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Si rebuscamos en nuestro círculo más cercano, encontraremos a varias personas que no viajan en avión por miedo. Y a muchísimas más que sí lo hacen, pero que lo pasan mal, de modo que cualquier cosa que ocurra en un vuelo dispara todas sus alarmas y les hace pensar en un inminente desenlace fatal. Estos momentos de agobio suelen estar motivados por auténticas nimiedades o por problemas que, pasados por nuestro filtro el miedo, creemos de extrema gravedad (de muerte segura, vaya) y que en realidad entran dentro de lo previsible, del día a día de cualquier piloto, por mucho que nos cueste creerlo. «Muchas cosas que ocurren en un vuelo nos resultan extrañas y nuestro cerebro, que siempre necesita una explicación para todo, utiliza la imaginación para rellenar los huecos en blanco», señala Pedro Carvalho, experto en aviación y autor de '¡Preparados para el impacto!' (Esfera Libros), su último libro sobre el tema, con el que espera rellenar muchos de esos «huecos» con información, la mejor medicina, según él, contra el miedo a volar. Con 70.000 seguidores en Twitter, Carvalho, conocido como Pato Aviador en las redes sociales, está convencido de que el nivel de estrés de la gente que vuela a disgusto («las fobias ya son un paso más allá y requieren otros medios para tratarse») caería en picado (perdón por el chiste malo) si supiesen que esas cosas que les amargan el vuelo no son graves. He aquí un decálogo de las más comunes.
1
¿¡Qué pasaaaaa!? ¡Tiene que ser algo grave! «Eso de dar vueltas se llama 'go around'. Ocurre por muchas razones: vientos cruzados en ese momento, aeropuertos congestionados... Se trata de aproximaciones frustradas que entrañan cero peligro. En aviación, la seguridad se antepone a todo lo demás y si la aproximación no está estabilizada por lo que sea... se aborta», indica Carvalho.
2
En medio de un viaje, empezamos a oír que pita algún aparato o se enciende algún piloto insistentemente... No sabemos qué es y empezamos a mirar a todas las esquinas del avión a ver si algo se ha roto, si hay llamas, grietas en el fuselaje... Nuestra capacidad de raciocinio se va al garete. «Pasa porque no sabemos qué ocurre», apunta Carvalho. «Las alarmas de verdad las oyen solo en la cabina, que está bien cerrada», añade. Es decir, si pasa algo serio no nos vamos a enterar.
3
¡Horror! ¡Una tormenta y yo en un avión! Eso inquieta al más tranquilo. Y ya no digamos si tenemos la mala suerte de que nos caiga un rayo. Solo pensarlo... «Los aviones están diseñados para aguantar eso y más. ¿Un rayo? Los aviones son gigantescas cajas de Faraday, la energía del rayo cuando impacta se dispersa por la estructura y no pasa nada», apunta el divulgador. Notaremos una sacudida, pero no habrá más consecuencias.
4
Es muy frecuente que quienes vuelan a disgusto pasen los días previos al viaje escrutando los pronósticos meteorológicos para ver si va a haber rachas de viento (en cuyo caso, su miedo se multiplica). Bien, pues es totalmente inútil. «No hay que mirar las previsiones: los modelos usados no son válidos para la aviación. Antes de un vuelo, se realiza un 'breafing' (reunión) previo y se informa al piloto de lo que se va a encontrar. Tienen toda la información. Además, disponen de radares con códigos de colores, de modo que cualquier cambio meteorológico lo ven muy claro», detalla el experto. Una curiosidad: rara vez coincide la información del piloto con la que tiene el pasaje, así que mejor dejar de mirar: no sirve de nada.
5
El miedo a volar y la búsqueda de 'fallos' van unidos.Es un intento de mantener el control en un medio que nos es ajeno y donde no nos queda más remedio que delegar la responsabilidad. Así que muchos revisan las ventanillas... y se ponen histéricos si aprecian una muesca, raya o grieta en una ventana. Tenemos que saber que sus cristales son como siete capas 'pegadas'. ¿Cómo van a estar dañadas todas? Además, si se apreciase alguna irregularidad que pudiese suponer un problema, se solucionaría antes de despegar.
