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Bucear combina la experiencia de disfrutar de la belleza de los fondos marinos con el ejercicio físico y la relajación mental. Es una práctica deportiva sencilla y está al alcance de cualquier edad, pero exige una formación inicial de la que dependerá nuestra seguridad. Es ... obligatorio superar un cursillo, además de tener un especial cuidado con la equipación y respetar una norma fundamental: bucear siempre en compañía. Repasamos con expertos las condiciones para realizar una inmersión segura y agradable.
Existen dos requisitos para poder realizar una inmersión con botella de oxígeno. «Hacer un cursillo y contratar un seguro de responsabilidad civil», señala Javier Vázquez, técnico de la Federación Española de Actividades Subacuáticas. El seguro cubre los accidentes que suframos o los daños que podamos causar a terceros –el buceo incluye actividades como la pesca submarina–.
La primera toma de contacto se suele hacer a través de un 'bautismo de buceo'. En una jornada nos enseñan los principios básicos de esta actividad y hacemos una inmersión con instructor. Es una forma de saber si nos gusta este deporte... y si nos atrevemos. Pero si queremos obtener la autorización para bucear debemos completar el curso 'oficial' de nivel inicial. Esta certificación autoriza las inmersiones en aguas abiertas de forma independiente –sin instructor pero, ¡ojo!, no solos–, hasta los 18 metros de profundidad. Si completamos cursos de niveles superiores iremos ampliando esa distancia de inmersión y obtendremos titulaciones para ser guías de grupos de buceo o de actividades profesionales. Estos cursillos se realizan en clubes autorizados, pero es recomendable pedir información en las federaciones sobre los centros y planes de formación de confianza, porque es muy importante esa preparación que vamos a recibir.
La formación consta de una fase teórica y, una vez superada, otra práctica: primero buceo en aguas confinadas, en piscinas, y luego en aguas abiertas. El alumno aprende a conocer y manejar el material, técnicas de respiración, a desplazarse con el equipo bajo el agua, la estabilización, subir y bajar o los signos de buceo. La duración de los cursos depende de cada club. Deben ser de un mínimo de cinco días, aunque hay escuelas que se toman más tiempo y dan una formación más completa, que «siempre es mejor», aconseja el técnico de la federación. Los cursillos cuestan entre 300 y 400 euros.
Los buceadores se toman muy en serio el material –traje de neopreno, gafas, aletas, botellas de aire... – porque se juegan mucho. Debe estar homologado, supervisado por profesionales y ser de calidad. «Si alquilamos las botellas de aire en lugar de comprarlas, que es lo habitual, todo el equipo supone un gasto cercano a los 800 euros», detalla Vázquez.
Pero, cuidado, que esta práctica puede suponer un riesgo si sufrimos determinadas dolencias. «Por lo general, en la escuela de buceo te pedirán que completes un cuestionario para conocer tu estado de salud», destaca el experto. Las personas que tengan problemas de oído, sufran enfermedades del corazón o pulmones o alergias necesitarán autorización médica para poder realizar el curso.
Bucear es más que contemplar la belleza de los fondos del mar. «Requiere mucho movimiento bajo el agua, por lo que ayuda a tonificar los músculos, a desarrollar tanto resistencia como fuerza en piernas y abdomen y favorece articulaciones y ligamentos. Aumenta la capacidad pulmonar y mejora la circulación sanguínea», enumera Antonio Jiménez, monitor de buceo y técnico de actividades físicas y deporte. Los beneficios también son mentales. «En el agua practicas una respiración consciente y profunda que permite calmar nervios. Esa sensación de calma que te invade mientras buceas se compara con la meditación», añade el preparador físico.
Las islas Medas, en Girona. Poseen un fondo marino favorecido por su proximidad a la desembocadura del río Ter, que han convertido a esta reserva marítima en una de las más importantes del Mediterráneo.Es posible contemplar especies protegidas y muy especiales como el coral rojo, las estrellas de mar o esponjas.
La Reserva Marina de Cabo de Palos, en Murcia. Ha sido declarada en varias ocasiones como el mejor destino de buceo del continente europeo. Destaca por su gran diversidad marina. Tiene zonas reservadas para investigación de biólogos.
Parque Natural del Cabo de Gata, en Almería. Podemos contemplar praderas de posidonia, acantilados, paredes, grutas y cuevas, que acogen especies mediterráneas de cefalópodos, moluscos, anémonas o corales.
Menorca. Por sus aguas cristalinas y seguras, son el escenario perfecto para aprender a bucear. La zona de isla del Aire, cala Torret o la Reserva Marina del Norte de Menorca (Fornells) son de gran belleza.
La isla canaria de Hierro. Destaca por sus fondos volcánicos y su gran biodiversidad. Una de las zonas más frecuentadas por los aficionados es la reserva marina del Mar de las Calmas, con unos doce puntos de buceo señalizados.
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