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Cacahuetes, frutos secos en general, cereales, arroz, habas de cacao, especias... Pueden estar contaminados por un «enemigo oculto» que representa un «serio riesgo» para la salud humana y que suele pasar desapercibido para el consumidor porque «ni se ve, ni se percibe en el gusto», ... alertan los expertos en seguridad alimentaria. Se trata de las micotoxinas, «una sustancia producida por varios centenares de mohos que pueden crecer sobre determinados alimentos en determinadas condiciones de humedad y temperatura», precisan en el Ministerio de Consumo.
Las autoridades sanitarias conocen bien estos compuestos químicos producidos de forma natural en algunos hongos y tratan de mantenerlos a raya mediante programas de vigilancia y control para evitar que los consumidores entren en contacto con alimentos contaminados. Aunque la lista es extensa, las aflatoxinas –producidas por especies del género Apergillus– son las micotoxinas más frecuentes y las que suponen un mayor peligro para nuestra salud. Según los datos que maneja el RASFF, el sistema de alerta rápida para informar sobre asuntos de seguridad alimentaria en la Unión Europea, los frutos secos fueron los alimentos que más casos registraron en 2021 por la presencia de aflatoxinas en niveles por encima de los permitidos (273 de 399). «Por suerte, la mayoría fueron notificaciones de rechazo en frontera. Es decir, no llegaron a entrar en el mercado europeo», se felicitan en la red de alertas.
La contaminación puede producirse en cualquier momento de la cadena alimentaria (cosecha, recolección, almacenamiento, transporte....) y afecta no solo a los frutos secos, sino también «a los cacahuetes, maíz, arroz, habas de cacao, uvas, copos de cereales, higos, frutas deshidratadas, pan, pasta, cereales de desayuno, especias, vino, café, cerveza, zumos, leche, queso, alimentos infantiles e incluso al pienso de los animales», enumeran los expertos.
El «gran problema» de las micotoxinas en general y de las aflatoxinas en particular es que son prácticamente imposibles de eliminar una vez contaminan el alimento porque son muy estables. En otras palabras, este tipo de sustancias resisten los procesos de secado, molienda y procesado. «Y tampoco desaparecen aunque los productos se cocinen a altas temperaturas», añaden en el Ministerio de Consumo.
Según explican los expertos en seguridad alimentaria, «en todas las fases de la cadena alimentaria se retiran los granos y productos enmohecidos o dañados, pero si el producto ya está contaminado poco se puede hacer más allá de análisis periódicos para detectar este tipo de toxinas. Y, en el caso de que se confirme la presencia de estos hongos, el alimento se retira del mercado».
¿Qué efectos tienen sobre nuestro organismo? En concentraciones elevadas pueden causar una intoxicación aguda, pero esto es poco frecuente. De hecho, lo más habitual es que la intoxicación se produzca por el consumo frecuente de alimentos contaminados a bajas concentraciones. Las aflatoxinas no solo son genotóxicas (capaces de causar daño en el ADN), sino que también se consideran cancerígenas. «Ingerir habitualmente alimentos contaminados por estas toxinas puede desembocar a largo plazo en cáncer de hígado. Por este motivo, es sumamente importante que los niveles detectables no se pasen por alto y los productos contaminados no lleguen al mercado», alertan en la OCU, que acaba de analizar la presencia de micotoxinas en 127 envases de frutos secos y cacahuetes.
«Los resultados son tranquilizadores, pero debemos celebrarlo con prudencia porque sabemos que los niveles de micotoxinas no son constantes y pueden variar incluso entre lotes de un mismo producto. Las inspecciones y las alertas registradas reflejan que en el mercado existen productos con niveles altos de contaminación, por lo que es esencial que continúen las actividades de monitorización por parte de las autoridades», insisten en la OCU.
Cómo se contaminan los alimentos
Factores biológicos «Se calcula que un 25% de los cultivos mundiales están contaminados por micotoxinas. Y de todos los alimentos, los frutos secos son los más susceptibles», explican en la OCU.
Factores ambientales Las altas temperaturas, las noches cálidas y la sequía favorecen el desarrollo de estos compuestos químicos, que se extienden por el campo a través del aire y la lluvia. «En general, la producción máxima de estos hongos se produce entre los 24 y los 28 grados centígrados, temperaturas propias de los ambientes tropicales».
Cosecha «Las heridas producidas en las plantas por el granizo, los insectos y las máquinas cosechadoras abren las vías de acceso a estos hongos», añaden los expertos en seguridad alimentaria.
Almacenamiento Cuando el alimento está infectado por el hongo, la humedad y el calor en los lugares de almacenamiento favorecen el desarrollo y la producción de estas micotoxinas, que la mayoría de las veces ni se perciben a simple vista ni se notan al comer el producto.
Consumo humano A largo plazo, la ingesta continuada de alimentos en mal estado puede causar cáncer de hígado.
Consumo animal Los animales que se alimentan con cereales contaminados, metabolizan las toxinas, que después pasan a la carne y a la leche.
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