Jóvenes y sin ganas de sexo, ¿qué ocurre?

VIVIR ·

La pereza, verlo como obligación social... El deseo ha perdido el encanto de lo prohibido

Sábado, 18 de julio 2020, 00:03

Intentemos definir qué es el deseo sexual: un hormigueo que te recorre el cuerpo, un ansia de pegarte a otra persona, un impulso difícil de frenar, una sensación como de hambre que hay que saciar, la búsqueda de conexión emocional y complicidad física, las ganas de liberar nuestro instinto animal para que podamos dejar de pensar y sólo nos dediquemos a sentir... Cada cual maneja su propio concepto, porque es una de esas cosas difíles de explicar pero muy fáciles de identificar. Eso, si lo experimentas o lo has experimentado alguna vez, porque hay gente que lo que percibe es todo lo contrario: la ausencia de deseo sexual. Detengámonos un momento: ¿a que ya estamos pensando todos en gente mayor? Pues vamos algo equivocados. Según los expertos, hay una «sorprendente» cantidad de gente joven que no siente esta pulsión. Y hablamos de chicos y chicas en la flor de la vida: adolescentes, veinteñeros y menores de 40, cuando se supone que las hormonas deben parecer un festival de fuegos artificiales.

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«Hay muchos más casos de lo que se reconoce públicamente. En épocas anteriores era un tabú hablar de sexo. Sin embargo, ahora lo es reconocer que no se practica frecuentemente, que no se disfruta o que no se tiene deseo –afirma la psicóloga Nieves Álvarez–. Los estándares de perfeccionismo impuestos desde la sociedad nos impiden reconocer nuestras dificultades». Según explica, la presión de tener que ser buenos en todo «nos lleva a ocultar este tipo de carencia, ya que no cumpliríamos los estándares que marca la sociedad». Y esto pesa mucho, sobre todo de joven.

La sexóloga Lurdes Lavado, del centro Alborabide, coincide en esta apreciación. Para ella, una de las principales causas de que la gente joven no sienta ganas de mantener relaciones es la siguiente: «En la obligación no encontramos la satisfacción. Antes, como el sexo era 'lo prohibido' la gente se iniciaba con más ganas. Era una forma de desafiar las normas de la familia y de la religión. Y todo el mundo sabe que solo hay que prohibir algo para que apetezca hacerlo». Ahora no es así, estamos en una sociedad hipersexualizada, donde no se penaliza el sexo, más bien al contrario. Las dos expertas detallan por qué se produce la falta de deseo en edades tempranas.

  1. Adolescentes y veinteañeros

En esta etapa de la vida, cuando se supone que las hormonas piensan por ti, hay personas que carecen de deseo. Es más frecuente entre las chicas (tres veces más que entre los chicos). «Nos dicen que no disfrutan, que no llegan al orgasmo...», revela Lavado, que trata habitualmente con alumnos de bachillerato. Y, claro, eso hace que pierdan interés. Siguen probando a ver si se les 'despierta' esta pulsión, «enrollándose con un montón de personas para no ser consideradas bichos raros entre sus amistades». ¿Y los chicos? Suelen sentir más deseo que ellas en estas edades, porque les resulta más fácil obtener la recompensa del orgasmo, pero también es cierto que se apañan bien en solitario y que manifiestan que les da «pereza» mantener una relación cara a cara. Pereza física (sudar y todo eso) y mental (no quieren líos psicológicos, ni meterse en esos laberintos donde a veces el amor y el sexo confluyen... ¡qué complicación!). No les apetece engancharse y sufrir. «Y, a veces, los chicos de esta edad nos dicen que se encuentran con parejas muy pasivas, que se limitan a hacer 'la estrellita' (tenderse con brazos y piernas abiertos y dejarse querer) de una manera que no les compensa mucho el esfuerzo». Habiendo pornografía, 'sexting', juguetes eróticos y esas cosas...

«En este rango de edad es muy frecuente que una de las causas de la falta de deseo sea el interés obsesivo por juegos virtuales y la vida 'virtual' en redes sociales, que hace que dejen de lado la vida real. En ocasiones, este tipo de actividades se usan como 'excusa' para dejar atrás el sexo cara a cara por miedo, inseguridad, baja autoestima o falta de educación sexual adecuada», apunta la psicóloga Nieves Álvarez, quien también añade que la falta de ganas es atribuible en algunos casos al «consumo abusivo de alcohol y drogas».

