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Lo de que no nos importa lo que la gente opine de nosotros está muy bien como bravuconada o como mantra que nos repetimos con la secreta confianza de acabar creyéndolo. Pero la realidad es otra: todo el mundo persigue, en mayor o menor grado, ... la aprobación de los demás. Tiene una base biológica, no hay vuelta de hoja. «Desde que nacemos, buscamos la validación de quienes nos rodean. Venimos al mundo dependientes del afecto y la protección de nuestros padres o cuidadores y hasta los seis años estamos construyendo nuestra autoestima», apunta María Padilla, de Capital Psicólogos.
Según explica, este es un periodo crucial en el que se establecerá cuánto va a depender el niño de la aprobación de los demás en el futuro, cuando sea mayor. «Si el pequeño percibe que su valor no está condicionado por lo que hace, sino por el simple hecho de existir y recibe atención, en la vida adulta no necesitará de la aprobación constante de los demás para sentirse bien. Por el contrario, si no recibe el apoyo adecuado, sino que se le premia o castiga únicamente por lo que hace, crecerá creyendo que su valor depende de la opinión o las críticas de los demás», argumenta Padilla.
Y estas personas acaban haciendo el pino con las orejas con tal de obtener el beneplácito de los demás, algo sumamente dañino y, sobre todo, inútil, porque, como todos sabemos, es imposible gustar y contentar a todo el mundo. ¿Crees que tú no eres muy dependiente de la opinión ajena? Repasa esta lista de cosas que hacen las personas que buscan desesperadamente la aprobación, quizá te reconozcas más de lo que te gustaría.
1
Si a veces atribuyes intenciones negativas a los demás, aunque no existan razones lógicas para hacerlo, puede ser un signo de una necesidad excesiva de aprobación. Esa percepción de amenaza es agotadora.
Ideas que hay que desechar:
-Los demás deberían demostrar agradecimiento por lo que yo hago
-Me hacen muchos desprecios.
2
Buscar broncas y desencuentros porque sí no es bueno, pero, ojo, tampoco evitarlo a todo trance. Recuerda cuándo ha sido la última vez que has 'tragado', aunque sabías que tenías razón, por no enfrentarte. Si ha sido porque te agobiaba que la otra persona se enfadase contigo y perder 'puntos' a sus ojos... mal.
Ideas que hay que desechar:
-No tengo que ser desagradable
-No debería hacer que los demás se enfaden conmigo
-Debería conseguir hacer felices a a las personas que quiero.
3
«Cuando necesitamos aprobación desesperadamente, llegamos incluso a dejar de lado nuestros propios deseos y necesidades», señala Padilla. Esta conducta es muy destructiva. El precio de actuar así es perder nuestra esencia «o, peor aún, descubrir que nunca la hemos tenido», apunta Padilla. Si llegamos a esa conclusión, necesitamos empezar de inmediato a reforzar nuestra autoestima.
Ideas que hay que desechar:
-No estoy haciendo suficiente, debería hacer más.
-Si alguien espera algo de mí, debo hacerlo.
4
Seguro que todos conocemos a alguien que nos enfada muchísimo porque nos dice una cosa a nosotros, luego habla con otra persona y cambia diametralmente su postura... y a veces nos deja, como vulgarmente se dice, con el culo al aire. Quizá nosotros lo hayamos hecho en alguna ocasión también, no seamos tan duros con los demás. «Es importante aprender a identificar cuándo estamos sobrepasando nuestros propios límites en busca de la aprobación ajena -indica Padilla-. Si constantemente te encuentras modificando tu comportamiento o decisiones para gustar o evitar críticas, es una señal de que necesitas poner freno. Es fundamental desarrollar esa capacidad de detenernos, observar cómo nos sentimos y reconectar con nuestra valía interna».
5
A veces es difícil decir que no. Pero, si tienes muchos problemas para hacerlo, puede ser un signo de que tienes problemas con la aprobación ajena. El 'no' es quizá la forma más tajante de mantenernos firmes en nuestras convicciones y necesidades.
Ideas que hay que desechar:
-Si digo que no a alguien, se va a sentir mal por mi culpa.
-Me parece egoísta negar cosas a los demás.
6
«Las personas que buscan la aprobación de los demás todo el tiempo intentan hallar continuamente evidencias de su inferioridad en cualquier situación en la que se encuentren, confirmando así la creencia errónea de que son deficientes e inaceptables», apunta la psicóloga. Todo este proceso tiene más probabilidades de acabar desembocando «en un incremento de desarrollar síntomas depresivos y ansiosos», ya que autoanalizarse en busca de argumentos por los que crees que no das la talla es una fuente de estrés inagotable.
Ideas que hay que desechar:
-No puedo ser feliz si no gusto a los demás
-¿Por qué no gusto a la gente?
7
Das vueltas a cosas que has dicho, te preocupas y sientes ansiedad sobre las consecuencias. Hasta te anticipas a conversaciones.
Ideas que hay que desechar:
-Tengo que evitar que me critiquen.
-Pienso todo el rato en no decepcionar.
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