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A veces, a los periodistas nos cuesta decidirnos sobre la manera en que debemos iniciar un reportaje. Hay tantas posibilidades... Pero, en esta ocasión, no hay dudas. Vamos a hablar de qué hacer para minimizar la resaca, así que sólo hay un comienzo posible que ... se resume en tres palabras: no beber alcohol. Fácil, ¿no? Para algunos, sí; para otros, no tanto. En las próximas semanas –cenas de empresa, quedadas de amigos, tooodas las navidades–, muchas personas que no beben habitualmente lo van a hacer y otros que sí lo hacen con moderación van a ingerir más copitas que de costumbre, porque casi todos somos bebedores sociales y en esta época de año nos volvemos supersociales (a menudo, más de lo que nos apetece). Y en muchos casos nuestro cuerpo nos lo va a reprochar el día después, con razón. ¿Por qué? Porque un exceso de alcohol produce una tormenta en nuestro organismo, que básicamente lucha para eliminarlo, lo que desencadena todos esos malestares propios de la resaca (dolor de cabeza, náuseas, mareos, vómitos, debilidad muscular, palpitaciones, intolerancia al ruido..., el catálogo del horror, vamos).
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¿Se puede hacer algo al respecto para minimizar estos síntomas, que muchas veces son muy incapacitantes? Sí, se puede. Y marca la diferencia. Si, antes de ingerir alcohol, 'planificamos' un poco y seguimos unos consejos, el día siguiente va a ser mucho más llevadero. He aquí lo que debemos hacer antes de beber, durante la ingesta y después de haber cometido ya el exceso.
«Obviamente, el alcohol es un tóxico y no debemos banalizarlo. Se lleva cada año un montón de vidas, pero, como en casi todo, el veneno está en la dosis», indica Gabriela Uriarte, coach nutricional y autora de 'Hacer dieta engorda' (Penguin Random House). Pero, si sabemos que es probable que nos vayamos a exceder –bien porque no tenemos costumbre, bien porque nos vamos a pasar–, podemos protegernos mucho si bebemos bastante agua antes de comenzar con las copas. Y lo de comer, eso que siempre nos dicen las madres y las abuelas, no es un falso mito. «El estómago, mejor lleno y, si puede ser, con alimentos que tengan fibra o grasas de absorción lenta –aconseja Uriarte–. Esto va a influir mucho en la absorción del alcohol». ¿Y si nos tomamos un omeprazol, un paracetamol o un ibuprofeno antes? Mucha gente dice que es mano de santo... «No vale absolutamente de nada», sentencia Sonia Sáenz de Buruaga, vocal de la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria. Es más, el omeprazol, si no nos hace falta por problemas médicos, nos va a hacer digerir peor. Y el ibuprofeno tampoco es muy amigo de un estómago maltrecho sometido a exigencias alcohólicas.Entonces, ¿no podemos tirar de farmacia para 'prevenir'? Hay compuestos a base de alcachofa o cardo que se pueden empezar a tomar antes de la ingesta y ayudarán a eliminar mejor el alcohol, lo mismo que los comprimidos de vitamina B, «que ayudan con el tema del cansancio y la absorción del alcohol», apunta Sáenz de Buruaga.
Bien, ya estamos en ello. Ahí van cayendo las copitas, las cañas. ¿Cómo podemos actuar para que al día siguiente no las recordemos con auténtico odio? «Agua, agua y más agua», insiste Gabriela Uriarte. Si estamos en una cena, copa de vino, copa de agua. Si vamos de bares, intercalamos un botellín de agua entre dos consumiciones. ¿No vale un zumo o un refresco? «No, no es lo mismo.El agua es lo más hidratante que hay y la resaca, al final, es en buena parte una deshidratación.Además, las bebidas carbonatadas y demás suelen tener mucho azúcar, lo que empeora las resacas... Agua mejor», insiste Uriarte. Sáenz de Buruaga confirma este extremo: «Este tipo de bebidas no tienen alcohol, pero bajan la insulina, hacen que bajen los picos de glucemia..., así que mejor evitarlas, tanto solas como en combinados». Una opción para prescindir totalmente de ellas: «Ahora hay en el mercado tónicas y refrescos 0,0. Opta por ellos», anima la experta en Farmacia, quien hace otra recomendación. «Las bebidas alcohólicas 'oscuras' –whisky, coñac...– son peores para la resaca que las transparentes (así, simplificando mucho) porque, aunque tengan el mismo nivel de alcohol que otras como el vodka o la ginebra, llevan congéneres (sustancias no etílicas..., vamos, el 'aliño') que también son malos para la resaca, incrementan la toxicidad.
Otra opción que debemos evitar: los chupitos. Son minibombas de alcohol que tomamos de un trago, con lo cual rompemos la norma básica antirresaca de beber despacito. «Para colmo, suelen ser de colores, con muchos azúcares...», añade Sáenz de Buruaga. Vamos, que lo tienen todo para dejar un mal recuerdo.
Bien, el mal ya está hecho.Hemos bebido en exceso y lo sabemos. Llegamos a casa... ¿estamos a tiempo de hacer algo? Realmente, no mucho. Pero comer y beber mucha agua antes de acostarnos es una buena idea. Luego, dormir todo lo que podamos para que el cuerpo se recupere. Aunque el alcohol y el buen descanso no son buenos compañeros, ¿verdad?, así que es probable que todo nos dé vueltas, que se nos 'mueva' la cama, que nos despertemos con palpitaciones una y otra vez... Un desastre. Y esto es sólo un anticipo de lo que nos va a pasar al día siguiente, porque la resaca no se pasa en dos horas. «Los síntomas alcanzan su punto máximo cuando la concentración de alcohol en la sangre vuelve a ser de aproximadamente cero. Así que los efectos pueden durar 24 horas o más», aseguran los expertos del National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism, organismo estadounidense que lleva más de medio siglo alertando sobre los peligros del alcohol.
¿Qué hacer esas 24 horas (o más) en las que nuestro cuerpo trata de eliminar las toxinas alcohólicas? «Como lo que tenemos es una tremenda deshidratación, necesitamos meter al cuerpo mucho líquido. Agua, por supuesto, pero también son muy convenientes los caldos de huesos, que 'glutamizan' mejor y sientan bien a la tripa. Y, si nos vemos con fuerza, podemos hacer ejercicio moderado, como una buena caminata», apunta Uriarte. Sáenz de Buruaga, por su parte, añade que podemos usar suero de hidratación (los que se usan para la diarrea), más vitamina B y, ahora sí, paracetamol o ibuprofeno, pero en su mínima dosis».
La cantidad de enzimas que metabolizan el alcohol en el hígado está determinada por la genética: por eso hay personas que nunca han tenido una resaca (algunos estudios señalan un 25% de la población). La gran actriz Ava Gardner, con esa anatomía portentosa y bella, era conocida por sus excesos con la botella y por no haber sufrido nunca una resaca. «Parecía tener un cuerpo fabricado para el alcohol», comentaban de ella, tal y como recoge Monster Espagueti en su 'Tratado sobre la resaca'.En el otro extremo está Ernesto de Hannover. «De todos es sabido que Carolina de Mónaco, su mujer, tuvo que ir sola a la boda de los actuales reyes de España porque él tenía una resaca terrible después de pasar la noche en la discoteca Gabana. Desde entonces le llaman Ernesto de 'Hangover' (resaca en inglés)», explica Monster Espagueti.
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