6
Algunas personas tienen pavor a que algún pájaro se meta en el motor del avión y lo pare. Y la historia de 'Sully', el superpiloto que tuvo que aterrizar en el río Hudson después de que una bandada de aves estropease los motores de la nave no ha ayudado. Por eso, hay gente que si sabe que han sido avistados ejemplares grandes en la zona del aeropuerto (buitres y otras rapaces sobre todo) se echan a temblar. «Los motores están preparados para aguantar el impacto de pájaros, lo que se llama 'bird strike'.No el de uno, sino el de muchos. En el caso de 'Sully', lo que pasó es que se se toparon con una bandada entera de gansos grises, que son enormes... Fue algo excepcional», aclara Carvalho, quien recalca que las aves pueden dañar un motor, pero rara vez inhabilitarlo. «Y, de todos modos, un avión puede volar con un solo motor y también planear. Una vez, un avión en un vuelo Toronto-Lisboa se quedó sin motores en medio del Atlántico por unos malos cálculos con el combustible y fue planeando hasta una base de las Azores», recuerda.
7
La gente que se pone nerviosa cuando vuela tiene la costumbre de escrutar las expresiones del personal de vuelo en busca de indicios de inquietud. «Uno de los papeles de la tripulación es mantener un clima de confianza y calma», apunta Carvalho. Si creemos ver signos de inquietud en el personal, lo más probable es que veamos 'fantasmas' o que, simplemente, tengan un mal día. ¿A quién no le pasa en el trabajo?
8
Es una percepción agudizada por el miedo. Nunca volamos peligrosamente cerca de nada, ni de otro avión ni de cumbres, antenas... «Existe un sistema, llamado TCAS, que te avisa si estás más cerca de la cuenta de otro avión –detalla el experto–. Es tan fiable que, en caso de que el controlador aéreo diga una cosa y el TCAS otra, se le hace caso al TCAS». Y los obstáculos aparecen en cartas de navegación. También hay radares...
9
«¡Los pilotos no necesitan ver para pilotar! En un avión comercial se siguen las reglas de vuelo instrumental (IFR) y los pilotos van concentrados en los instrumentos de avión. Así que la visibilidad que precisan es mínima... Si miran por la ventana será como pasatiempo», asegura Carvalho.
10
Cuando llegan las turbulencias, mucha gente lo pasa fatal. Algunos hasta recurren a ese gesto tan patético y común de agarrase al reposabrazos, como si eso fuese a salvarles la vida en caso de siniestro.
«El aire es un fluido y, si las partículas en movimiento se desordenan, vienen las turbulencias, que pueden ser ligeras, moderadas, severas o extremas», detalla. Normalmente, las que nos incomodan son las moderadas y las que nos aterrorizan –y que no son muy frecuentes–, las severas, «cuyo riesgo es que nos demos un golpe contra algo o se nos caiga equipaje de mano encima, pero no que se desplome el avión», asegura Pedro Carvalho. ¿Ylas extremas? Casi no ocurren y mucho menos «en vuelos comerciales», ya que se sortean, desde luego. Son más conocidas en ámbitos militares o científicos y sí, suponen 'baches' de mucho metros... Pero nada más.
Control, control y más control
En aviación impera la ley de la redundancia: todos los sistemas van por duplicado (por si alguno fallase) y los más críticos, incluso por triplicado. Así que no es tan fácil como, ' se estropea algo, pues nos caemos'. Piensa esto cuando empieces a inquietarte.
El 'peligro' a veces es el pasajero
Los profesionales consideran que en los últimos años han aumentado los incidentes con pasajeros a bordo (por ataques de nervios, abusos de sustancias...) y esto sí que amarga el viaje a cualquiera, «ya que la histeria es muy contagiosa», indica Madejón. Si te ves en una situación con alguien así, intenta no empaparte de su descontrol.
Pon el oído... pero para tranquilizarte
Los pilotos nos invitan a realizar este ejercicio. «Si afináis el oído en los próximos vuelos veréis que los sonidos son siempre similares. Dos son los más perceptibles. El primero, procede de la parte inferior del avión: es el tren de aterrizaje –ruedas, amortiguadores y sistemas que permiten al avión tomar tierra y desplazarse por esa superficie– que estará subiendo o bajando, según la fase del vuelo en la que nos encontremos. «El segundo está cerca de las alas. Se producen por los 'flaps' (sistemas que ayudan a la sustentación de la aeronave) o los aerofrenos (contribuyen a reducir la velocidad del avión). Así que si escuchas estos sonidos, no te asustes, todo está dentro de la normalidad», indican portavoces del Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Comercial. Según Javier Madejón, vicedecano de la organización, la gente con miedo «entra al avión predispuesta a asustarse», algo que ocurre por «deconocimiento» y por pensar que los responsables del avión nos 'ocultan' cosas graves . «Siempre que podemos, informamos a los pasajeros», asegura. A mayor transparencia, menos miedo. «De hecho, antes del 11-S a veces entraban pasajeros en la cabina y al ver todo tan controlado se quedaban muy tranquilos. Lamentablemente, ya no es posible», apunta Madejón.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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