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Si eres de esas personas que muchas veces tienen la desagradable sensación de salir perdiendo cuando intentas llegar a un trato con la gente de ... su entorno, no deberías pensar que eres menos avispado que el resto, porque la mayoría de las veces tu hándicap es que no sabes negociar y, en el fondo, seguro que ya lo sospechas. Tener la impresión (o la certeza) de que te llevan al huerto una y otra vez al no haber gestionado bien el proceso mina mucho la autoestima, porque a menudo (o, al menos, a veces) resulta que teníamos algo de razón o incluso todas las de ganar...
Fernando Botella, CEO de Think&Action, consultor de multinacionales, conferenciante y autor del libro 'Esencial' (Roca editorial), no deja de repetir que saber negociar es algo fundamental para moverse con cierta comodidad por la vida y puede que hasta uno de los secretos de la felicidad...
– ¿Para tanto es?
– La vida, más que una lucha permanente, es una negociación permanente. Nos pasamos el día negociando. Negociamos en el trabajo, con los jefes para que nos suban el sueldo, con los clientes para que firmen un nuevo contrato, con los compañeros para distribuir las tareas. Negociamos en casa, con nuestra pareja para elegir el lugar de vacaciones o de la cena de Navidad, con nuestros hijos para la hora de llegada nocturna. Negociamos con los vecinos por las derramas en las juntas de propietarios, con el banco para las condiciones de la hipoteca, con los amigos por quién hace la compra para la barbacoa…
– Vale, vale, entendido.
– Prácticamente no hay actividad de interacción humana que no implique cierto grado de negociación.
Lo curioso es que, siendo tan importante, la mayor parte de las personas no sabemos negociar. Y la razón es que nadie nos ha enseñado. «Quizá porque la propia palabra 'negociación' carga con una cierta connotación peyorativa, asociada a 'ceder', a 'claudicar', cuando no a 'engañar' o a 'sacar tajada'», lamenta.
Pero, para Botella, negociar es justamente lo contrario. Consiste en encontrar, mediante el diálogo, puntos de encuentro entre dos partes con intereses distintos, no necesariamente opuestos, «de manera que todos obtengan algún beneficio». No tiene por qué, o no debería, acabar en bronca. He aquí unas pautas para hacerlo bien y no salir escaldado (de nuevo).
«Debemos centrarnos en los hechos y en aquellos puntos en los que hay más posibilidades de construir acuerdos para, desde ahí, abordar cuestiones más delicadas», indica.Es mucho más fácil actuar así: de un acuerdo, aunque sea pequeñito, suele salir otro porque ya se ha creado un clima de cierto entendimiento y confianza.Todo es empezar.
Debes comunicar de forma clara la posición propia sin atacar a la contraria. «La asertividad es la cualidad que te permite decir que no cuando quieres decir que no», avanza Botella. Parece una perogrullada, pero, a ver, repasemos, ¿Cuántas veces hemos dicho que sí a algo que no queríamos –y que estaba en nuestras manos no hacer, así que excluimos obligaciones domésticas, familiares y de trabajo– en la última semana? Por no saber negociar nos lo hemos 'comido', y eso, al final, tiene un coste.
«Necesitamos aprender a escuchar con total atención y empatizar, porque no se puede alcanzar ningún acuerdo sin entender el punto de vista de quien está al otro lado», desvela Botella. Tenemos la idea de que, si nos ponemos en el lugar del otro y escuchamos, vamos a 'perder la batalla', porque, erróneamente, pensamos que negociar es intentar arrasar las posiciones del otro. Y no, no es eso. Arrasar es arrasar, otra cosa.
«Las emociones son enemigas de la negociación. Hay que intentar ponerlas al margen o, al menos, tratar de desactivarlas temporalmente mientras dura el proceso», indica el experto. Muchas (demasiadas) veces ha visto irse al traste un trato porque las emociones han dinamitado el proceso. Aquí el lema de 'emociones altas, inteligencia baja' va como anillo al dedo.
«Una negociación no es una contienda, es un acercamiento. La única forma en que se puede ganar una negociación es si las dos partes lo hacen, el famoso 'win-win' al que con frecuencia se hace referencia en el ámbito de los negocios –destaca Botella–. Pero, para lograrlo, hay que ser flexible, estar abierto a contemplar opciones que no habíamos contemplado y estar dispuesto a renunciar a algunas cosas para poder ganar otras».
En diferentes escenarios
Familia Cuántas broncas en casa por no saber negociar... «¡Hay que hacerlo para fomentar la colaboración y no la competición! Todos estamos en el mismo barco y se trata de crear un espacio tranquilo, neutral y confidencial», dice Botella. Su consejo: siempre debemos negociar en frío, hablar y escuchar con calma, evitar malos modos y «saber pedir perdón si es necesario».
Trabajo «Crea un espacio agradable, conoce bien a la otra parte, acércate y empatiza», indica el experto, quien aconseja ser transparente sobre qué quieres y por qué, ser creativo para buscar soluciones, plantear las cosas de forma colectiva, empezar por los puntos en común para luego abordar los más conflictivos y, ante todo, alejarse del bucle de confrontación constante.
Pareja Estas negociaciones suelen ser durísimas: hay muchas emociones. «Escucha, expresa tus sentimientos de manera directa y busca soluciones para los dos. No interrumpas, ni juzgues ni te defiendas», insiste. Botella señala que hay que poner el foco en las cosas en común, minimizar las diferencias «y ceder en aquello que no te afecte, pero sí sea importante para la pareja».
Vecinos Las que se lían en las reuniones de la comunidad, ¿verdad? ¿Cómo salir airoso? «Elige el momento oportuno; sé respetuoso y escucha, busca puntos en común y propón alternativas. Ponte en su lugar y también sé asertivo; recurre a mediación (administrador de la comunidad) si es necesario y trata de encontrar soluciones que satisfagan a ambas partes».
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