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Sólo proteínas, ayuno intermitente... ¿qué dieta adelgaza más?

Sólo proteínas, ayuno intermitente... ¿qué dieta adelgaza más?

Relato (con su letra pequeña) de estas opciones de moda

Solange Vázquez

Viernes, 7 de julio 2023, 19:01

Ya va el mes de julio avanzando y, para estas alturas, según esas fantasiosas previsiones que la mayoría nos hicimos en primavera, ya deberíamos estar cañón, convertidos en unos figurines, porque, a ver, haciendo dieta (¿cuál? ¡cualquiera de moda!) y mucho más ejercicio, nada podía fallar... Entonces, ¿qué ha pasado para que ahora mismo luzcamos, un verano más, las curvitas de siempre? Pues que, la realidad, igual que en años anteriores, se ha impuesto a nuestras ideas locas. Y eso que sabemos que lo son: según un estudio de la Academia Española de Nutrición y Dietética –en colaboración con la Fundación Mapfre–, el 80% de la población cree que los regímenes 'milagrosos' son peligrosos y no funcionan, pero sólo un 20% se atreve a admitir que los ha probado.

Pero un asunto como este requiere, además de estudios, una constatación 'científica': la que firma este reportaje, o sea, yo misma, he probado dos dietas sacadas de Internet para ver si funcionan (o no) pero, sobre todo, para que los expertos se pronuncien sobre su letra pequeña y esos detallitos que no se suelen contar.Vamos allá con el relato de este experimento iniciado en mayo. Pero, antes, una advertencia: no intenten hacerlo en sus casas, no es sano (luego nos explicarán por qué). Y un 'spoiler': casi no he adelgazado. Vaya por delante que, aunque es discutible, tengo un peso correcto para mi edad (bien entrada la cuarentena), constitución (potente, con tendencia a las redondeces) y estatura (bastantes centímetros por encima de la media femenina nacional). Empezamos...

  1. DIETA 1: Sueño con mis tostadas del desayuno...

Dieta Hiperproteica

Explicación: Dos semanas comiendo proteína de forma moderada (huevos, pollo, pavo, ternera, pescado, unos 200 gramos) y sólo vegetales verdes o blancos (porque tienen menos hidratos). Ni lácteos, ni fruta, ni legumbres, ni alcohol, ni refrescos, ni azúcar...

Kilos bajados: 3,2 kilos en 10 días.

Lo mejor: No pasas hambre y, sí, pierdes peso rápido.

Lo peor: No permite ni un desliz y te deja cansada.

Opinión de la experta: «Al no consumir hidratos de carbono, llega un momento en que el cuerpo se queda sin reservas de azúcar y, para poder seguir funcionando, crea cuerpos cetónicos para poder utilizar la grasa que tenemos acumulada a modo de energía. Cuando ocurre esta situación, entramos en cetosis. Eso puede ocasionar debilidad, apatía, dolor de cabeza…».

Iniciamos el experimento como se deben iniciar las cosas: con ilusión, con determinación, con algo tan poco apetitoso como la tortilla de claras de huevo –que me perdonen sus fans, pero eso ni tiene buena pinta, ni buen sabor, ni alegría de vivir– acompañada por un café solo. Me dieron ganas de volverme a la cama y llorar por mi café con leche de siempre y mis tostaditas. El resto del día, bien, no paso hambre y hasta ceno mucho más de lo habitual (un rodaballo de ración y una ensalada gigantesca). En casa, avisados del experimento, ponen caras raras, alucinan un poco y manifiestan sus temores: «Si comes así al final lo que vas a hacer es engordar». Sería el colmo, vaya. Pero parece que puede ser llevadero... ¿O no?

No debí animarme tan rápido. El segundo día se revela la dureza del asunto. Estoy de mal genio desde la mañana. Y eso que le echo medio bote de pimienta a las claras de huevo del demonio para que, por lo menos, se enmascare su sabor a corcho remojado en un charco. En mi mal humor no sólo influye que esta dieta me ha fastidiado el desayuno, mi comida favorita del día, también ocurre que me encuentro sin energía. ¿Estaré incubando algo? (algo que no sea un huevo sólo con claras, por favor). Pues no, porque pasan los días y la flojera, sin más síntomas, sigue ahí. Y estar así, a medio gas, me pone de muy mala leche.Encima, una noche sueño que me como mis añoradas tostadas (el despertar fue desolador). Eso sí, noto que la ropa me queda más floja... Y eso me anima un poco.

Pero llega, ay, el fin de semana, que significa cañas y raciones con los amigos. La cosa se pone fea: vamos a un bar de moteros, todos piden cervezas y yo agua con gas. Los moteros, alucinando y con ganas de pasarme por encima con la Harlem, seguro. Y yo en mis trece, más dura que ellos. ¿Hago más renuncias durante el 'finde'? Varias. Digo no a un vermú con colegas, a probar las torrijas de mi suegra y a comer cosas ricas en el cumpleaños de mi sobrino, lo cual me parece muy poco cortés, porque se lo han currado mucho. Y llega el décimo día, se me acumulan varios compromisos ya ineludibles y... ya vale, decido dejarlo en este punto y pesarme para ver si los sacrificios han servido de algo. Pues sí: 3,2 kilos menos, que es muchísimo. La pega es que tres semanas después esa pérdida se había reducido a la mitad y a día de hoy ya sólo es un recuerdo. ¿Compensa? Creo que no.

