El primero de Induráin
Los Tours de Rosa ·
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Los Tours de Rosa ·
Al empezar el Tour de 1991, el Banesto no tenía un líder claroEn 1991, Miguel Induráin tomó el poder de Tour. Y no lo abandonaría hasta cinco años después. Al empezar la carrera ni siquiera era el jefe de filas de Banesto. El año anterior pudo ganar el Tour, pero el Banesto se equivocó de líder, como ... escribió 'L'Équipe', al sacrificar sus posibilidades por Delgado en los Alpes. El navarro, que venía de ser segundo en la Vuelta que ganó Mauri, compartía el puesto con Perico Delgado. Y también estaba Bernard. Echavarri dijo que hasta las dos etapas de los Pirineos no se decidiría quién sería el jefe y a quién habría que proteger. Los favoritos eran LeMond, Fignon, Delgado y Breukink. Induráin ganó la primera contrarreloj (la séptima etapa) y la segunda (la vigésima), ya con el maillot amarillo desde la duodécima entre Jaca y Val Louron.
Cuenta Alasdair Fotheringham en su libro sobre Induráin que a mitad de la ascensión al Tourmalet en 1991, Miguel preguntó a Echavarri cómo iban sus rivales. El jefe le dijo que Leblanc no iba muy bien y que LeMond, tampoco. Así que se decidió a atacar con Chiappucci, que ganaría la etapa. LeMond, el gran favorito, se vio descolgado. Fue la etapa decisiva. Bugno, que sería segundo en la general, perdió más de un minuto. LeMond llegó a siete minutos. Y Delgado, que sería noveno en París, empezó su carrera de gregario de lujo. Luego Induráin contó que, al pasar el Tourmalet, cuando los otros estaban con el avituallamiento y cogiendo periódicos para el frío, pensó: «No voy a parar. El que quiera que me siga».
En Alpe d'Huez ganó Bugno e Induráin entró segundo, así que, al terminar los Alpes, Miguel llevaba mucha ventaja. Y todavía le quedaba la contrarreloj de Lugny-Mâcon, penúltima etapa.
La afición española descubrió a un tipo de sangre fría que ganaba como si fuera en moto. Un tipo calculador, como si eso fuera malo (o antiespañol). Según Delgado, Induráin rompió sin pretenderlo el molde del complejo de inferioridad español. Induráin era un tipo al que le gustaban «las canciones en las que se pueda entender la letra» y cuya comida favorita era «lo que haya». Un tipo sencillo, rural y, a la vez, el símbolo de la presunta modernidad de España. Induráin fue lo mejor de los 90.
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