Trucos para ir al banco
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Trucos para ir al banco
En las visitas al banco, ¿es mejor hacernos los tontos o los listos?A Pedro le dan retortijones solo de pensar que tiene que ir al banco. Tiene dos créditos de consumo y ahora le ofrecen unificarlos para «pagar menos». No se fía y no sabe qué hacer: «Suena todo bien, pero... es que no entiendo ni la ... mitad de lo que dice el contrato». Sara, en cambio, tiene unos ahorros en el banco que no le rentan porque los tiene en una cuenta corriente. Su gestor le insiste en que invierta y le ofrece cada cierto tiempo algunos productos. Siempre acaba igual: «Mosqueada y dándole largas. ¿Y si pierdo la pasta por no saber dónde me estoy metiendo?», se pregunta.
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J. Fernández
No son casos aislados. La falta de conocimientos y de confianza convierte cualquier trámite bancario en un mal trago para una parte importante de la población. Un informe de Intrum, una empresa sueca de gestión de cobros y patrimonios, realizado con ciudadanos de 20 países europeos concluye que uno de cada cuatro españoles se siente inseguro de su capacidad a la hora de manejar su situación económica. Es más, hay quien ve una carta del banco o de Hacienda en el buzón y empieza temblar. Ni siquiera las abren. Otro estudio, realizado por la Universidad de Cambridge en 2021, descubrió que el 30% de las personas evita revisar el estado de su finanzas debido a lo que se llama estrés financiero.
Los que saben de esto se echan las manos a la cabeza. «Cerrar los ojos no va a hacer que el problema, si lo tienes, desaparezca. Es como conducir sin mirar hacia delante», explica Richard Gracia, experto en inversión y finanzas personales. Por un lado, porque «perpetúa» esa ansiedad. Como no sabes qué dice la carta del banco que no abres tampoco te la quitas de la cabeza. Por otro, porque «enfrentar el problema y tomar el control es lo único que hará que la situación mejore, por incómodo que parezca».
La educación financiera es nuestro punto débil. Y aunque quien más quien menos acaba aprendiendo cosas, muchas veces lo hace después de haberse topado con problemas. Vamos, que a la fuerza ahorcan. Y ojo, porque los problemas financieros y este miedo irracional (¿?) «no depende tanto de cuánto dinero tienes, sino de cómo lo gestionas», prosigue Gracia, autor de 'El Método Rico', una guía para aprender a alcanzar la libertad financiera «sin falsas promesas».
Pero sin meternos en muchas teorías, lo que pretendemos ofrecer aquí es una guía práctica para convertir 'el marrón' de ir al banco en un trámite como cualquier otro. «Es más, puede que al final hasta nos guste hablar de estas cosas, con la formación adecuada, que tampoco es tanta», sostienen Joaquín Enríquez y Begoña Álvarez, profesores del Departamento de Empresa de la Universidade da Coruña e impulsores de unos talleres para enseñar educación financiera en institutos gallegos.
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Probablemente, es el primer producto financiero con el que los jóvenes de ahora tienen contacto. Asimismo, para los adultos es un método de pago esencial.
– Lo que hay que saber: «Lo primero es distinguir entre las de débito y las de crédito», explican los docentes gallegos. En las primeras el pago pasa por tu cuenta de manera inmediata. En las otras está la opción de que sea final de mes o de pagar a plazos. «Antes de contratar revisa las comisiones, tanto de emisión como de mantenimiento, por sacar dinero en cajeros...», detalla Gracia por su parte.
– Y lo que no debes hacer: Si decides pagar a plazos con tu tarjeta, «debes saber el interés que vas a pagar», precisa Enríquez, porque el producto acabará saliéndote más caro que si lo pagas a fin de mes y conviene saber cuánto exactamente. Insiste en que te lo expliquen en el banco. Lo más peligroso de este producto financiero son las 'revolving', que permiten la devolución total del crédito gastado de forma aplazada mediante cuotas mensuales del importe que el titular elija, y con intereses asociados. Suena bien, pero si la continúas utilizando sin control la deuda irá aumentando.
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En 2023 se transmitieron más de dos millones de fincas inscritas en los registros de la propiedad. Comprar una casa sigue siendo una práctica habitual y pocos pueden pagarla a tocateja.
– Lo que hay que saber: «Lo primero es tener claro el concepto TAE». Se expresa en forma de porcentaje e incluye las comisiones que cobra el banco, salvo los gastos derivados de incumplimiento de pago. «Es el indicador con el que podemos comparar dos o más hipotecas». «Otro asunto a tener en cuenta es si queremos que sea una hipoteca de tipo fijo o variable». La primera mantendrá las cuotas en las mismas cifras, en la segunda, variarán en función de cómo está la economía: si va bien, pagaremos menos; si va mal, tendremos que abonar más dinero.
– No hagas: A los bancos les gusta hacernos saber el tipo de interés nominal de la hipoteca, que es el precio que ellos ponen a prestar ese dinero. Suele ser más bajo que el TAE, pero, aunque nos lo repitan mucho durante las conversaciones, a nosotros como clientes nos interesa la otra tasa porque incluye las comisiones, subrayan los profesores. Así que insiste en ese punto. Otro consejo:la hipoteca variable, que vaya asociada al Euribor, que es el tipo de interés que se aplican los bancos entre si para prestarse dinero entre ellos. «En cuanto al plazo, lo ideal es amortizarla en 15 o 20 años», añade Gracia.
