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Solteros a los 50: mal mirados ayer y casi envidiados hoy

Solteros a los 50: mal mirados ayer y casi envidiados hoy

Alcanzar la madurez sin haberse casado ya no se considera un fracaso personal: «Existe todo un menú de tipos de vida y se ha relajado el control social»

gerardo elorriaga

Sábado, 25 de septiembre 2021, 19:02

El estigma ha desaparecido. Hubo una época (larga) en la que rebasar la barrera de los 40 años sin haberse casado era considerado poco menos que un fracaso personal, había una cierta reprobación social y, a menudo, el individuo desparejado caía bajo sospecha. «Todo eso ha cambiado», asegura el sociólogo Mariano Urraco, profesor de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA). «En otro tiempo, como todo empezaba antes, no era 'normal'. Ahora, con la prolongación del proceso formativo, resulta habitual comenzar a 'vivir' a los 30 y que llegues soltero a los 40 e incluso a los 50 años. Además, se ha producido un proceso de individualización y de multiplicación de opciones. Existe todo un menú de tipos de vida y se ha relajado el control social».

El hecho de que cada uno pueda hacer la vida que quiera también ha cambiado el estatus de los antiguos 'solterones' y 'solteronas'. «Ese perfil de soltero ha existido siempre, pero ahora se ha constituido en un 'target' específico, lo que implica no solo una etiqueta, sino también cierta valoración positiva», indica. Y su posición resulta deseable para el mercado. «Hay productos específicamente dirigidos a personas sin ataduras que gozan de estabilidad económica, desde escapadas de fin de semana hasta cruceros. Antes se les achacaba soledad y ahora, por el contrario, se elogia su libertad».

La cifra

El 35% de los españoles mayores de 16 años están solteros, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, mientras que en 2002 eran el 32%. Entre los hombres la proporción es del 39%, mientras que entre las mujeres se queda en el 32%.

En España la población soltera representa el 35% de los mayores de 16 años y es un dato en aumento. Madrid, Canarias y Murcia son las comunidades con datos mayores y también el porcentaje es algo mayor entre loos hombres que entre las mujeres.  Son tantos que incluso cuentan con su propio Día del Soltero, que se celebra el 13 de febrero, la víspera de San Valentín, lo que supone toda una declaración de intenciones.

Las propuestas de alimentación integral, las 'apps' de relaciones personales y, sobre todo, los programas turísticos son solo algunas de las ofertas de mercado que tienen predilección por este colectivo. Y la agencia Huakai hasta les dedica su calendario de viajes. «El 98% de nuestros clientes son solteros y las mujeres suponen el 70%. Existe una gran fidelización», valora Fernando Ferro, su cofundador. «La clientela procede de toda España, pero, sobre todo, de las grandes ciudades, de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Bilbao».

Compañía las 24 horas

Pero este cambio de 180 grados en la percepción social, este salto del reproche a la aprobación, no siempre implica la aceptación del propio estatus. «Hay gente soltera que tiene problemas de soledad y eso es porque cree irracionalmente que no tener pareja es muy malo, que le falta algo», alega el psicólogo Rafael Santandreu, autor de 'El arte de no amargarse la vida', entre otros títulos. La realidad también contradice el tópico. «Los casados se mueven en círculos mucho más reducidos y, a menudo, se limitan a su mujer e hijos. Tenemos muchas oportunidades para relacionarnos, pero no lo hacemos porque lloramos en vez de hacer cosas maravillosas. La gente desea tener compañía las veinticuatro horas del día, lo que es una lata».

Asumir que la soltería de las personas en la franja de los 50 constituye un fracaso es una sobregeneralización incierta, coincide José Antonio Portellano, psicólogo clínico y profesor titular en la Universidad Complutense de Madrid. «Hay que sopesar cómo interactúan entre sí diversos factores relacionados con el estado de salud, la economía, el tipo de personalidad o el grado de satisfacción vital de cada persona. En España hay un número creciente de 'singles' que han decidido tener un estilo de vida distinto que no incluye la búsqueda activa de pareja, pero no por ello deben ser considerados personas frustradas», advierte.

¿Cuestión de género?

De hecho, tradicionalmente se admite que las personas emparejadas pero solteras tienen menos riesgo de presentar alteraciones emocionales. «En términos generales, esto es un hecho relativamente cierto. Aunque, si pudiéramos levantar los tejados de cada casa y conocer la realidad de sus moradores, como sucede en la novela picaresca 'El Diablo Cojuelo', nos sorprenderíamos de cómo son y cómo funcionan solteros y casados. Las estadísticas sociológicas no siempre coinciden con la realidad psicológica de los individuos porque la vida privada no se exterioriza».

La «estabilidad» entre el colectivo de solteros, dicen las estadísticas, está más asentada entre las mujeres que los hombres. «Efectivamente, las grandes cifras que aportan las estadísticas sociológicas nos dicen que las mujeres tienden a manifestar una mejor capacidad adaptativa que los hombres», confirma el especialista. No obstante, anima a desterrar este tipo de máximas. «Vivimos en una sociedad cada vez más diversificada y existen muchas opciones que hace pocas décadas ni se planteaban. En última instancia, es el sentido de la vida de cada individuo el que determinará el grado de frustración o felicidad, no el hecho de si está casado o soltero».

