Secciones
Servicios
Destacamos
Quien se ve envuelto en un conflicto en la oficina tiene, obviamente, un problema. Quien, además, se lo lleva a casa puede tener dos. «Prohibido hablar de trabajo en casa, sobre todo porque cuando se habla suele ser en negativo y se entra en bucle. ... Y si fuera un desahogo útil, todavía, pero sucede a veces que le cuentas el problema a tu pareja y te dice que 'no es para tanto' con ánimo de relativizar y eso hace que la cosa empeore. No digamos ya si le parece que no tienes razón, entonces es que 'no me entiende'; o que no te da solución porque no la ve o no la tiene. ¿Qué ha pasado al final con ese desahogo? Que se ha vuelto en contra», advierte la psicóloga Elena Olaiz.
Aquí unas ideas para saber parar, cerrar el 'chiringuito' por la tarde... y hasta mañana.
Para que nadie se lleve el trabajo a casa, empecemos por repartirlo equitativamente. «Hay jefes que sobrecargan al empleado que lo hace bien, que trabaja con calidad y lo acaba quemando», advierte Elisa Sánchez, psicóloga experta en el ámbito laboral. Y lo mismo se 'cargan' las personas que asumen el trabajo que otros no hacen (bajas de compañeros, marchas que no se sustituyen...).
Antes se les decía 'vagos', ahora 'procastinadores'. «Hay quien tiene que entregar un informe el jueves y, aunque ha tenido tiempo durante la semana, el miércoles se lleva los papeles a casa porque no ha hecho nada los días anteriores en la oficina», retrata un perfil habitual Elisa Sánchez. «'Es que funciono mejor bajo presión', se excusará. Pero, no, no debería ser así». Y lo mismo se aplica al típico empleado descentrado que va saltando de una tarea a otra, mira redes sociales, no se focaliza en nada y, al final de la jornada, tiene que continuar porque no le ha dado tiempo».
Otras veces lo que nos llevamos a casa no son los informes de la oficina, sino el mal rollo con el compañero o el jefe. «Sucede mucho porque cada vez se trabaja más en equipo y todos tenemos la necesidad de gestionar los conflictos», expone Elena Olaiz. Muchas veces el problema se presenta incluso antes de que estalle el conflicto. En una paradoja, el problema es, en sí mismo, esta evitación del conflicto. «Como no quiero líos, no pongo límites; cómo no los pongo, el otro los transgrede; y, cuando lo hace, me siento aún peor». Un círculo del que se sale «diciendo no». «Hay que poner límites y eso significa decir lo que piensas. Si le tienes que decir que no, díselo. No hace falta ser brusco: 'Cuando pueda lo haré, pero ahora mismo no puedo'». Asegura Olaiz que «el primer límite es el más difícil» y que de ello dependerá también nuestra autoestima. «La autoestima no se hereda, es una conquista diaria». Elisa Sánchez coincide: «Hay jefes y clientes que empiezan a pedir cosas a última hora porque saben que las vamos a hacer. Pero eso excede al trabajo que nos corresponde y a ellos también hay que decirles que no».
Parece obvio, pero ¿usted se lo aplica? «Hay que saber parar porque siempre se puede seguir trabajando, siempre quedará algo por hacer. Y las personas muy autoexigentes, que quieren hacer su trabajo mejor que nadie, que se plantean expectativas diarias muy amplias no saben cómo parar». Pare, pero desconecte también. «Si llego a casa y sigo pensando en el trabajo, aunque físicamente no haga nada, estaré sacrificando mi tiempo de placer, familiar...», advierte Olaiz.
Pero, ¿y si lo sacrifico a propósito? «Hay un análisis más profundo que conviene hacer. ¿Por qué me llevo el trabajo a casa y para qué?, ¿tengo una adicción al trabajo?, ¿estoy buscando acaso reconocimiento extra?, ¿me gusta ir de víctima y decir a todo el mundo que soy el que más trabaja?, ¿estoy en el fondo evitando asumir responsabilidades familiares?, ¿prefiero seguir trabajando que bañar a los niños... por qué?, ¿me estoy refugiando en el trabajo para evitar la soledad al llegar a casa?», enumera preguntas clave Elisa Sánchez.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.