Secciones
Servicios
Destacamos
Elegir un pollo en el supermercado con la intención de que sea el mas saludable posible, que haya comido cereales y no piensos de baja calidad, que haya vivido correteando por el campo en lugar de estar enjaulado, hacinado y sometido a técnicas de engorde ... exprés en granjas industriales es difícil. Nos topamos con un jeroglífico de denominaciones y etiquetas con informaciones muy diferentes, que pueden aludir a conceptos vagos como el «bienestar animal», los días de crianza o hasta el tiempo que pasan al aire libre, pero que no nos dan la medida de su calidad nutricional real.
«Para el consumidor el desafío es distinguir entre los distintos tipos de producción que existen y las denominaciones comerciales que reciben», alertan desde la Organización de Consumidores y Usuarios. Resaltan, además, que hoy en día resulta aún más «complejo» que hace años por la aparición en el mercado de pollos certificados, camperos, de caserío, criados en libertad... entre otras muchas denominaciones. Además, las etiquetas de los pollos «ofrecen información muy variopinta –desde el tipo de alimentación al hecho de no haber usado antibióticos durante su crianza– y con frecuencia los nombres legales no coinciden con los comerciales, lo que añade dificultad a su identificación por parte del consumidor», añaden en la OCU. A este confuso panorama hay que sumar que existen 'sellos' de origen que indican su procedencia, como Galicia Calidades o Tierra de Sabor en Castilla y León, y que en algunos casos como Eusko Label Kalitatea del País Vasco, implican el cumplimiento de otras exigencias de calidad.
De ese modo, la «oferta alternativa» a la del pollo de cría industrial es enorme e incluye «fórmulas de producción muy distintas» que dan lugar a carnes de diferentes calidades. Para el profano (osea, casi todos) una referencia es el color: si es amarillo, es mejor. Pues no necesariamente. «Ese color no significa que sea campero o ecológico, solo que ha comido más cereales como maíz o zanahorias o que se le han añadido aditivos al pienso», advierte la farmacéutica Marian García, conocida en redes sociales como Boticaria García. Otra confusión: que se críen al aire libre no es siempre lo mejor, «el bienestar depende de que el sistema sea el adecuado a la raza y de los buenos cuidados», completa la OCU.
Por tanto, si lo que queremos son pollos con alimentación cien por cien vegetal, ecológicos o de engorde lento tenemos que buscar esa mención explícita en el etiquetado. Boticaria García nos tranquiliza: todos los pollos que se venden van a cumplir los estándares de seguridad alimentaria y no vamos a encontrar aves hormonadas –un rumor que se ha extendido desde hace años– porque «sería un delito».
Estas son las denominaciones reconocidas, aunque puede que no las encontremos en los empaquetados, según detallan la empresa SGS, que concede esas certificaciones, y la OCU.
El 97% del pollo que consumimos procede de granjas industriales, donde en un metro cuadrado se crían hasta 33 kilos de ave (así se mide). El 'broiler' engorda rápidamente con piensos, su carne es blanquecina y de sabor menos intenso. Se crían de forma intensiva en el interior de granjas –no salen al exterior– y el tiempo medio hasta su sacrificio es de 42 días.
Estas aves también están criadas en nave cerrada, pero cuentan con más espacio –25 kilos por metro cuadrado– que los industriales y un período de crianza mínimo de 56 días. Pueden ser de carne blanca o amarilla, según la alimentación que se les dé.
Además de un período mínimo de engorde de 56 días, los animales, al menos la mitad de su vida, han tenido acceso para salir a un espacio exterior con vegetación. Y este espacio al aire libre es grande: sus dimensiones mínimas son de un metro cuadrado por pollo.
Son de crianza más lenta. Su período mínimo de engorde son 81 días y salen al exterior a partir de la sexta semana –parques de dimensiones de dos metros cuadrados por pollo–. Este tipo de ave debe ser alimentada con un mínimo del 70% de cereales durante la fase de engorde. La OCU apunta que se comercializa también con el nombre de 'pollo de corral'. «Pero ojo, solo la denominación campero está regulada», advierte Boticaria García.
Tiene las mismas exigencias de alimentación y tiempo de cría que el campero tradicional pero, además, las aves tiene acceso a una zona exterior de superficie ilimitada. Respecto a la proporción del espacio disponible en el interior: meten doce pollos en un metro cuadrado.
Estas aves solo comen alimentos ecológicos, que no hayan sido tratados ni modificados con sustancias químicas. Deben ser de crecimiento lento –81 días, como los camperos–, les aseguran unas horas de descanso –ocho sin luz artificial– y les crían en un espacio que les deja libertad de movimientos y con acceso al exterior.
Alimentación: En el mercado español se está indicando en la etiqueta el contenido mínimo de cereales que comen –a partir del 70%–; de maíz –desde 65%– y si la alimentación es cien por cien vegetal –siempre que no lleven harinas de pescado o grasas de origen animal–.
Bienestar animal: La marca de certificación a nivel estatal es 'welfair', pero hay otras.
Sin antibióticos: Toda la carne de pollo disponible en el mercado debe estar libre de residuos antibióticos y otras sustancias farmacológicas, de cuyo control se ocupa la Administración. Aunque el uso de antibióticos está autorizado en la producción de aves exclusivamente para uso veterinario ante una enfermedad y respetando el período de retirada antes del sacrificio para que no quede ningún tipo de residuo en la carne. Esta mención garantiza que ese animal no ha tenido ningún contacto con antibióticos durante toda su cría.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.