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Eso sí, preocupación cero. Entre adolescentes y veinteañeros, el hecho de no experimentar esta necesidad no provoca gran inquietud. Y lo cierto es que suele ser una situación transitoria. «Este tipo de falta de deseo sexual suele desaparecer cuando van madurando, dejando de abusar de sustancias o aburriéndose de las redes sociales y juegos virtuales, lo que les hace desear experiencias reales –señala Álvarez–. No suelen buscar ayuda hasta que no mantienen una relación de pareja más o menos estable».

  1. Treintañeros y cuarentones

Ay, empieza a llegar la rutina. ¡Palabra maldita cuando se refiere al sexo! Muchos chicos se lamentan de que ellas no muestran interés, unos y otros dicen no sentirse deseados –y esto es un dardo mortal para la libido– y todavía hay problemas de comunicación a la hora de decirle a la pareja lo que te gusta y lo que no. «En la consulta lo vemos mucho. Siempre les ponemos el mismo ejemplo: te comes un plato de garbanzos delicioso, pero si luego te los ponen todos los días igual... ¡Al final te acaba apeteciendo más un plato de lentejas mal cocidas!», compara la sexóloga Lurdes Lavado. Con esta metáfora leguminosa, lo que quiere decir es que no se puede aburrir a la pareja, ni tampoco a uno mismo. No hay nada más desmotivante.

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¿Cómo se puede luchar contra eso? ¡Hablando! Según Lavado, tendemos siempre a responsabilizar al otro de nuestra falta de placer o deseo, pero no debería ser así: «Debemos saber qué nos gusta y decirlo. Cada cual debe preocuparse de su placer... ¡La sexualidad que no es egoísta no funciona!» , subraya la especialista.

Pero, ¡ojo!, a ver cómo hablamos de sexo con la pareja, porque los egos son muy frágiles en este terreno y podemos pisotear alguna autoestima. «Esto es frecuente cuando las mujeres se acercan a los cuarenta, se empoderan, ya no les sirve cualquier cosa y se vuelven más demandantes. Algunos chicos se 'asustan', sienten que su 'valía como hombres' está en juego... y la erección es una cosa tan frágil...», indica la sexóloga. Normalmente, el mensaje que se suele lanzar al varón es que debe dedicar menos tiempo al coito y más al jugueteo previo. ¿Y el que plantean ellos? Pues que la mujer se muestre más receptiva y activa. Si no nos lo decimos unos a otros, ¡como para comentarlo en sociedad! «Es un tema tabú –sentencia la psicóloga Nieves Álvarez–. Parece que te estigmatiza reconocer que tienes poco interés en el sexo. De hecho, la mayoría solemos hacer bromas sobre lo muy activos que somos aunque no sea cierto».

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¿Por qué unas personas son más sexuales que otras?

El deseo es una montaña rusa a lo largo de la vida. Inexperiencia, monotonía, estrés, distintas enfermedades o medicaciones, cambios hormonales y emocionales... Puede desplomarse por muchos factores. Pero no es un proceso irreversible. Por ejemplo, es normal que cuando hay cambios vitales radicales, nuestra actividad sexual pague el pato. Es el caso de la llegada de un bebé a casa y una de las principales razones por las que parejas jóvenes afirman que han perdido las ganas de hacer el amor. «Se va la libido porque la crianza es una tarea agotadora. Y también influyen, en el caso de las mujeres, las hormonas. Al tener un hijo aumenta la producción de prolactina (necesaria para la fabricación de leche) y baja el deseo», explica la sexóloga Lurdes Lavado. «¡Pero es transitorio!», tranquiliza. Si los miembros de la pareja son compañeros de vida, la situación irá mejorando poco a poco. Pasará lo mismo durante la menopausia. En ese momento hay otro bache hormonal –y a veces, personal– del que se sale con algo de paciencia y mucha comunicación.

Así que los picos y valles de la libido son normales. Pero si es algo continuo estaríamos hablando personas hiposexuales, cuyo interés sexual es casi nulo debido, generalmente, a deficiencias hormonales. Se diferencian de quienes padecen de un episodio de falta de deseo en que su ausencia de apetito sexual no es pasajera, sino permanente y no está sujeta a factores externos (un cambio de pareja o de situación vital no lo 'reaviva').

De todos modos, siempre habrá personas más 'sexuales' que otras por una cuestión hormonal y de necesidades psicológicas (y no todos somos iguales en estos aspectos). «Del sexo se obtiene, además de la satisfacción física, una satisfacción emocional: autoestima, masculinidad, feminidad, atractivo físico, aceptación, éxito...», enumera la psicóloga Nieves Álvarez. Así que quien busque estos 'premios' será más proclive a la actividad sexual.

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