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Guerra, inteligencia artificial, bicicleta... No nos resultan ninguno de los tres conceptos extraños. Pero, si tuviéramos que elegir uno, el que mejor define el momento actual, ese sería inteligencia artificial. Es, al menos, el que elegimos en España en 2022 como palabra del año. Las ... otras dos fueron escogidas, respectivamente, por japoneses y belgas, pero bien podríamos haberlas hecho nuestras también. Repasamos algunas de las que han sido expresiones del año en países vecinos y no tan vecinos para comprobar si la distancia física lo es también en esto.
Estaba la disputa entre metaverso o esta cuestión tan arraigada en la cultura de los belgas de pedalear. Y se impuso la costumbre. «En esta expresión vemos la articulación entre lo global y lo local. Por un lado, la mayoría de las ciudades europeas están promocionando el uso de la bici. Por otro, hay países como Bélgica u Holanda que siempre han tenido mucha tradición ciclista, por cultura y por su orografía», explica Amparo Lasen, socióloga y profesora de la Universidad Complutense de Madrid. Y en España, ¿podría haber sido esta expresión una de las candidatas del 2022? «El año pasado ha habido una gran demanda de bicicletas, así que no, en esto no estamos tan lejos de los belgas», asegura la especialista.
La búsqueda de este término en el Merriam-Webster, uno de los diccionarios americanos de referencia, aumentó el año pasado un 1.740% respecto al 2021, según explican en un informe sobre palabras del año en diferentes países elaborado por Preply, plataforma 'online' de aprendizaje de idiomas. El término hace referencia a un tipo de manipulación, un burdo engaño a alguien para nuestro propio beneficio. «Es un concepto que surge de la cultura popular y no nos resulta extraño porque se ha popularizado en el feminismo para referirse a esas situaciones donde se da discriminación, donde se hace creer a la mujer que algo no es como cree, ese concepto de 'estás un poco loca'. Si metemos 'luz de gas' en Google veremos que tiene muchas búsquedas», asegura Lasen.
'Teal' es el nombre con el que los australianos se refieren al color verde azulado, pero es también un término que hace referencia a la transparencia. Así que no, no estamos tan lejos del país que se encuentra en nuestras antípodas. «Hay una preocupación social general por la transparencia, por luchar contra las fake news. Y todos sentimos que tenemos dificultades para orientarnos entre lo que es verdad o mentira, tenemos esa sensación de que no nos están diciendo la verdad». Y este es un sentimiento, asegura Lasen, muy global.
La que han elegido en Japón bien podría haber sido palabra del año en la mayoría de países occidentales porque existe una enorme preocupación por la guerra de Ucrania y sus consecuencias. Una preocupación natural, pero «también condicionada por los medios de comunicación. Hay un discurso mediático referido al miedo, al conflicto, a la catástrofe... que se retroalimenta. Existe una cierta 'atracción' por lo extremo, que a la vez provoca miedo y ansiedad. Y que hace que otras cuestiones sociales como el cambio climático o las políticas de igualdad queden, en cierto sentido, paralizadas», invita a reflexionar la experta.
No lo habíamos escuchado nunca hasta que el diccionario Oxford eligió esta como expresión del año. Por un lado, hace referencia a una cierta despreocupación sobre el aspecto físico. ¿Algo que podríamos hacer nuestro? Sí y no. Entiende Amparo Lasen que en «en entornos grandes y urbanos como Londres u otras ciudades británicas, donde nadie se fija en cómo vas vestida, no es raro bajar a por el pan y la leche en ropa más o menos de casa» y que el covid lo ha potenciado «porque hemos vivido mucho tiempo en pijama y en chándal». En España, sin embargo, aunque se 'practica', hay una diferencia: «Aquí está estigmatizado, se asocia a gente de barrio o de pueblo, se dice en un sentido negativo». Quizá estamos más cerca de esa otra 'acepción' de este mismo término, la que se refiere también a cierta relajación, pero no en el código de vestimenta, sino en la interacción 'online'. «Nos hemos impuesto esas obligaciones digitales de responder al momento a los emails, a los whatsapps... de estar siempre accesible. Así que hay una cierta tendencia global a mostrarse un poco 'grosero' en el sentido de no estar continuamente atento a responder al otro».
Juan Pagola, responsable de las titulaciones de Comunicación en la Universidad de Deusto, no habría podido elegir una sola palabra del año. Propone estas: guerra, Ucrania, Rusia, refugiados, inflación, eléctricas, energías, gasoducto, ola de calor e inteligencia artificial. Y hace una especie de repaso a la actualidad del año a través de estos términos: «La primera parte del año estuvo copada por la guerra Ucrania-Rusia. El mund o se sacudió por este acontecimiento, que generó un gran impacto recién acabada la crisis del covid. Encadenábamos una crisis detrás de otra y no se veía el final. La primavera fue anímicamente muy baja en el clima social de la ciudadanía y a eso contribuyó la inflación y el aumento del precio de la energía, que volvió a disparar el debate sobre la transición energética y la búsqueda de alternativas en medio de un mercado vulnerable frente a cada inestabilidad. Paralelamente, hemos sufrido uno de los años más calurosos desde que se tienen registros y las olas de calor se han multiplicado, la crisis climática no logra poner de acuerdo a las grandes potencias y las noticias sobre desastres medioambientales se han generalizado en los medios de comunicación. En la última etapa del año ha irrumpido con fuerza la inteligencia artificial con la llegada del Chat GPT, una nueva tecnología que viene para quedarse y que plantea revolucionar –ya lo está haciendo– nuestra sociedad del conocimiento»..
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