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Todo el mundo ha tenido alguna vez esa desagradable sensación de embotamiento, de sobrecarga, de estar tan fatigado que cuesta hilar un par de ideas simples ( y ya ni pensar en ejecutarlas). Es cuando echamos mano de esa frase tan coloquial y tan descriptiva de ' ... no puedo con la vida'... aunque no nos pase nada fuera de lo normal que lo justifique. Un mal día lo tiene cualquiera. Lo malo es cuando este malestar, cuyo nombre médico es niebla mental, comienza después del haber sufrido el covid y se alarga.
«Los síntomas neurológicos posteriores al covid están ya muy documentados y se estima que un mínimo del 40% de quien ha padecido la enfermedad se queda con niebla mental», explica Aarón Fernández del Olmo, profesor del Máster en Neuropsicología Clínica de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
40% Es el porcentaje de personas que, tras haber pasado el covid, bien sea de forma leve o en su faceta más grave, presentan problemas de atención, concentración y memoria.Los daños en las conexiones parecen revertirse en unas semanas.
Leve Percibiríamos mayor tendencia a la sobrecarga cuando realizamos tareas, que alguna palabra no nos sale o que perdemos el hilo de la conversación.Qué hacer: descansar más y reducir la actividad.
Moderada La sobresaturación nos hace cometer fallos a la hora de realizar alguna actividad y la memoria inmediata se resiente. Qué hacer: Eliminar todas las distracciones que podamos de nuestro entorno
Severa El lenguaje se ve muy afectado. No encontramos la palabra adecuada. Actuamos como una persona mayor que está perdiendo facultades. Qué hacer: Trabajar funciones para compensar esta carencia.
Tal y como detalla, el virus ataca al sistema nervioso central durante la enfermedad, causando distintos síntomas neurológicos. «Van desde el dolor de cabeza, al entumecimiento de algunas partes del cuerpo, pérdida del sentido del gusto o del olfato, visión borrosa...», enumera el experto, quien matiza que la persistencia de estos problemas una vez superado el covid es muy variable, lo mismo que la gravedad de la niebla mental, «una sensación de fatiga, de dificultad para manejar mucha información, que también implica poca capacidad de reacción».
Pero, ¿cómo saber si el covid nos ha dejado niebla mental? Lo básico es comprobar si en nuestra vida ha habido un antes y un después de la enfermedad. «Si al superarla vamos a realizar una tarea que antes completábamos en un hora y tardamos mucho más, si notamos que tenemos un nivel de aguante mínimo, si sufrimos dolores de cabeza constantes y el día a día se nos hace muy difícil, es más que probable que el covid nos haya dejado esta secuela», afirma Del Olmo.
Esto ocurre porque se han destruido conexiones cerebrales, lo que hace que notemos una merma en nuestra atención, en la concentración y en nuestra capacidad de memorizar. Por eso tardamos más en hacer las cosas. Los neurólogos sospechan que la activación del sistema inmunológico para superar el virus libera moléculas que tienen un efecto secundario: afectan el sistema nervioso (es decir, nuestro cuerpo se defiende y el daño colateral es nuestra función cognitiva).
Investigadores del New York-Presbyterian y del Columbia University Irving Medical Center realizaron un seguimiento a 120 pacientes con COVID-19 durante tres meses después del alta, y aproximadamente el 30 % manifestó que había perdido memoria y concentración, independientemente de lo grave (o no) que hubiesen sido los síntomas del covid. Es decir, tanto las personas que habían estado ingresadas como las que sólo habían sufrido un cuadro leve presentaban problemas cognitivos similares.
Si alguien en este momento está empezando a atar cabos y a aterrorizarse, una buena noticia: esta niebla mental del covid suele desaparecer, en la mayoría de los casos, al cabo de unos meses, ya que el cerebro se puede reorganizar con el tiempo. Aunque este extremo está aún en fase de estudio.
Además, los expertos destacan que no debemos caer en el autodiagnóstico. La niebla mental, de existir, puede estar provocada por otras infecciones, traumatismos y hasta por cambios hormonales, pero sobre todo, por padecer estrés crónico, una de las causas más comunes. «Por eso es tan importante una valoración neuropsicológica», aconseja Del Olmo. Tal y como explica, la gente que sufre ansiedad de modo constante está expuesta a «descargas de cortisona que nos pueden provocar esta niebla».
¿Y cómo saber si nuestro despiste y falta de concentración provienen del covid, de alguna otra dolencia o de una situación de estrés continuado? «Si los síntomas mejoran con el descanso, es estrés. Y si recordamos bien lo último que nos ocurre y lo de hace tiempo, pero no 'lo del medio', normalmente, también», destaca el neuropsicólogo.
Sea cual sea la causa, la niebla mental provoca un gran decaimiento a quien la sufre, ya que a menudo es tachado de flojo o quejica por su entorno (además su problema no se ve en una resonancia). «Es difícil de encajar en tu vida y a menudo provoca depresión y más ansiedad –destaca Del Olmo–. A esta gente hay que enseñarla a potenciar otras funciones para compensar con sus recursos las capacidades que ya no tienen como antes».
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