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Carmen Tudela, directora general de la compañía mallorquina GesHotels, mantiene una máxima desde el principio de su carrera.Que los clientes de sus establecimientos acaben su estancia satisfechos es el objetivo número uno. Para ello, durante el desayuno o la cena, invita a los huéspedes ... a rellenar un cuestionario «muy ameno». Repite esta encuesta tres veces al mes y, con los datos recabados, elabora un informe que la dirección recibe antes de que los clientes se levanten al día siguiente. «Lo más interesante es conocer de primera mano qué estamos haciendo bien y qué hay que mejorar mientras tienes todavía al turista en casa. Te ahorras comentarios no deseados en redes sociales y en plataformas como TripAdvisor. Creemos que una queja al oído es un regalo porque estamos a tiempo de mejorar su experiencia y que se vaya a casa cien por cien satisfecho», subraya.
Solo le falta añadir que sus quejas no se aireen en el estudio realizado por la empresa Passport-photo online que, bajo el epígrafe 'Los mayores problemas de los hoteles', recoge las quejas que más fastidian a los viajeros españoles. Que levante la mano quien no se ha llevado alguna vez una decepción porque le han alojado en una habitación sin vistas a la playa o le han sentado en la peor mesa.
Peccata minuta, en cualquier caso, comparado con las manías que de verdad desquician a los más pacientes. No hay aspecto que más desespere a los viajeros que la mala limpieza de las habitaciones. Esta cuestión enerva al 48,85% del millar de las personas encuestadas. Y casi a los mismos les hastía una escena que, por desgracia, sufre mucha gente en sus vacaciones ¿Quién no se ha enfrentado alguna vez a situaciones como esta?Tras intentar abrir sin éxito la puerta de la habitación, la luz de la tarjeta por fin parpadea en verde y ¿qué olfateas? Un olor desagradable que echa para atrás y te obliga a bajar de inmediato a recepción para dar cuenta del problema. Ya que el estudio se realizó a lo largo de 2022, muchos clientes siguen sin olvidar el comportamiento de aquellos huéspedes que «muy a menudo»vulneraban las medidas de seguridad decretadas durante la pandemia.
Ahora bien, hay aspectos que, por nimios que parezcan, irritan a muchos usuarios (48,25%). ¿Por ejemplo? Acudir al baño y encontrarte un rollo de papel higiénico de una sola capa. También molesta a algunos tener que hacer frente –algo cada vez más frecuente en destinos como las islas Baleares– a tasas inesperadas como, por ejemplo, en materia medioambiental.
Si pagar más de lo previsto no gusta, el mal funcionamiento de las tarjetas con las que acceder a las habitaciones fastidia prácticamente por igual que encontrarse obstruidos la ducha, lavabos e inodoros (47,56%) o navegar con un Internet lento (47,51%). Aunque cada vez más infrecuente, a la inmensa mayoría le resulta intolerable tener que «pagar por el wifi».
Y, en una época en la que vamos hasta arriba con cargadores de todo tipo para no perder las conexiones, al 47% de los clientes les desequicia alojarse en alojamientos con enchufes eléctricos de difícil acceso o insuficientes. Evidentemente, cansa, y mucho (47,07%), pasar una mala noche por acostarse en camas incómodas y carecer de almohadas y mantas agradables. Y a muchas parejas le disgusta enormemente que les den dos camas individuales para formar una de matrimonio y estas se separen cuando se acuestan en el centro.
El capítulo de situaciones que pueden echar al traste la mejor de las estancias se completa con el padecimiento a cuenta de los ruidos «de todo tipo»o la falta de soporte para colocar el jabón de manos. Que la jaboneta se deslice por la encimera y deje la superficie viscosa hastía a casi la mitad de los encuestados, una cifra muy similar a la de huéspedes que se quejan por la «insuficiente presión del agua»o la temperatura en las dependencias hoteleras.
No todos los clientes reaccionan de la misma manera cuando no reciben el trato esperado. El 46%deja sus quejas en una reseña 'online', mientras que el 37% notifica el problema al personal del establecimiento antes de hacer las maletas. Sin embargo, pese a sufrir una mala experiencia, un porcentaje significativo –19%– se queda de brazos cruzados y «sin hacer nada» y considera muy improbable dejar una mala crítica. No obstante, los regentes de los hoteles deben andarse con mucho cuidado porque el 59% asegura que no volverá a alojarse en aquellos locales «donde se encontró una o varias molestias». De ahí el empeño de Carmen Tudela de medir las percepciones y emociones de sus clientes. Lo hace, dice, para calibrar las «fortalezas y debilidades» del negocio.
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