El bolso Birkin nació gracias a una cesta. Más concretamente a la que llevaba la cantante y actriz franco-británica Jane Birkin cuando, en 1984, subió a un avión en París con rumbo a Londres. Su compañero de asiento no era otro que el entonces ... presidente de la firma de lujo Hermès, Jean-Louis Dumas. En un momento del vuelo, del cesto de paja de la artista –entonces no llevaban cremallera–, cayó parte de su contenido. Mientras recogía sus enseres explicó al empresario y diseñador que no lograba encontrar el bolso idóneo para viajar. Un problema que el francés se ofreció a solucionar creando uno a su medida. Y es que no siempre el cesto ha sido tan cómodo y útil para el día a día como lo es en la actualidad.
Originariamente los capazos se utilizaban para la recolecta en el campo o para cargar los víveres en el mercado, por lo que no eran necesarias las cremalleras ni los bolsillos interiores. Solo hacía falta que tuviesen una gran capacidad, fuesen baratos de elaborar y muy resistentes, una característica que se ha mantenido en el tiempo gracias a las fibras naturales para confeccionarlo. Su uso como bolso tal y como lo conocemos hoy en día se remonta a décadas atrás, siendo en los años 60 su peor época, puesto que la utilización de los materiales sintéticos los dejó un tanto olvidados como complemento de moda. Sin embargo, en los 70 fueron recuperados por la comunidad hippie por lo bien que encajaban en sus ideales. Desde entonces, se mantuvieron en el tiempo como un indispensable en los vestidores, especialmente para la época estival. «Las cestas están asociadas al verano en todas sus concepciones», afirma la experta en moda Anitta Ruiz.
«Fue en los 2000 cuando recuperaron todo su esplendor con un aire renovado gracias a las casas de alta costura», explica Ruiz para añadir que las marcas de lujo «se inspiran en productos que han triunfado de manera natural». La consultora y divulgadora de moda especifica que detalles como «los bolsillos interiores, distintos tamaños de asas, remaches en piel o pañuelos de seda con los que dar un toque distintivo a través de la sofisticación» volvieron a poner el foco sobre el tradicional bolso. Como ejemplo, solo hay que ir al buscador de la web de la firma de lujo española Loewe y escribir cesta. Aparece un amplio surtido de diferentes tamaños y colores que tienen en común el uso de materiales naturales y resistentes como la hoja de palma o la de iraca. Un homenaje a la cestería artesanal, por ello especifican que no hay dos productos exactamente iguales.
Un oficio el de la cestería al que también apoyan otros grandes como Versace, Jimmy Choo, Fendi o Dior. Firmas todas ellas inmersas en la cultura mediterránea a la que pertenecen, donde las cestas siempre han sido claves desde tiempos inmemorables. De hecho, el término capazo tiene un origen provenzal derivado del latín vulgar capacium, que significa cesta.
Por otra parte, la globalización ha sido clave para que esta pieza rural pase del mercadillo al asfalto, pudiendo disfrutar de cestas de Portugal o capazos de las islas griegas en diferentes materiales, del clásico esparto entretejido o rafia al bambú o el cáñamo, pasando por materiales de nueva creación, como materiales de bajo impacto para el medio ambiente que imitan a los tradicionales. Es el caso de la española Mauska, cuyos artesanos de Ubrique combinan las técnicas clásicas con las nuevas tecnologías para elaborar bolsos con un material similar a la rafia, pero dotándolos de –aún– mayor resistencia.
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