ansiedad no son un tratamiento exclusivo sino un «método de acompañamiento» a los pacientes; por ejemplo, «entre consulta y consulta», algo que puede alargarse mucho por la falta de profesionales especializados en la sanidad pública. En España, la tasa de psicólogos es de seis por cada 100.000 habitantes, tres veces menos que la media Europea. Y el panorama no es mucho mejor entre los psiquiatras. Según el Libro blanco de la Psiquiatría en España, solo hay 4.393 profesionales en la red pública, lo que supone una ratio de 9,27 por cada 100.000 habitantes.
5 %
de la población sufre depresión
57.200 millones de dólares
es la inversión en empresas de salud digital en 2021
En este contexto, encontrar una 'app' que nos guíe es importante. Pero el reto no están en hallarla como quien encuentra una aguja en un pajar, sino que nos la pueda 'recetar' la persona que nos trata e, incluso, que supervise los resultados. «Lo ideal sería que incluso estuvieran incluidas en nuestras carpetas de salud», que pone a disposición cada sistema sanitario regional, explica Carrión.
- Pero no sucede. ¿Son reacios los médicos?
- Para la tecnología aplicada a la salud es todavía pronto. El Covid fue un acelerador de emergencia y ayudó a recorrer parte del camino, pero queda.
Para empezar, no hay ningún vademécum oficial de aplicaciones en España, algo que sí existe, por ejemplo, en Estados Unidos gracias a la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA), que ha desarrollado un sistema de autoevaluación.
¿En qué plataformas o sistemas operativos funciona la aplicación? ¿Funciona también en un ordenador de sobremesa?
¿Se ha actualizado la aplicación en los últimos 180 días?
¿Existe una política de privacidad transparente, clara y accesible antes de su uso?
¿La aplicación recopila o envía datos confidenciales? En caso afirmativo, ¿declara hacerlo de forma segura?
Las instituciones académicas, los comentarios de los usuarios finales o los estudios de investigación, ¿evidencian que la aplicación aporte algún beneficio específico?
¿Tiene la aplicación una función pertinente para la patología o el factor protector o de riesgo que aborda?
¿Parece fácil de utilizar?
¿Es posible compartir e interpretar los datos fácilmente? ¿Son adecuados estos datos para el propósito de la aplicación?
Por otro lado, tampoco hay suficiente formación en competencias digitales en los grados para los futuros sanitarios, apunta la también subdirectora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC. «Seguimos estudiando como hace 30 años». Y cuando no se está seguro de algo, y más en materia de salud mental, no se recomienda.
Ahora bien, eso no quiere decir que las apps contra la depresión no sirvan. Las que pasan el filtro de Carrión y su equipo se han demostrado eficaces, pero tienen margen de mejora. Su siguiente reto es dar las directrices precisas a quienes están detrás de ellas para diseñarlas de forma conveniente.
Es temprano para hacer de las apps de salud nuestra guía a la hora de evaluar nuestro estado. Al menos, en España. El sistema público de salud no se fía de las mediciones de estas aplicaciones. Y en parte tiene razón. Un ejemplo son los pulsómetros de cualquier reloj deportivo: sus mediciones hay que cogerlas con pinzas, son una orientación. Sin embargo, en Estados Unidos hay aseguradoras que se fían de los 'electros' que pueden hacer algunos dispositivos y los incluyen en los perfiles de sus clientes. «Son modelos de negocio diferentes», explica Carrión.
Lo que sí existen en ambos casos es presión. «Las empresas tecnológicas aprietan fuerte», señala la experta. Y más allá de los números de inversión mencionados arriba, hay otro ejemplo claro: la participación de start-ups de este ámbito en el Mobile World Congress de Barcelona, que se celebrará en apenas dos meses. El año pasado se presentaron cerca de medio centenar en el 4YFN. Este 2024 ese espacio está previsto que ocupe un pabellón entero. ¿La razón de tanto interés? El buen resultado comercial que pueden obtener las empresas si una de sus apps de salud se 'cuela' en el sistema público.
El problema, indica Carrión, es que, al cabo de un año, muy pocos de estos proyectos sobreviven. Y también la laxitud en cuanto a regulación. «Las aplicaciones consideradas como productos sanitarios deben seguir una regulación europea específica, pero la mayoría no se consideran como tal y a menudo las podemos encontrar en los repositorios de iOS y Android y las podemos descargar», concluye la docente.
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