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¡Mi hijo ya lee y solo tiene 4 años! Es una pequeña victoria en la vida de los niños que a padres y madres les gusta exhibir. Para muchas familias, tener en casa un lector precoz es síntoma de que va a tener éxito ... académico. Y, en el otro lado de la balanza, a las consultas de pedagogos acuden muchos progenitores preocupados porque su hijo va con retraso respecto a su grupo de amiguitos en el dominio de las letras y temen que tenga problemas de aprendizaje. Ambas son creencias equivocadas que causan ansiedad a padres y madres y son fruto del debate abierto sobre la edad a la que los niños deben iniciarse en la lectoescritura. Hasta hace pocos años, los colegios comenzaban este proceso en Infantil –entre los tres y los cinco años–, pero ahora hay unanimidad entre los expertos: hay que esperar al primer curso de Primaria (seis años).
«En los últimos diez o quince años, la mejora de las investigaciones neurocientíficas, basadas en imágenes de resonancia magnética de la actividad cerebral, ha podido demostrar que muchos niños hasta los cinco o seis años no están cognitivamente preparados para el proceso lectoescritor», apunta Asier Romero, profesor del Departamento de Didáctica de la Lengua de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Aprender a leer «no es un acto espontáneo como puede ser el de hablar, en el que otras personas sirven de modelo y los niños actúan por imitación.
Leer requiere unas prácticas educativas concretas, por lo que hay que cumplir unos requisitos previos de maduración neurológica», ahonda la psicoterapeuta infantil Amalia Gordóvil. Y sin esa maduración de las áreas cerebrales vinculadas a las funciones del lenguaje, memoria y atención, no pueden hacer frente al reto lector y corren el riesgo de «generar frustración, falta de autoestima y ausencia de motivación por el aprendizaje», alerta Romero.
Estos argumentos científicos motivaron que los responsables educativos decidieran retrasar el proceso hasta el primer curso de Primaria, aunque aún algunos colegios lo mantienen en Infantil como gancho. «Hay centros que lanzan mensajes garantizando que los alumnos acabarán la etapa de Infantil sabiendo leer perfectamente, lo que atrae a muchos padres, pero no se debe forzar una maquinaria cuando no está a punto», insiste Gordóvil, docente en la Universitat Oberta de Catalunya.
No tiene nada que ver con la inteligencia. Que un niño no sea capaz de leer antes de los 6 años no supone que tenga problemas de aprendizaje, simplemente su cerebro no está preparado, lleva un ritmo de desarrollo cognitivo diferente. Y que sea un lector precoz «tampoco es un indicador de su futuro éxito académico», aclara el profesor de la UPV/EHU.
Esta tendencia de aprender a leer más tarde está extendida. «En una buena parte de Europa se aprende a leer y escribir a partir de los 6 años e incluso a los 7, como Finlandia. Es más, en muchos países se les escolariza a esa edad, la etapa de Infantil no existe. Ni siquiera la especialidad de grado en Infantil», comenta Romero.
Aunque esto no quiere decir que escolarizar a los pequeños antes de los 6 años no tenga beneficios para su desarrollo. «El currículum de Infantil es muy amplio. Trabajan la autonomía personal –vestirse o comer solos–, competencias, juegos, lógica matemática, expresión oral, música o plástica», añade. Habilidades que van a favorecer en el futuro el proceso de lectoescritura. En comunidades autónomas con una segunda lengua oficial es una etapa que ha adquirido un papel muy relevante. «En el País Vasco, la inmersión en euskera en el ciclo Infantil es fundamental para la adquisición de la lengua en la que estudiarán los alumnos», comenta el experto de la UPV/EHU.
En todo caso, los expertos señalan que debemos «quitar presión a las familias» sobre el aprendizaje de la lectura y la escritura. Lo que sí es bueno en los hogares es crear una actitud positiva en el niño, completa la psicopedagoga. ¿Cómo? «Estimulando su curiosidad con actividades relacionadas con la lectura, por ejemplo que el maestro y los padres les lean cuentos. Es importante también que vean leer en casa, porque los niños aprenden por imitación», añade esta experta.
Si los pequeños muestran un gran interés por entender lo que pone en los libros, si quieren leer, podemos comenzar a enseñarles en casa antes que en el colegio, apunta el docente de la UPV/EHU. Pero resulta fundamental plantear la lectura como un juego, como una actividad que se lleva a cabo por placer, ya que renunciarán si se convierte en un deber. Yexiste otro riesgo:cuando llegue el momento en que los compañeros de clase comiencen con la lectoescritura, ellos irían por delante y podrían llegar a aburrirse, dificultando su propio aprendizaje posterior.
Letras de plastilina Hacer letras de plastilina, además de mejorar la psicomotricidad fina del niño y avivar su imaginación, es muy útil para familiarizarle con las palabras. También se pueden preparar con ellos galletas en forma de letras.
Bingo Escribe y recorta en forma de círculo o cuadrado las letras del abecedario. Crea cartones de bingo sustituyendo los números por letras. Sacarás una letra y el niño tiene que comprobar si la tiene en el cartón. Podrá cantar línea y bingo.
El cazador de letras Escribe varias palabras en una hoja, con colores llamativos. Luego, nombras al niño 'cazador de letras'. Tendrá que reconocer y rodear con un rotulador de un color la letra que pidas. Luego, cambia de color y le pedirás que busque otra letra. Se pueden utilizar también las sopas de letras.
Leer en voz alta Una de las actividades que favorecen el gusto por la lectura es que los adultos lean cuentos en voz alta a los niños, a la vez que les enseñan las ilustraciones del libro. Y que nos vean leer, ya que actúan por imitación.
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