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A veces necesitamos dinero para un imprevisto y hay que pedir un crédito personal. No lo hagas en caliente. O al menos con el 'shock' en el cuerpo: hay que ir tranquilos «y comparar» entre lo que nos ofrecen diferentes bancos.
– Lo que hay que saber: «Lo primero, no debemos abusar de esta posibilidad porque es caro», aclara Álvarez. «Revisa el TAE, si es mayor al 12% es probable que se convierta en una trampa financiera», avisa Gracia. Eso sí, siempre será más caro que una hipoteca porque aquí «el banco no tiene garantías» si dejamos de pagar. Hay que preguntar la cuota que tendremos que abonar al mes y también los gastos asociados, por ejemplo, de cancelación final, anticipada, si tenemos un descubierto... A la hora de calcular cuotas, «que no superen el 30% de tus ingresos», precisa el experto en finanzas personales
– No hagas: Acude a entidades avaladas por el Banco de España y la Comisión Nacional de Valores (CNMV), no a otros sitios no seguros.
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Si eres de los que consigue ahorrar unos eurillos y tienes el montante en una cuenta corriente, seguramente habrás visto interés del banco porque hagas algo con él.
– Lo que hay que saber: «El dinero pierde valor, especialmente frente a la inflación. El efectivo se devalúa», sostiene Gracia. Por otro lado, el banco no intenta engañarte: «Desde la crisis de 2008 a 2011, cuando muchas personas se percataron de que habían contratado productos que no entendían, la cosa ha cambiado», asegura la profesora gallega. Ahora, tenemos más seguridad legal y los asesores que nos atienden en los bancos están más formados: «Su sueldo no puede ir vinculado a la venta de productos», añade Álvarez. Buenas opciones sin grandes riesgos son los Bonos del Estado y las Letras del Tesoro.
– No hagas: «No contrates nada que no entiendas. Debes poder explicarle el producto a un niño de diez años antes de firmar», dice el experto en inversión y finanzas personales. «Ten en cuenta que cuantos más beneficios puedas obtener, más riesgo conlleva la inversión, y viceversa», apostilla el profesor Enríquez. Si te ofrecen fondos de inversión, fíjate en el riesgo asociado, que se informa a través de un número: una nota del 1 al 7, de más bajo a más alto. «Otra cosa recomendable es diversificar, es decir, no invertir todo tu dinero en el mismo producto».
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Comprar acciones o invertir en Bolsa es de lo más arriesgado que podemos hacer. «Debes evaluar si tienes el conocimiento necesario para administrarlas», sugiere Gracia.
– Lo que hay que saber: Aquí sí debes buscar ayuda externa si tú no dominas el medio. Si las has heredado de algún familiar, «no vendas a las primeras de cambio, observa cómo van, pregunta...», aconsejan los docente gallegos.
– No hagas: No vayas de listillo. «Normalmente en el banco te hacen preguntas clave para saber qué nivel de conocimientos tienes, lo mejor es ser sincero porque en función de esas respuestas te ofrecen una serie de productos u otros», detalla Álvarez. Si te las vas dando de 'broker' y no es verdad, se puede volver en tu contra.
Ingresos
Es el dinero que ganas cada mes. Puede proceder de una nómina, una pensión, de locales alquilados, etc. También hay algunos que son variables: recibir un premio, un regalo, que te toque un pellizco en la lotería...
Gastos
Viene a ser lo que pagas cada mes. Tendrás unos que son fijos: hipotecas, comida, recibos... y otros variables como, por ejemplo, si tienes que hacer frente a una avería inesperada de un electrodoméstico o si este año te toca pagar a Hacienda.
Activos
Son las inversiones que tienes y los bienes que posees y generan ingresos. Por ejemplo, ese piso heredado o esa plaza de garaje que no usas y has puesto en alquiler.
Pasivos
Son los bienes e inversiones que te reportan gastos o deudas con terceros (como entidades financieras, familiares, amigos...).
Diversificación
Según los expertos, invertir en diferentes cosas reduce riesgos. Y responde a la filosofía de las abuelas de no poner todos los huevos en el mismo cesto. Si tienes unos ahorros, no coloques todos en un fondo de inversión, o compres solo acciones, o lo mantengas a plazo fijo. Haz las tres cosas, por ejemplo. Así, si una de las inversiones falla solo afectará a esa porción de tus ahorros.
Interés compuesto
Es lo que hace que tu dinero crezca cada vez más rápido ya que las ganancias que obtienes generan más. Es uno de los conceptos más complejos y más difíciles. La OCDE dice que es uno de los mayores predictores de éxito financiero pero «solo una de cada tres personas lo comprende». El interés compuesto es aquel que se va sumando al capital inicial y sobre el que se generan nuevos intereses. Es decir, que la tasa de interés se aplica no solo a la base que tenímos al principio, sino a la base y lo que ese dinero nos renta cada periodo, por ejemplo, cada mes, cada tres meses, cada año...
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