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Ay, ese momento de iluminación en el que los padres, de repente, dan con el nombre para su bebé.Surge como si siempre hubiese estado ahí, esperando a que se disipasen las dudas para brillar como algo ineludible.Sí, ese instante mágico... ¡en el que ... quizá no se tienen en cuenta algunos 'detallitos' sobre el nombre elegido ! Como, por ejemplo, que sea de esos que llevan aparejada una coletilla molesta, una rima, una cancioncilla... Que es algo para toda la vida.
«Los refranes, rimas y dichos con nombres de pila son algo muy común y existente desde antiguo. Podemos citar dichos como 'más tonto que Abundio', 'más feo que Picio' o 'como Pedro por su casa'. También hay muchas y muy variadas rimas groseras, como 'Fernando el de los huevos colgando', 'Carlos al que le gusta tocarlos' o 'Arancha me la pone ancha'...», enumera Roberto Faure, un auténtico erudito en el tema y autor del 'Diccionario de nombres propios' (Espasa).
–Uff, qué calvario. Estas coletillas pueden condenar un nombres a la extinción, ¿no?
–La existencia de un dicho malsonante o de una rima grosera no suele ser motivo suficiente para provocar la desaparición de un nombre: le podemos poner rimas chistosas a cualquiera y, de hecho, los nombres más comunes de nuestra sociedad son los principales protagonistas de las rimas jocosas y groseras.
No obstante, Faure sí admite que en algún caso, la unión de un nombre a una coletilla negativa sí ha podido influir en su declive y casi desaparición. Y pone como ejemplo el dicho 'ser más tonto que Abundio', que, desde luego, no ha ayudado a que registren a muchos bebés con ese nombre. Ahora mismo sólo hay en España 395 Abundios, con una media de edad de 75 años. En la década de los ochenta –últimos años de los que el INE tiene registros sobre Abundios– sólo nacieron seis niños al que pusieron ese nombre. Es comprensible.
Aunque hay nombres como este que son una condena (con perdón para los escasos Abundios que pueda haber), Faure indica que nadie está a salvo de las chanzas, tenga el nombre que tenga, «ya que siempre existirá algún dicho, rima o canción con que los amigos y chistosos de turno pueden hacer bromas, sin importar cuál sea el nombre», recalca el experto.Sí, nunca hay que subestimar la creatividad de la gente. Pero vamos con los clásicos...
'Jacobo, cuanto más alto más bobo'... ¿Quién no lo ha oído? Pues los Jacobos, mucho. Hay 9.409 en España y la media de edad es de sólo 29 años. Y también está el célebre 'Dónde va Vicente, donde va la gente', que se aplica a personas sin criterio que hacen las cosas solo porque siguen la estela de los demás... aunque la mayoría de las veces que se dice ni siquiera es por su sentido, simplemente, uno conoce a un Vicente y se lo espeta, venga a cuento o no. «Sí, hay nombres que se prestan más a eso que otros porque riman de una determinada forma», aclara Inés Lozano, profesora e investigadora de lingüística cognitiva en la Universitat Politécnica de Valencia
Y parece ser que a los humanos nos encantan las rimas, nos resultan irresistibles: se nos quedan en la cabeza y nos produce un placer especial pronunciarlas.De ahí que los nombres con rima tengan muchas papeletas para que se perpetúe su situación.
Lozano indica que este 'problemilla' de los nombres «no solo ocurre en el caso de los dichos o las canciones: pasa de forma general cuando el nombre se asocia a un contexto y a una frase». «Por ejemplo 'Andreíta, cómete el pollo', se convirtió durante un tiempo en la maldición de todas las Andreítas de España», recuerda Lozano.
No, lo de 'hasta luego, Lucas' no lo inventó 'Chiquito de la Calzada' en los 90, aunque lo popularizó.En realidad parece que es una expresión centenaria y una de las explicaciones más pintorescas sobre su nacimiento es la de que había un galgo de carreras, llamado Lucas, que iba el primero en las competiciones hasta que se paraba a orinar antes de llegar a la meta. Adiós (o hasta luego a la victoria). Sea cual sea el origen de la expresión, lo cierto es que es un incordio para los Lucas. «No me ha faltado nunca buen humor, pero reconozco que llegar a clase en 1º BUP y encontrarme a coro al grupo de mazorrales de clase con el grito en cuestión, era un poco desmoralizador –cuenta Lucas Irigoyen, periodista–. Y, a día de hoy (ahora tengo 43 años), lo que me molesta es que haya gente que cuando estás con ella o la acabas de conocer se despide de ti con un 'hasta luego , Lucas' y lanzan un 'Uy perdón, no me había dado cuenta, jajaja'».Dicho esto, afirma no tener ningún trauma. La muestra es que su hijo pequeño también se llama así.
«En el caso de las canciones, se juega con la fonética de los nombres. Un ejemplo es 'Inés, Inés, Inesita Inés', o canciones que se convierten en clásicos, como 'Carolina'», apunta Lozano. Sea como sea, las Ramonas oyen, quieran o no, la letra de esa horrible canción de Fernando Esteso («la Ramona es la más gorda de las mozas de mi pueblo...») y las Macarenas ya están hartas del «dale a tu cuerpo alegría Macarena... aaah». «La sabiduría popular, bien sea en forma de dichos o de canciones, cristaliza los nombres y les añade una nueva capa de significado», resume Inés Lozano. Y, sí, la sabiduría popular es a veces pesada.
Así te llamas... «El nombre se convierte en un símbolo del yo», concluyó un estudio dirigido por el psicólogo estadounidense Jean Twenge. Descubrió que las personas a las que no les gustaba su propio nombre tendían a tener una adaptación psicológica más deficiente. Al parecer, gozaban de menos autoestima.
Anticuado, rechazado Un estudio alemán de 2011 relacionó los nombres pasados de moda con un mayor rechazo social.
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