Borrar
Mikel Casal
Cómo compartir piso sin que la convivencia se convierta en un infierno

Cómo compartir piso sin que la convivencia se convierta en un infierno

El buen rollo de 'Friends' es ficción, sin reglas claras no funciona

Miércoles, 4 de noviembre 2020

Platos sucios apilados en el fregadero, rollos de papel higiénico gastados que nunca se sustituyen, pelos en el desagüe de la ducha, luces que se dejan encendidas todo el día, música a todo volumen, visitas inesperadas a horas intempestivas… Son situaciones que alteran hasta la convivencia más pacífica, y que no son inusuales en los pisos compartidos.

En España, la costumbre de independizarse recién cumplidos los 18 años no está tan arraigada como en Estados Unidos o los países nórdicos, pero aunque tarde, la mayoría acaba yéndose. Más de uno preferiría emanciparse solo, más a esas edades ya un poco tardías, pero no solo es querer, es poder... llegar a fin de mes. Y es complicado, ya que el alquiler en solitario puede llegar a 'comerse' hasta el 85,4% del salario de los menores de 30 años, según datos del Consejo de la Juventud (CJE).

Aunque los protagonistas de la serie 'Friends' nos han hecho creer que la convivencia con amigos es sencilla, la realidad es mucho más compleja... y no tan graciosa. Para evitar que el día a día se convierta en un roce continuo hemos pedido consejo a dos profesionales.

«Nos vayamos a vivir con un amigo o con un desconocido es importante saber lo que se estará dispuesto a tolerar en la casa y lo que no. Hacer una lista de 'líneas rojas' o aspectos primordiales que puedan alterar nuestro bienestar en el hogar puede ayudarnos a decidirnos sobre un piso u otro más fácilmente. No debe ser una lista muy larga y puede incluir ideas como: si los compañeros fuman, si tienen mascotas, si se comparten los gastos, cómo se organiza la limpieza de la vivienda o cuáles son las 'reglas' para invitar a gente a casa», orienta David Blanco Castañeda, psicólogo sanitario del gabinete Cenit Psicólogos.

El especialista sugiere, además, «quedarse en pisos donde se conozca mínimamente a los integrantes, si es que existe esa posibilidad, y aprovechar las entrevistas previas para detectar cosas que no nos gusten y hacernos una primera impresión de nuestros futuros compañeros».

También es interesante optar por viviendas donde no nos pidan demasiadas condiciones, con el fin de que podamos marcharnos cuando queramos. Para ello, hay que fijarse también en el tipo de contrato de arrendamiento que firmamos. En un contrato solidario el impago de la parte correspondiente a uno de los inquilinos o la marcha de uno de ellos hará al resto responsable de esos gastos, mientras que en un contrato mancomunado si uno de los ocupantes no paga, el propietario no se lo puede reclamar al resto.

«Una vez instalados, debemos darnos un tiempo de adaptación», destaca Mª Victoria Sánchez, psicóloga clínica en Grupo Laberinto. «Todo lo nuevo requiere un proceso de ajuste psicológico, así que lo mejor es ser paciente».

Aunque no hay una receta mágica que garantice la convivencia perfecta, estas son algunas claves.

Claves para un hogar armonioso

  1. Fijar reglas desde el principio

Sobre la limpieza, la compra, quién cocina, si se come o cena juntos, sobre llevar gente a casa, los ruidos... «Se pueden, incluso, poner por escrito para que quede constancia», sugiere María Victoria Sánchez. «Se trata de buscar una organización satisfactoria para todos, que genere la sensación de 'hogar seguro' y que ayude a prevenir futuros conflictos», añade.

  1. Flexibilidad y tolerancia

Es aconsejable ser flexible, generoso y tolerante con las costumbres de los demás. Practica la empatía y pregúntate: '¿qué puedo hacer yo para que todos convivamos más a gusto?'. «La autonomía en las tareas de casa o el manejo de los gastos y la estabilidad emocional también son cualidades importantes para convivir que podemos desarrollar antes o durante la convivencia», sostiene David Blanco.

