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Antonio Gil
En un lugar de La Manga

En un lugar de La Manga

Maleta en mano ·

De planetas lejanos que ya no lo están tanto, de camareros inmunes y de puestas de sol maleta en mano

Domingo, 2 de agosto 2020, 00:28

Cuando era una adolescente, La Manga era la tierra prometida. Veraneaba cerquísima, a veinticinco minutos en bici, pero la distancia real era mayor que la que nos separa de Plutón. Mi playa era una pequeña urbanización del Mar Menor aburrida, yerma, la muerte en vida, ... un cementerio de elefantes donde lo más divertido era oír recitales de trovos y ver pasar la procesión de la Virgen de las Nieves a principios de agosto, que ya me dirán ustedes si no es paradójico rendirle culto a esa advocación mariana estando a cuarenta y dos grados a la sombra. Mientras, La Manga era la fiesta continua, el desmadre a la española, el acabose, Sodoma y Gomorra. Por la noche, veía brillar las luces de los edificios desde mi ventana, y lloraba por no estar allí.

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