«Esta sociedad está diseñada para compartir gastos con alguien»

Edison ha vivido y crecido entre varios continentes. Nació en Venezuela, ha viajado por Estados Unidos y, desde hace años, reside en Madrid. A sus 50 años, cuenta con una larga experiencia en el reto de afrontar las necesidades cotidianas desde la soledad. «¿Que si es mejor o peor estar solo? Un sí o un no serían relativos, porque hay pros y contras y todos pesan».

No tiene duda en el aspecto económico. «La situación es mejor en pareja», cree este ingeniero especializado en diseño industrial. «Esta sociedad está programada para compartir gastos, porque las grandes ciudades son caras, los precios de los apartamentos y alquileres resultan muy elevados y, si añades comida y transporte, se vuelve casi imposible salir a flote. Y, para la gente que vive en el campo, una finca exige mucho trabajo».

Los ejecutivos de cuello blanco tampoco lo tienen fácil, aunque habiten lujosos y sobrios lofts. «Si tienes un salario alto, habrás de pagar una empleada o empleado. Se hace muy difícil conjugar una vida como la nuestra y no contar con ningún apoyo. A mí no me gusta cocinar y, siempre que he podido compartir, he delegado esta función y yo me he encargado de la compra», confiesa.

Pero hay otras necesidades, más allá de las derivadas de la intendencia cotidiana. «Mucha gente dice que prefiere compartir el sofá con una mascota antes que con una persona. Yo creo que es porque tu gato no te reprocha nada, no te hace ver que eres egocéntrico, autoritario o melindroso, ja, ja... Es un error, el ego miente».

Edison reconoce que todos necesitamos nuestro espacio. «Puede parecer que la necesidad de sexo se aplaca con una 'app', pero no existe intimidad y, generalmente, apenas diálogo». Y la fórmula de los nuevos amantes de permanecer cada uno en su casa tampoco le satisface. «No es vivir en pareja, sino mantener cada uno su individualidad».

Viajar es una de sus pasiones, pero reconoce que pocos se aventuran en solitario. «Todos buscan tener a alguien y compartir su viaje. Siempre queremos dar nuestra percepción a alguien, aunque sea solo para decir que tenemos calor».

Aunque él se siente feliz, se pregunta si lo serán todos. «Hay gente que te dirá que lleva cinco años solo y que es feliz, que tiene familia y amigos, pero ¿no le hará falta nada más?».

«Hago lo que quiero y cuando quiero y me gusta cocinar para mí»

Ana se considera una privilegiada. No es que la suerte se haya aliado con ella y la vida la trate con especial deferencia, sino que se siente así porque es la mujer que quiere ser. «No me creo en un estatus mejor que otros, pero sí puedo decir que estoy en la situación en la que he decidido estar, soltera y sin hijos» afirma esta administrativa bilbaína de 53 años. Y valora de su situación «la libertad». «Disfruto más de mis hobbies, de viajar o ir al cine o al teatro. Si tienes niños o pareja con otros gustos, te encuentras condicionada, obligada a una negociación con victorias y cesiones continuas», considera. ¿Y en el apartado de 'inconvenientes'? «En cuestiones importantes no puedes consultar, no cuentas con otra opinión».

La soledad, reconoce, puede acabar convirtiéndose en un problema para la gente que vive independientemente. «Ahora bien, ser soltera no implica estar sola. Yo no tengo un apoyo familiar, solo amigos, pero ese es un valor que te trabajas tú. Es necesario sentirte bien rodeada y eso implica iniciativa. Por ejemplo, apuntarte a grupos que llevan a cabo actividades que te interesan para encontrar personas afines. Yo me he currado mis apoyos». Los clubes de 'singles' son una opción, a su juicio, tan válida como las aplicaciones de Tinder o Meetic. «Es una forma de conectar con aquellos que se encuentran en las mismas circunstancias».

Ser soltera, insiste, es para ella un estado feliz. «Hago lo que quiero y cuando quiero», dice, aunque no descarta introducir a alguien en su vida. Otra cosa es que le resulte sencillo. «Me resultaría complicado adecuarme a unos ritos nuevos. Cuando te has habituado a la soledad, aguantamos y nos aguantan menos. Has de compartir y pactar el día a día, cuesta mucho y yo estoy acostumbrada a cocinar para mí».

Esta bilbaína viajera ha recorrido medio mundo, desde Groenlandia hasta Vietnam, en viajes organizados. «He encontrado pocos hombres en estas vacaciones y las mujeres que he conocido se sentían satisfechas. Creo que muchas personas solteras deciden voluntariamente serlo». ¿Y si alguien se acaba por colar en su vida? «Creo que, si encontrara a alguien, no viviríamos juntos. En mi opinión, cada uno debe mantener un espacio vital y entre ambos organizar planes, siempre respetando la autonomía personal».

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