Aida Monjas, nutricionista de 'Sabe a vida nutrición', se muestra comprensiva conmigo: «Al final, cambiar un hábito o costumbre de forma radical hace que sea mucho más complicado mantenerlo en el tiempo. Además, chica, después de haber tenido algo prohibido, se te han juntado el hambre con las ganas de comer. Y, en cierto modo, buscaste satisfacción y placer por esos días de 'castigo'... ¡Ojo! Desde este punto es muy sencillo entrar en el bucle de recompensa-castigo e incluso desarrollar algún trastorno de la conducta alimentaria. Y ya te vale hacer esos experimentos y menos sin supervisión. Por suerte fueron poquitos días. Si lo hubieras mantenido durante más tiempo, podrías haber tenido deshidratación, estreñimiento, dolor de cabeza, calambres musculares, un aumento del ácido úrico.Si es que...».

  1. DIETA 2: S.O.S, leche con galletas de madrugada

Ayuno intermitente

Explicación: una de las modalidades más frecuentes es la de pasar 16 horas sin comer (sólo se puede beber agua, café o té) y concentrar la ingesta (comida sana, mucha fruta, verdura, proteína y legumbres) en solo ocho horas.

Kilos bajados: ninguno (sólo faltaba).Tiro la toalla el primer día. No, para ser exactos, la primera noche.

Lo mejor: te animas a hacerla porque no es muy restrictiva, la clave son las horas.

Lo peor: si llevas mal tener el estómago vacío... ni lo intentes.

Opinión de la experta: «Al realizar ayuno el aparato digestivo y las hormonas implicadas como la insulina (que a veces de sobresaturación no funciona del todo bien), van a responder mejor, ya que no están todo el rato trabajando.Tiene esta parte 'buena'».

Seré breve. Muy breve. Empiezo esta dieta en principio para dos semanas.El primer día desayuno más tarde de lo habitual, a las 10.00 horas, y para esa hora estoy muerta de hambre porque ya llevo tres horas andando por el mundo con el estómago vacío. Mi última ingesta del día es a las 18.00 y ver cenar a mi familia tres horas después me mata. Irme a la cama a medianoche con las tripas quejándose sonoramente, más. Imposible dormir, así que a eso de las dos de la madrugada me levanto y me tomo un enorme vaso de leche caliente con galletas, el mejor somnífero. Al cuerno el experimento. La nutricionista Aida Monjas destaca algunos beneficios de esta dieta, pero entiende que no fuese capaz de llevarla a cabo: «No sirve para todo el mundo, puede aumentar la ansiedad e interferir en tu vida cotidiana, además está contraindicada si tienes algunas enfermedades», advierte la especialista.

  1. DIETA 3: Ahora sí, despacito, pero con avances

Dieta: nada de dieta, comer bien.

Explicación: beber un litro y medio de agua al día, hacer tres comidas en condiciones y, si se tiene hambre entre horas, yogur o fruta. Tomar pan integral, unas dos rebanadas al día, si se quiere en el desayuno: café con leche y tostadas con fruta machacada o compota, o tostada de pan con tomate o avena con frutas... Comer legumbres una o dos veces a la semana (dos cazos), pasta un día, proteína con guarnición de verduras a diario. Todo en cantidad moderada, cocinado con la menor grasa posible.Evitar alcohol, embutido y dulces, pero permitirse algún capricho... ¡y disfrutarlo! Ah, y no compensar al día siguiente, simplemente, volver a la buena senda.

Kilos bajados: casi 3 kilos en tres semanas.

Opinión de la experta : «Perder de 2 a 4 kilos en un mes es una buena media (también depende del exceso que tengamos)».

Con poca convicción, la verdad, inicio, para redondear el experimento, la opción 'buena': comer de forma razonable y hacer ejercicio tres veces por semana.Demasiado sencillo para obtener resultados, me digo.Y, encima, con algunas panzadas por ahí salpicadas. Pero voy notando que se me afina la silueta y, al cabo de tres semanas, lo confirmo con la báscula: casi 3 kilos menos. Eso sí que es milagro y no algunas dietas que hay por ahí. «Lo has hecho genial –aplaude, por fin, Monjas–, has intentado mantener un equilibrio entre alimentación, salud mental y actividad física. Eso es».

¿Muchas dietas? Cuidado, podemos crear resistencias metabólicas

El 81% de quienes han seguido una dieta milagro son reincidentes: han realizado entre una y tres dietas de media en los últimos años. La mayoría las hace entre una semana y un mes (40%), seguida de las personas que lo hacen entre tres y cuatro meses (31%). De hecho, algunas personas ya han cogido la costumbre de someterse a determinadas dietas milagro al menos una vez al año. Y ojo con empalmar una tras otra. «Podemos crear resistencias metabólicas. El cuerpo tiene memoria y hemos subido y bajado bruscamente tantas veces de peso que el cuerpo deja de responder y se estanca en unos kilos –advierte Aida Monjas–. Hay que pensar que si las veinte veces que hemos intentado este tipo de 'soluciones' hemos vuelto al punto de partida, será por algo».

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