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Pero, ¿qué te crees, que soy, un mono?». Lucía Pérez tiene 35 años y ha ido por primera vez a un rocódromo animada por una amiga que practica la escalada. Nada más llegar se fija en las paredes, con sus presas de colores y la ... gente encaramada a ellas cual primates. Le han dado ganas de salir corriendo. Además, le duelen los pies con ese calzado especial que tiene que usar: pies de gato, los llaman. Le aprietan el dedo gordo. «¿En serio tienen que ser así de pequeños?», se queja. Media hora más tarde, ya con más seguridad y desde lo alto de la pared más fácil, todo hay que confesarlo, se siente la reina del mundo: «Esto es la leche, ¿cómo no lo había probado antes?».
«Todo el mundo puede escalar», anima Iñigo Ayllón, vicepresidente de la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada. Solo hay que tener en cuenta algunos consejos básicos y algo de cabeza. El rocódromo es un buen lugar para dar nuestros primeros pasos. «Solo necesitamos ropa cómoda y unos pies de gato, que son un calzado especial hecho de goma que agarra mucho». En casi todas las instalaciones los alquilan y te asesoran sobre qué número es el tuyo: debe quedar muy ajustado. «Cuanto más cerrada está una mano, más fuerza hacemos. Pues con los pies, lo mismo», explica el experto.
Una vez equipados, comienza la actividad. Lo primero es calentar bien «y, si te puede asesorar un monitor, mejor». Además de coger temperatura corporal y movilizar brazos y manos, conviene también ocuparse de tobillos y rodillas, «incluso de cadera y espalda». «El rocódromo tiene un componente lúdico que a veces nos hace olvidar que también es lesivo». Primero, porque vamos a trabajar grupos musculares que no utilizamos habitualmente. Y después, porque lo más habitual es caerse o tirarse de las paredes a las colchonetas que hay debajo. «Y hay que saber hacerlo». Mejor aterrizar con el culo que con la cabeza, vaya.
A partir de aquí, no queda más que practicar. Otra cosa es si, con un subidón como el de Lucía, se nos ocurre ir el fin de semana a la montaña. Ahí, cuidado, porque la cosa ya se pone mucho más seria. «Para escalar en roca necesitamos dos cosas fundamentales: materiales y conocimiento de técnicas básicas», indica Ayllón. Ninguna de ellas se consigue en una hora.
Para empezar, además de una pareja, necesitamos los ya mencionados pies de gato: así como en el rocódromo nos vale con que nos ajusten más o menos, al aire libre los más 'pro' los llevan hasta tres tallas por debajo. También necesitamos un arnés para cada uno, un casco y cuerda con longitud suficiente. Asimismo, «habría que llevar una docena de cintas exprés», que cuentan con dos mosquetones en los extremos y sirven para fijarnos a la pared y a la cuerda. Y, por último, «un elemento asegurador», también llamado bloqueador, que es un dispositivo que tiene la persona que da cuerda al que asciende y que, cuando nota un tirón, frena el cabo, como si fuera un cinturón de seguridad.
Controlar las técnicas es indispensable antes de ponernos manos a la obra. Para ello, lo mejor es contratar a un guía de montaña titulado que nos dé las pautas. «Tenemos que asegurar a quien escala, tanto cuando asciende como cuando desciende», precisa Ayllón. Luego, debemos saber cómo pasar las cuerdas por las cintas exprés y hacer los nudos de encordamiento. Y no vale con el típico 'me suena' o 'creo que así vale': «Tienes que saber hacerlo sin pensar, de forma automática».
Con esto ya en la mochila física y mental, podemos echarnos al monte. Ahora bien, allí no vamos a encontrar las presas que se ponen en el rocódromo, con lo que las prisas las tenemos que dejar abajo. «Mucha parte de nuestro tiempo lo vamos a emplear en identificar los salientes de los que valernos para ascender».
Y un 'extra' que tiene este deporte. «Hay un fuerte componente social y acabas entablando relación con tus compañeros y con otras cordadas que te encuentras».
El componente físico en la escalada es importante, pero no el que más. «La gente confunde el nivel físico con la capacidad técnica, sobre todo, en el caso de los hombres», explica Ayllón. Y aunque la fuerza es necesaria, muchos accidentes se producen por «hacer mal algunas maniobras o no prestar atención al material técnico». ¿Y qué pasa si nos caemos o nos golpeamos? «Existen cursos de autorrescate que te preparan para estas situaciones, pero si no estás seguro de lo que hacer, mejor no hacer nada», prosigue el experto. Eso sí, si tenemos pensado practicar este deporte de manera habitual, lo mejor es federarse ya que ello incluye un seguro que te cubre en estos casos. Otro asunto a tener en cuenta es la previsión del tiempo y la estación del año. Hay sitios más recomendables en ciertos momentos que en otros. Y, además, para llegar a ellos siempre hay que hacer una aproximación. Es decir, que tendremos que andar hasta encontrarlos. «Pueden ser cinco minutos o cinco horas, por eso hay que estudiarlo todo antes», y llenar la mochila con todo lo necesario 'por si acaso': agua, ropa de abrigo y de lluvia, comida…
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