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Cuidarse la piel no es cosa de darse cremas. O no solo. Con ellas podemos solucionar trastornos, mejorar su aspecto, retrasar la aparición de arrugas ... e imperfecciones... Pero hay otra cosa que podemos hacer a diario para que los efectos de los cosméticos se multipliquen sin necesidad de invertir mucho dinero. Casi nos resultaría gratis porque se trata de comer, que es algo que ya hacemos.
Ingerir unas cosas u otras influye en el estado de nuestra piel. Y lo hace tanto para bien como para mal. «Los hábitos alimentarios y los niveles de nutrientes no solo pueden dañarla, sino que son fundamentales para repararla», señala Ana Belén Ropero, profesora de Nutrición y Bromatología en la Universidad Miguel Hernández. El ejemplo más claro es el del agua: en cuanto nuestro cuerpo nota que le falta va mostrando señales de que es así. Y algunas se aprecian a simple vista: «La apariencia de los labios y las extremidades es un reflejo directo de nuestro estado de hidratación», prosigue.
Pero no siempre es tan sencillo. ¿Te habías planteado alguna vez que el tomate que tanto te gusta no es lo mejor para tu tipo de piel? Seguro que no porque este alimento está clasificado como saludable. Sin embargo, aquellos que tienen piel sensible deberían evitarlo, recomienda Paula Martín Clares, especialista en Dermofarmacia y autora de 'La salud de tu piel está en lo que comes' (Ed. Zenith).
«Aunque parece fácil, la dieta de las sociedades desarrolladas no cumple con las proporciones de nutrientes ideales», precisa Martín Clares. Así que en estas circunstancias ya no podemos estar tan seguros de si lo hacemos bien para la piel en general... y para la nuestra en particular. Pero que no cunda el pánico: aquí te dejamos una guía básica. Y ya te adelantamos que no vas a tener que hacer ninguna cabriola.
Lo primero que tendrás que hacer es proporcionarle los lípidos de los que carece. Y en la mesa eso lo puedes hacer consumiendo alimentos ricos en ácidos grasos omega 3. «El salmón y la caballa ayudarán a estabilizar su barrera protectora natural», señala Martín Clares. También debes asegurarte de que consumes germen de trigo, sardinillas y semillas de calabaza porque necesitas zinc; y espárragos, huevos, cebolla y ajo, por el azufre.
En cuanto a las vitaminas: las tuyas son la A, la B y la C, que las encontrarás en «albaricoques, zanahorias, fresas y kiwis». También debes tomar alimentos ricos en betacarotenos, «que se pueden obtener de vegetales de hoja verde y de frutas y verduras de colores anaranjados y amarillos». Por último, biotina, y no, no en pastillas: aumenta la ingesta de «yema de huevo, copos de avena, tomates, espinacas, productos lácteos, plátanos y nueces», concluye la experta.
«El mejor cuidado que le puedes dar es mantenerla limpia», enfatiza Martín Clares. Y eso es lo mismo que puedes hacer en la mesa: la fibra es tu amiga. «Consumir panes integrales y cereales en grano evitará que acumules toxinas». También se recomienda priorizar alimentos diuréticos como la piña, la alcachofa o los espárragos. Pero el hecho de que la piel sea grasa no significa que debas erradicar los ácidos grasos esenciales: al contrario, toma nueces y semillas, que «ayudan a reducir la inflamación y combatir los efectos de los radicales libres». Y cuida el aporte de omega 3 con la caballa y el salmón.
En el caso de las vitaminas, la A «ayuda a regular la producción de sebo y acelera la renovación celular». Atibórrate sin miedo de frutas y verduras rojas, amarillas y naranjas: zanahorias, tomates, calabaza, melocotón, mango, cerezas. También tiene mucha la col kale, las espinacas, las acelgas... Otro grupo interesante para ti son los probióticos, presentes en el yogur y el kéfir, por su efecto en la flora intestinal, que luego se refleja en la piel, explica Martín Cares.
Como ya has visto, tienes que evitar el tomate. ¿La razón? Pertenece a ese grupo de alimentos que aumenta la hiperreactividad de la piel y el sistema inmune. Y es que en este caso, es muy importante atender a lo que no le gusta a la piel sensible. «Debemos limitar el consumo de alimentos ácidos y aumentar el de alcalinos», señala la experta. Evita también «la carne roja, las moras, la harina refinada, los condimentos y la cafeína». Y cámbialos por «pera, batata, almendras, pipas de girasol, aguacate y espinacas».
Pero más que de líneas rojas, aquí hablamos de las verdes. Así que lo que sí puedes y debes primar en tu dieta son los ácidos grasos saludables, a través de almendras y semillas de cáñamo:«Reducen la inflamación y la irritabilidad de la piel y ayudan a aliviar la picazón y el escozor». Y aumenta la ingesta de vitamina B «porque refuerza la barrera epitelial» con germen de trigo y cereales integrales.
En este caso lo que necesitas, sobre todo, es agua y por tanto, debes consumir alimentos ricos en ella. Es el caso de «las verduras de hoja verde y el pepino». ¿Frutas? Sandía, piña y manzana, por supuesto. Asimismo, te vendrán bien las fresas, el melón, la papaya, el níspero y el melocotón. Los cítricos te convienen porque aportan «antioxidantes y vitamina C», muy interesantes para luchar contra los radicales libres. Y si te gustan las infusiones, las más adecuadas son las de «lavanda, romero y manzanilla», que, además de hidratantes, tienen propiedades antienvejecimiento.
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