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El cubo de Rubik se ha vuelto a poner de moda, junto a su versión 'triangular', el pyraminx. Son de los juegos que más se ven en los patios de los colegios y en las paradas de los autobuses escolares. En algunas tiendas, incluso, el ... modelo 'tres por tres' (el original) está agotado. Este puzle tridimensional, con 45 años de historia, se ha hecho fuerte en el grupo de juegos 'estrella' para el desarrollo cognitivo de los niños. Psicólogos y docentes explican sus beneficios.
El cubo de Rubik es un rompecabezas tridimensional que inventó el escultor y profesor de arquitectura húngaro Ernő Rubik en 1974. Lo creó de forma casual, como una especie de maqueta para explicar a sus alumnos cómo resolver un problema de estructuras de edificios a través de un proceso en el que se pudieran mover las partes de forma independiente sin destruir el pilar central. Lo llamó cubo mágico y desde entonces se ha convertido en el rompecabezas –y el juguete– más vendido del mundo. A partir del original, han surgido muchas variantes a lo largo de los años: 4x4, 5x5, pyraminx, gigaminx... Junto con el tradicional 3x3, el pyraminx –con forma de tetraedro– es la variante con más gancho para los chavales.
Se ha ganado a pulso formar parte de la élite de los juegos educativos, junto con el ajedrez, construcciones, cartas..., ya que «aporta un gran valor para el desarrollo cognitivo de los niños», detalla la psicóloga infantil Silvia Álava, autora del libro 'El arte de educar jugando'.
Este puzle «fomenta la atención y la concentración», destaca la especialista. Revela que estimula, en concreto, la denominada 'atención sostenida': «la cantidad de tiempo que el niño puede atender a una actividad o estímulo determinado». Esa capacidad viene muy bien para el estudio y el rendimiento académico. No es la única habilidad que se trabaja cuando tratamos de cuadrar las caras del cubo. Fomenta la creatividad y la capacidad de resolución, ya que es necesario buscar diferentes soluciones con el fin de lograr finalizar el rompecabezas con éxito; la paciencia y la perseverancia y el desarrollo motriz. Permite al niño aprender a ejecutar estrategias: dar todos los pasos necesarios y acabarlo.
En algunos colegios españoles se ha introducido como actividad educativa. Mejora la memoria, ayuda a los alumnos a adquirir conceptos de habilidad matemática –aprecian tamaños, direcciones y relaciones espaciales– y aprenden a reconocer elementos en el espacio.
«Es muy útil su uso en la asignatura de matemáticas, se puede incluso emplear para sumas, restas, multiplicaciones y divisiones, y también en el aprendizaje de las diferentes formas geométricas, pues son muchas las variantes que existen del cubo: esferas, dodecaedros, tetraedros...», señala Rafael García, profesor en una plataforma en la que se enseña a aplicar el cubo en los aprendizajes.
Pero no nos engañemos, este puzle en tres dimensiones no es fácil de resolver y lleva a niños y mayores a frustrarse y dejarlo abandonado en el cajón. «Requiere habilidades como concentración, memoria, agilidad mental, paciencia y buena orientación espacial para resolverlo», advierte la psicóloga Sol Fortea. Podemos encontrar una buena ayuda en las redes sociales: se cuentan por miles los tutoriales en YouTube y páginas especializadas, que siguen los chavales para aprender a completar el cubo.
Los expertos aclaran que saber resolverlo no es una evidencia de inteligencia. A este reto matemático se han dedicado numerosos estudios científicos. Una de estas investigaciones la ha liderado una docente de la UNIR, Norma Cano, con la que ha querido precisar sus beneficios reales. Hizo un trabajo con estudiantes de varios colegios para detectar sus efectos en la atención, la memoria y el rendimiento académico. «Los resultados muestran mejoras en atención sostenida, visual y táctil, y memoria, pero no en el rendimiento académico», dice la experta.
Resolver el cubo de Rubik no solo es un entretenimiento, es un deporte. Se denomina Speed Cube, y consiste en resolver el puzle con la mayor rapidez posible. Sus practicantes, los 'speedcubers', juegan en competiciones oficiales. Este deporte ha captado incluso la atención de Netflix, que emite un documental protagonizado por dos de sus competidores más brillantes. Son Feliks Zemdegs, campeón de velocidad en resolver el cubo, que lideró los torneos durante casi una década; y el joven autista Max Park, que en 2017 consiguió batir el récord mundial de Zemdegs en la final del Red Bull Rubik's Cube World Cup. «¿Por qué un joven autista es el más rápido? El cubo se puede completar memorizando una serie de movimientos y las personas con autismo tienen una gran capacidad de memoria», explica la psicóloga.
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