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La teoría, la teoría, la teoría... ¿Quién va a negar que trabajar en equipo es algo bueno? Una gran virtud, una de las grandes demandas en toda selección de personal que se precie, una habilidad imprescindible en el mercado laboral. Y, a veces (- ... seamos sincero-, un auténtico fastidio, un martirio (por no recurrir a palabras más gruesas). «A todo el mundo le 'encanta', ¡pero es mentira!», asegura divertida Pilar Llácer, filósofa, experta en Recursos Humanos, especialista en ética de los negocios y asesora de empresas.
¿Por qué no es tan «maravilloso» como nos lo pintan? Porque, en la práctica, muchos ya hemos visto los inconvenientes: reuniones, contactos o llamadas donde unos pasan de todo –incluso hay quien se esfuerza en que se note– y no aportan nada, discusiones estúpidas sin salida, personas que no escuchan o hablan mucho y no dicen nada...
Es decir, que al final, intentar hacer algo entre varios puede ser complicado y, en ocasiones, cuando se nos va de las manos genera un tremendo estrés entre empleados y responsables, ya que no ven avance alguno. Pues bien, ya podemos cambiar el 'chip', pero de verdad. «Lo de trabajar en equipo siempre ha formado parte del 'pack' de competencias básicas que piden las empresas. El problema es que a las personas de mediana edad, e incluso más jóvenes, nunca nos han enseñado a hacerlo. «Posiblemente, la primera vez que empezamos a trabajar en serio en equipo fue ya en las empresas. En el colegio y en la universidad esto no se potenciaba.Afortunadamente, esto está cambiando», destaca Llácer. Así que el mundo laboral es el laboratorio de pruebas principal para el trabajo en equipo y se potencia por una única razón (que no es hacernos más sociables y conciliadores como personas): «Obtener buenos resultados, que rara vez se consiguen a nivel individual», sentencia Llácer.
¿Cómo podemos hacerlo bien, ya que nos lo exigen y nadie nos ha enseñado? «Se puede entrenar esta habilidad», añade Mari Carmen Rodríguez, directora del área de intervención psicológica de Affor Health, consultora especializada en gestión preventiva psicosocial que, entre otros cometidos, asesora a empresas. He aquí unas claves para afrontar el trabajo en equipo sin desesperarse en el proceso y logrando buenos resultados.
1
Empecemos por ahí. Trabajar en equipo requiere mucha empatía. Siempre debemos ponernos en el lugar del otro y tener claro desde los primeros compases que «el trabajo en equipo es una suma de individualidades, de personas que tienen sus puntos fuertes y sus puntos débiles», subraya Rodríguez. «Al trabajar en equipo tenemos que tener claro que no vamos a tratar con gente de habilidades idénticas a las nuestras, sino con diferentes», apunta Llácer.Esto no lo podemos perder de vista en ningún momento.No vamos a imponer nuestra idea, vamos a escuchar y a plantear. Porque de eso se trata, de sumar capacidades.
2
Cada cual tiene su 'modus operandi'...pero ninguna de estas dos posturas es buena: ralentizan el trabajo. «Cada miembro del equipo tiene que sentir que está aportando sus ideas y criterios, ya que eso ayuda a mejorar el sentido de pertenencia y motivación», indica Llácer. Esto en la práctica se traduce en lo siguiente: hay que dejarse de 'blablablá' (hablar por no callar) e intervenir para aportar. Hay mucha gente experta en cazcalear:
ese gran verbo tan poco usado pero tan practicado que según la RAE significa 'andar de una parte a otra fingiendo hacer algo útil'. ¿Por qué se cazcalea? Por temor a ser visto como un ente pasivo del equipo, por afán de protagonismo o simplemente, porque se es un 'trepa'.
3
La gente que trabaja bien en equipo es aquella que no pierde de vista el objetivo, que es algo muy común. Así que siempre que nos aburramos, nos desesperemos o nos enfademos porque el trabajo no evoluciona... focalicemos la atención en el cometido original. Posiblemente, el jefe o líder (pieza clave para un buen trabajo en equipo) nos lo recordará, pero es preferible que lo hagamos nosotros.
4
Estamos trabajando, no en una batalla o una discusión de pareja de esas donde (creemos) alguien gana o pierde. Así que hay que poner en marcha «buenas herramientas de comunicación», insiste Rodríguez.Eso implica no resultar demasiado agresivo al expresarnos, no hacer críticas poco constructivas y, por supuesto, no ser demasiado susceptible: nuestros compañeros no van (o no deben ir) contra nosotros. Aquí la supervisión del jefe también es esencial.
5
Los roces al trabajar en equipo hay que solucionarlos rápido. Una buena opción es calificarlos de 'malentendidos' porque, además, muchas veces lo son.
6
«Cada miembro del equipo debe tener claras sus competencias y límites», apunta Rodríguez. No hay que cargar con el trabajo de los demás, por impaciencia o porque no nos fiamos. «Eso nunca. El perfil del que carga con todo porque cree que, si no, el trabajo no sale está muy extendido. Y es una actitud errónea: solo funciona a corto plazo, porque al final la persona se quema y se enfada. «Es muy importante parcelar qué va a hacer cada uno y en qué plazos, dos cosas que no se deben perder de vista», recalca Llácer.
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