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Sergio nunca plancha, es una tarea del hogar que evita sí o sí. Pablo pone el lavaplatos a diario porque está convencido de que aprovecha mejor que su mujer el espacio, pero no sabe manejar la lavadora. Carlos hace cenas y desayunos, compras de comida ... y las camas. Martín cocina y participa en la limpieza de la casa, pero tampoco plancha, ni lava, ni cuelga la ropa. Son algunos ejemplos de un pequeño sondeo realizado en nuestro entorno. Solo Julio, uno entre una docena, asegura que hace «de todo». «La clave es que les dejamos elegir lo que les gusta y con eso ya nos conformamos, así que limpiar el baño suele ser cometido exclusivo de las mujeres», comenta la pareja de Carlos, que participa en la mini encuesta.
Un repaso a los estudios más recientes permite comprobar que ese reparto de tareas del hogar no se ha equilibrado. Los datos recogidos por el Barómetro del CIS destacan que «solo dos de cada diez hombres comparten en igualdad las tareas en casa» y que en un día laborable los hombres dedican 2,06 horas y las mujeres 3,84 al trabajo doméstico, casi el doble. Las cifras del Eustat del País Vasco evidencian también que el trabajo doméstico aún es fundamentalmente femenino: el 67,2 % lo realizan las mujeres, frente al 32,8% de hombres. En cuanto a tareas concretas, ellas asumen el 83% de las relacionadas con la ropa (comprar, lavar, planchar, etc...), el 69% de las vinculadas a la comida (planificar, comprar, cocinar, fregar..) y el 62% del trabajo de casa (limpiar, amueblar, reparar...).
Los datos recogidos en un reciente informe del Instituto de Estadística de Navarra coinciden con esta radiografía. «En todas las tareas domésticas la dedicación de las mujeres es mayor a la de los hombres y, en particular, las relacionadas con el cuidado de la ropa –poner lavadoras y secadoras, planchar, tender, coser...–, que, junto con la preparación de comidas y la limpieza del hogar, son las que más diferencias registran. Entre las labores del hogar más repartidas destacan la compra de alimentos.
Pero no solo es una cuestión de que ellos se encarguen de algunas labores concretas. «Es que las mujeres llevan la gestión de la casa, la organizativa y la emocional», resalta Josetxu Riviere, agente de Igualdad, especialista en masculinidades y secretario técnico de Gizonduz, un programa dirigido a promover la implicación de los hombres a favor de la igualdad en el País Vasco. Las mujeres asumen estas tareas como su responsabilidad, su obligación. Prueba de ello es que «los hombres que se acogen a medidas de conciliación, como reducciones de jornadas o excedencias para el cuidado de hijos, son una minoría», recuerda Riviere. «Y tampoco renuncian a su ocio en el mismo nivel que las mujeres por atender a la familia, ni se implican de igual manera en actividades relacionadas con los hijos. Por ejemplo: en las asociaciones de familias de alumnos hay una inmensa mayoría de madres».
Los estudios confirman que «los roles de género siguen arrastrando a hombres y mujeres a repetir formas de distribución de las tareas domésticas muy desiguales en detrimento de las mujeres», señala la socióloga y profesora de la Universidad de Barcelona Sandra Escapa. A pesar de que hombres y mujeres «son cada vez más conscientes de las desigualdades de género y unas y otros abogan por una sociedad más igualitaria, en las decisiones domésticas sigue dominando el reparto desigual».
Las mujeres se sobrecargan de trabajo cuando comienzan su vida en familia, mientras que a sus parejas no les pasa tanta factura acabar con la soltería. «Las mujeres que conviven en pareja dedican prácticamente 10 horas semanales más al trabajo doméstico que las que no lo hacen», según detalla Escapa, que cita los datos extraídos de la Encuesta de Género y Familia.
La igualdad no avanza en el hogar al mismo ritmo que en el resto de espacios de la sociedad, ¿a qué se debe? «Existe una percepción de estas tareas como pesadas o poco agradecidas», señala la socióloga. «El hombre tiene pocos incentivos para asumir de forma más significativa el trabajo doméstico. El resultado es que aumentan pero tímidamente su dedicación a estas labores».
Vamos, que son trabajos 'invisibles'. «No se les da valor, no tienen prestigio social, necesitarían un reconocimiento económico, permisos laborales, ayudas de las instituciones, apoyo social...», coincide Josetxu Riviere. Pero sí lo tienen. El CIS deja claro el valor real que tiene el trabajo doméstico invisible que realizan las mujeres: representa un 26,24% del PIB. El caso es que, si no se remunera, es como si no existe.
Hace falta un cambio de actitudes personales. «Es necesario transmitir la importancia de las labores de cuidado en el entorno familiar, en el educativo, en el social... de todos los trabajos de cuidados de los demás», añade el experto. Pone un ejemplo de los pequeños gestos que contribuyen a la igualdad en el trabajo del hogar: «Una profesora catalana que conozco imparte todas las clases de Física en Secundaria en la cocina y utiliza las recetas y los utensilios de elaborar los menús».
Ese desigual reparto del trabajo doméstico motiva que solo el 44% de las mujeres ocupadas esté «muy satisfecha» con el trabajo que hace su cónyuge o pareja en la realización de las tareas domésticas. Sin embargo, entre los hombres, el porcentaje de «muy satisfechos» con las tareas que hacen ellas en el hogar se eleva al 74,8%. Dos datos que ponen en evidencia la brecha que aún existe en casa.
Listado. Hacer un listado de las tareas diarias y semanales que requieren los cuidados de la casa, recomienda María González, cofundadora The Home Academy. Y planificarlas asignando responsables de su realización en cada una de ellas.
Intercambio de tareas. Intercambiar la responsabilidad de estas tareas de manera que se alternen cada semana o dos el tipo de labor que hace cada uno. De esta forma, todos tendrán una visión en conjunto del cuidado de la casa. Es importante también aprender a hacer las limpiezas y la organización porque no hacerlo correctamente genera caos y conflictos
Enseñar a los hijos. Enseñar a los hijos la importancia del cuidado colaborativo del hogar, donde no hay tareas femeninas ni masculinas, sino tan solo tareas que las personas que viven en casa deben hacer correctamente para su bienestar.
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