  1. Comunicarse sin acumular

«Hay personas a las que les cuesta decir lo que les molesta porque tienen miedo de hacer daño a la otra persona, así que evitan el conflicto. A la larga eso es peor. Deberíamos comunicar nuestras preocupaciones cuanto antes para evitar que se enquisten», aconseja Sánchez. Para ello eso es muy importante generar un ambiente en el que se pueda dialogar. «Hay que tomarse las situaciones de conflicto como algo normal», destaca Blanco. Eso sí, las críticas hay que hacerlas «sin atacar» y, si el motivo de la crítica somos nosotros, lo mejor es escuchar, no ponerse a la defensiva y proponer una solución para el futuro o hacer algo por la otra persona que alivie el daño causado.

  1. No dar por hecho las cosas

Al convivir con un amigo se puede llegar a pensar que este debe saber lo que nos molesta porque nos conoce, pero no es así. Los amigos saben cómo somos fuera de casa, pero no dentro. Por eso, «si algo nos molesta, lo mejor es comentarlo cuanto antes y así evitar malentendidos», insiste Sánchez.

Cuatro experiencias reales

  1. Jorge García

    «Es agradable poder compartir unas risas con un amigo tras un mal día»

Jorge García (30 años) es asturiano, pero cambió los Picos de Europa por el asfalto madrileño cuando se trasladó a trabajar a la capital hace más de cinco años. Desde entonces comparte piso con un amigo de la infancia. Sobre ello declara: «La convivencia es buena y fuera de casa seguimos haciendo planes. Compartimos los gastos a medias, incluso la comida, que preparamos juntos para aprovechar recursos. Lo peor es que no tenemos organizadas las tareas y, como él es más desordenado, yo asumo gran parte de la limpieza. Aun así, es gratificante poder compartir unas risas con un amigo después de un mal día».

  1. Carlota Aynat

    «Lo peor es perseguir al más desordenado para que recoja»

Carlota Aynat (25 años) comparte piso en Madrid con otras dos chicas, una de ellas, conocida suya. Aunque es madrileña, decidió independizarse porque la convivencia con sus padres no era muy buena. Lleva así siete meses y el balance es positivo: «La verdad es que no coincidimos mucho, pero cuando lo hacemos nos ponemos al día. Generalmente, cada una recoge lo suyo, pero hay una más desordenada que el resto y perseguirla para que recoja no es agradable. Afortunadamente, tenemos una persona que nos ayuda con la limpieza una vez a la semana». En cuanto al confinamiento: «Lo pasé sola y, aunque tuve altibajos, me gustó tener la casa para mí».

  1. Luna Medina

    «Cada una limpia una semana y pagamos los gastos en común»

Luna Medina (24 años) procede de Toledo, pero vive de alquiler en Madrid. Se trasladó junto a una amiga de toda la vida y, más tarde, se les unió una tercera. Así lleva tres años, aunque pronto llegarán a su fin porque, próximamente, se mudará a vivir con su novio. Sobre esta etapa reconoce que lo mejor ha sido el apoyo mutuo y la buena organización. «Cada una limpia una semana y los gastos los pagamos en común», cuenta. El confinamiento también les ha unido. «Nos hemos amoldado para hacer cosas juntas y entretenernos: cocinar, ver películas... Lo más difícil va a ser despedirme de ellas. Me dará mucha pena y las echaré de menos», confiesa.

  1. Jaime Ruiz

    «Lo que más me incomoda es traerme un ligue a casa»

Jaime Ruiz (27 años) también comparte piso desde julio, cuando se mudó desde Ciudad Real a Madrid, con dos chicas que inicialmente no conocía de nada. «Por eso, no hacemos muchas cosas juntos y llevamos vidas bastante independientes», reconoce. Aun así, la convivencia es buena. «No tengo quejas con la limpieza y para organizar los gastos usamos la 'app' Tricount, que nos permite anotarlo todo y hacer cuentas», expresa. Lo que más disfruta de compartir piso es que «nunca estás solo y siempre hay alguien con quien hablar». Lo peor: «llevar un ligue a casa sabiendo que están ahí mis compañeras me resulta un poco incómodo».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

larioja Cómo compartir piso sin que la convivencia se convierta en un infierno