Secciones
Servicios
Destacamos
Ricardo sabía que roncaba «de vez en cuando», pero no fue consciente de que también dejaba de respirar «varias veces» cada noche hasta que se fue a vivir con su novia. «Una madrugada empezó a zarandearme porque pensó que me quedaba en el sitio», recuerda. ... Ricardo sufre apnea obstructiva del sueño, un trastorno que afecta a dos de cada diez personas y puede resultar potencialmente grave. Lo que ocurre en estos casos es que «los músculos de la garganta se relajan en lugar de tensarse para dejar pasar bien el aire y cierran la vía aérea, de manera que la persona deja de respirar durante unos segundos y cuando empieza de nuevo lo hace con un ronquido muy estrepitoso», resume el doctor Carlos Egea, presidente de la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño (FESMES).
Una de las mayores preocupaciones de los pacientes cuando se les diagnostica este trastorno del sueño es si se pueden morir ahogados mientras duermen. Y la respuesta es no. «Cuando el cerebro detecta que no hay respiración, manda una señal a los músculos de la faringe para que la vía aérea se vuelva a abrir. Nadie se muere por dejar de respirar unos segundos por la noche. El riesgo de mortalidad asociado a las apneas se debe al daño que causan esas continuas bajadas de oxígeno en los órganos», precisa la doctora María José Masdeu, neumóloga y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española del Sueño (SES). Estas son algunas de las claves para entender este trastorno.
Mayor predisposición
Las causas que desembocan en una apnea obstructiva del sueño, la más frecuente, son múltiples. En el caso de los niños, por ejemplo, las paradas respiratorias durante la noche suelen estar relacionadas en la mayoría de los casos con el tamaño de las amigdalas y vegetaciones (adenoides), mientras que en los adultos las razones que están detrás de esa relajación de los músculos de la garganta suelen tener otro origen. «Influye desde la morfología de la cara (mandíbula hacia atrás o poco crecida...) a la genética de nuestra forma de nariz», pero también «las personas altas con un cuello muy largo (la vía aérea es más fácilmente colapsable); las mujeres con menopausia; además de pacientes con enfermedades cardiacas de base y obesas, porque la grasa se acumula alrededor del tubo respiratorio y la lengua suele ser más grande», coinciden ambos expertos.
¿Todos los roncadores hacen apnea?
No todas las personas que roncan –el 50% de los hombres y el 38% de las mujeres– dejan de respirar por las noches, «pero los ronquidos son un buen chivato de que algo está pasando», explica el doctor Carlos Egea. La respiración de una persona que hace apneas es muy peculiar y casi siempre es su pareja la que da la voz de alarma. La secuencia es la siguiente: el paciente emite un ronquido, se queda sin aire durante unos segundos y retoma la respiración con un ruido un tanto escandaloso, que suele despertar a su compañero de cama.
Todas las apneas llevan asociadas tres características: «una caía de los niveles de oxígeno (saturación), un microdespertar de apenas 15 segundos (la persona no se entera) y un movimiento muy concreto del tórax para intentar abrir la faringe», explica la doctora Masdeu.
¿Cuándo se considera grave?
Para que una parada respiratoria durante el sueño se considera como apnea «debe durar diez segundos como mínimo», aclara la neumóloga. Y su gravedad depende del número de veces que el paciente deja de respirar. Por ejemplo, en el caso de los adultos se entiende como apnea grave a partir de las 30 paradas por hora, mientras que en los niños los números son inferiores. «Con una o dos a la hora ya se considera de gravedad».
Síntomas más frecuentes
Además de los ronquidos, las personas que padecen este trastorno del sueño suelen tener un bajo rendimiento escolar y laboral. «Se duermen durante el día en cualquier circunstancia, incluso al volante. Es muy peligroso. Cada vez que dejan de respirar se produce un microdespertar que les fragmenta el sueño por completo. El paciente no es consciente, pero al día siguiente está agotado. ¡Imagina despertarte cincuenta veces en una noche!», plantea la doctora Masdeu.
Consecuencias
Las consecuencias de las apneas son muy graves para la salud de quien las padece. «Tienen un mayor riesgo de mortalidad prematura, infarto, angina de pecho, ictus, hipertensión arterial, demencia, pérdida de memoria...».
Tratamientos
La buena noticia es que en la mayoría de los casos se pueden tratar con éxito. Muchos de los pacientes duermen 'enchufados' a una máquina que les insufla aire mientras duermen para que no se les cierre la garganta. En otros casos, la solución es odontológica (se coloca un dispositivo en la boca que hace la función de la máquina), y en los niños casi siempre es quirúrgica (se extirpan las amigdalas y adenoides en quirófano).
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.