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La ginecóloga Lorena Serrano le llama la atención el «desconocimiento generalizado» que aún existe en torno a los anticonceptivos. «En consulta veo a muchas mujeres que no solo ignoran todas sus opciones, sino que ante algunos métodos se muestran reacias. Me preocupa que se decida ... desde el miedo o la ignorancia. Cuando se les pregunta, sorprendentemente, repiten los mismos mitos y creencias erróneas acerca de algunos anticonceptivos: engordan, te hacen infértil, causan depresión, producen cáncer...», lamenta la autora del libro 'Conócete bien, cuídate mejor' (Ed. Planeta).
Al margen de estas creencias, la mayoría sin base científica alguna, los especialistas de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) aclaran que no existe un método cien por cien ideal, sino que «lo habitual es ir cambiando en función de nuestras circunstancias personales. Además, cuando una relación no es estable, deberíamos pensar también en la prevención de las enfermedades de transmisión sexual, que no han dejado de crecer en los últimos años, y eso no lo consiguen todos los anticonceptivos». En este caso, «tenemos dos opciones: o bien usar directamente el preservativo o utilizar lo que se conoce como el doble método, el anticonceptivo de tu preferencia más el preservativo», recuerda la doctora Serrano. Estas son algunas de las opciones a las que se puede recurrir .
El preservativo masculino es uno de los métodos anticonceptivos más usados en el mundo (21%) –solo superado por la esterilización femenina (24%)–, pero no es el único. «Cuando hablamos de métodos no hormonales, también nos referimos al preservativo femenino, al DIU de cobre, a los métodos irreversibles (vasectomía o ligadura de trompas) y a los llamados anticonceptivos pericoitales (diafragma, capuchón, espermicidas o la esponja)», puntualiza la doctora Serrano, conocida en redes sociales como Hello.gyn.
Los preservativos son el típico método barrera y el único capaz de protegernos también de las enfermedades de transmisión sexual (ETS). «Sin embargo, su eficacia para evitar un embarazo no es tan alta como pensamos: existe un riesgo del 13% porque a veces no se manipulan con cuidado, no se colocan bien o se dejan para el último momento», alertan los expertos en planificación familiar.
¿Y el preservativo femenino? «Similar, pero a la inversa. En vez de cubrir el pene por fuera, el condón femenino es una bolsita que cubre la vagina por dentro. Es más difícil de usar y requiere de cierta práctica para que quede bien ajustado», precisa la ginecóloga.
En cuanto a los métodos pericoitales –se llaman así porque te los puedes poner unas horas antes de mantener relaciones sexuales–, los más usados son el diafragma y el capuchón cervical. «Ambos actúan de una manera muy similar. Cubren el cuello uterino, de manera que impiden el paso de los espermatozoides. Es como ponerle un tampón al cérvix», describe la doctora Serrano. Fallan entre el 15% y el 26% de las ocasiones, por lo que deben usarse siempre junto con los espermicidas (geles que contienen químicos que inmovilizan o matan los espermatozoides). Eso sí, ninguno protege de las ETS.
Otra opción menos conocida son las esponjas cervicales, unos discos de un solo uso que se colocan en la vagina y suelen contener espermicidas. Cuidado porque pueden llegar a fallar un 20% de las veces, sobre todo en mujeres que han tenido más de un parto.
El DIU de cobre es uno de los métodos no hormonales más efectivos para evitar el embarazo. Este dispositivo intrauterino puede llevarse durante cinco años, algunos hasta diez y lo usa el 17% de la población femenina. «Colocar un DIU es molesto y puede doler, pero la experiencia varía mucho de una mujer a otra».
Los anticonceptivos hormonales son el cuarto método más usado en todo el mundo para controlar la fertilidad por detrás de la ligadura de trompas, el preservativo masculino y el DIU. Y la píldora es la opción más conocida y usada. Según la doctora Serrano, «además de evitar embarazos con una efectividad bastante alta (99%), presenta otras ventajas extra, que comparten todos los métodos hormonales: mejora el dolor de regla, el ovulatorio, el síndrome premenstrual, también disminuye la cantidad de flujo menstrual y la duración de la regla...». El anillo vaginal –una arandela flexible de plástico– es otro tipo de anticonceptivo hormonal combinado. Es decir, lleva derivados de estrógeno y progesterona. El anillo se lleva durante tres semanas seguidas, se retira para hacer una semana de descanso y se vuelve a colocar otro nuevo. «Es un método bastante cómodo que no se nota ni molesta durante las relaciones sexuales», precisan los expertos en planificación familiar.
El parche transdérmico es otra alternativa para las mujeres que no quieren estar pendientes de tomarse la píldora todos los días. Y uno de los mitos más extendidos sobre las pastillas es que engordan. «Puede que al principio se tenga cierta retención de líquidos, pero es un efecto transitorio. Eso sí, no todas las mujeres pueden tomar anticonceptivos con estrógenos: lactancia, antecedentes de cáncer de mama, enfermedad hepática grave, mayores de 35 años fumadoras, migrañas con aura...», precisa la doctora Serrano.
No obstante, también existen métodos hormonales que solo llevan derivados de la progesterona, como las pastillas de solo gestágenos, los implantes subcutáneos, los inyectables (una opción cada vez más utilizada) o el DIU hormonal.
Expertos de diferentes sectores coinciden en que una de las asignaturas pendientes del sistema educativo español es, precisamente, la educación sexual. A juicio de Andrea Gutiérrez, psicóloga y profesora de la Universidad de La Rioja, se trata de una materia que debe impartirse a lo largo de todas las etapas y no solamente desde la adolescencia. «Y hablar no es animar. La educación sexual es una necesidad fundamental que no solo ha de ser asunto de familia sino que también debe ser abordada desde los centros escolares».
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