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La figura del gran quejica es algo que podemos abandonar si nos lo planteamos con seriedad. El psicólogo Luis Jesús Andrés explica los tres pasos básicos que debemos dar. Aquí el orden es importante. Pero también no bajar los brazos a las primeras de cambio. ... Se trata de «construir un nuevo hábito que desarticule gradualmente el anterior, el de la queja».
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«Debemos empezar por definir concretamente el problema que nos perturba», explica. Es lo que llama un «acto de purga emocional». Y no es tan fácil de hacer, lleva tiempo porque hay que «perfilar y explicar» el asunto de forma concreta y lo más objetivamente que se pueda.
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Una vez tenemos lo anterior claro, «hemos de reformular el acercamiento» a las cosas. ¿Cómo? Empezando con la siguiente frase¿Qué puedo hacer yo para...? «Nos predispone a la acción desde el principio», señala el experto. Y acota nuestro ámbito de actuación «a responsabilidades que estén solo bajo nuestro dominio de intervención». Dicho de otro modo:nos hace pensar en lo que sí podemos hacer sin pensar en lo que otros deberían hacer.
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Si el paso anterior era preguntarse, el de ahora es responderse. «Vamos a generar una serie de respuestas alternativas que luego pondremos en práctica». Eso sí, descartando las que no hayan conseguido resolver nuestras dudas. Con ello nos situamos nosotros en el centro de la toma de decisiones, «nos empoderamos», obtenemos «certidumbre» y también somos conscientes de aquello que no podemos cambiar.
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