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Te entra el antojo normalmente después de comer o de cenar. Necesitas algo dulce. Y caes. ¿Conoces esa sensación? Es muy habitual y cuesta vencerla. Pero no se trata de que seamos débiles ante las tentaciones. No es un capricho, el antojo de dulce aparece ... por la necesidad que tiene el cerebro de obtener una «recompensa». Y, por desgracia, los alimentos dulces contienen un alto componente 'dopamínico' –que ni de lejos tienen las espinacas o el brócoli–: segregan endorfinas, la 'hormona de la felicidad', que genera una sensación de bienestar, pese a que solo es pasajera. Hay trucos para combatir estos antojos, aunque el principal sea entrenar la fuerza de voluntad.
Evita tentaciones. «No tengas en casa esos bombones, el bollo, pastelitos... ya que es la mejor manera de no caer en la tentación de comerlos», aconseja Marta García, psicóloga y psicoterapeuta.
Utiliza la fruta como fuente natural de azúcar. Tener una pieza de fruta encima de la mesa de trabajo o a la vista en la cocina–uvas y plátanos o alguna pera madura, que resultan muy dulces– evitará que busques ese capricho prohibido en la nevera o la despensa o que te acerques a la máquina de snacks de tu oficina, Además, la fruta contiene agua y fibra, por lo que, además de ralentizar la digestión, evita los altibajos que provocan los azúcares refinados. «Podemos trocear la fruta y endulzar con ella los yogures y otros postres caseros», señala el dietista y experto en psiconutrición Pablo Ojeda, autor del libro 'Comida, vamos a llevarnos bien'.
Especias. Algunas variedades simulan el sabor dulzón. Agregar canela o vainilla a un yogur o al café puede ayudar a superar el mono.
Come suficientes proteínas. Uno de los mejores trucos contra el antojo de dulce es tomar una comida saludable cuando sintamos el antojo. Y en cantidad. Mejor aún si es un alimento rico en proteínas. La proteína te da energía y, al mismo tiempo, estabiliza los niveles de azúcar en la sangre. Las investigaciones avalan esta estrategia: un estudio publicado en la revista 'Nutrition Journal' reveló que las personas que consumían un desayuno con alto contenido de proteínas (40%) tuvieron menos antojos alimentarios que aquellos que no desayunaron o que consumieron alimentos con solo un 15% de proteínas.
Grasas saludables. Las grasas tienen muchas calorías, pero aportan los nutrientes necesarios y también ralentizan la digestión –al igual que las proteínas– para que nos sintamos saciados y evitar de ese modo cualquier antojo de comida. Pero, cuidado, debemos consumir las que son saludables, no vaya a ser que cambiemos el dulce por el embutido –igual de perjudicial para el organismo–. Unas tostadas de aguacate con aceite de oliva o un puñadito de frutos secos pueden sacarnos de una 'crisis' de azúcar.
Haz ejercicio. Sal a pasear, a andar en bici, sube escaleras… «Hacer deporte te motiva para seguir una vida saludable y, además, es una excelente forma de relajar la mente y no obsesionarnos con esos picoteos de dulce», resalta la psicóloga.
Retrasa el antojo. Como norma, espera cinco minutos. Yponte a hacer otra cosa. Cuando pasen esos cinco minutos, seguramente habrás olvidado el antojo de azúcar. Busca actividades: «Leer, escribir, ver una película, escuchar música, incluso darse una ducha caliente», completa el dietista. Te distancias del antojo y liberas endorfinas, las sustancias químicas que hay en tu cerebro para que te sientas bien sin necesidad de tomarte un dulce. «Podemos hacer actividades que ayuden a relajarte, como meditar, respiraciones, yoga...», añade Marta García.
Dormir mucho. Descansar menos de las ocho horas mínimas recomendadas puede conducir a un desequilibrio hormonal: afecta a la grelina y la leptina, hormonas que intervienen en la sensación de hambre y saciedad. Aumentan los niveles de cortisol y disminuyen la cantidad de leptina (hormona que da la señal de parar de comer porque estamos satisfechos). Por ello, la sensación de hambre aumenta y puede dar lugar a la necesidad de ingerir azúcar. Numerosos estudios científicos avalan este proceso: un grupo de investigadores de la Universidad de Columbia analizó el sueño y la alimentación de más de 500 mujeres y descubrió que aquellas que dormían mal consumían mucho más azúcar agregado que aquellas que dormían bien.
Beber agua. La sensación de sed se puede confundir con hambre, así que es muy importante mantenernos bien hidratados. Ytiene, además, un segundo efecto: «Cuando sentimos el antojo, beber un vaso de agua puede ayudar a frenar esa necesidad. Nos sentiremos más llenos», aporta la experta en psiconutrición. Las infusiones de manzanilla, menta, cúrcuma o jengibre también funcionan.
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