¿Quiénes y por qué hacemos dietas milagro?
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Ya sabemos que son perjudiciales, pero tienen buenos 'anzuelos' para pillarnosNos probamos ropa del verano anterior y, ay, las cremalleras se resisten a subir. Para colmo, en algunos puntos de nuestra anatomía asoma, ofensiva, una lorza que antes no estaba ahí. Y lo que es peor, en algunas ocasiones no está sola, sino que se ha traído 'amigas' que se reparten por distintas partes del cuerpo. Es en este momento de la verdad ante el espejo –el de la verdad desnuda– cuando entramos en pánico y nos ponemos a buscar soluciones rápidas. Y la sensatez sale corriendo. Porque, claro, el tiempo apremia. «Llegados a este punto, mucha gente está dispuesta a perder peso aunque el precio sea su salud. O un alto coste económico», asegura Giuseppe Russolillo, presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética. Y es entonces cuando abrazan las llamadas dietas milagro, «un auténtico peligro para la salud». Ahora mismo, a las puertas del verano, están en su época de máximo esplendor, sobre todo después del confinamiento de la primavera, del que muchos han salido con una figura más redondita de lo que quisieran. Hasta cuatro kilos más gordos de media, según algunos expertos. «Este año las dietas milagro, que prometen resultados rápidos y sin esfuerzo, van a hacer estragos», se teme Russolillo.
¿Cómo es posible que sigamos 'picando' a estas alturas? «Pues porque los seres humanos tendemos a veces al pensamiento mágico, sobre todo en lo que a la alimentación se refiere, como cuando decían que las mujeres no podían hacer mahonesa cuando tenían la menstruación porque se les cortaba. En esto del comer, se generan muchos mitos revestidos de pseudociencia», señala Toni Massanés, presidente de la Fundación Alìcia, especializada en investigación alimentaria y culinaria. Según apunta, si en un momento en que queremos adelgazar desesperadamente se nos plantea la posibilidad de una dieta milagro, generalmente basada en una media verdad «maltratada» y retorcida hasta hacerle perder su esencia, nos la 'comemos' sin hacer preguntas. Muchas veces asumiendo que no es sano. Según un estudio que acaban de hacer público la Academia Española de Nutrición y Dietética y la Fundación MAPFRE, el 80% de los consultados considera que estos regímenes son «peligrosos» y que a la larga no funcionan. Sin embargo, a pesar de esta idea tan racional, las dietas milagro siguen 'enganchando'. Pero a unos más que a otros. ¿A quiénes 'afectan' más? ¿Por qué? He aquí las respuestas.
Las principales víctimas de este tipo de dietas son personas que viven con escasos ingresos y que tienen un bajo nivel educativo, según revela el estudio, fruto de 2.600 entrevistas a españoles entre 18 y 65 años. Las mujeres jóvenes, especialmente las menores de 25 años, son las que más 'pican'. ¿Cómo se explica que estas dietas, que a veces suponen un notable desembolso económico, cundan precisamente entre quienes andan justos de dinero? «Hay gente que arrastra una gran frustración por no perder peso. El 90% de la gente que adelgaza con métodos poco ortodoxos ha recuperado los kilos un año después. Y la desesperación hace que confíen en gurús y caigan en el fraude de las dietas milagro, que son un gran negocio porque sueles tener que comprar algún producto o libro –indica Russolillo–. Por eso, aunque quienes las siguen puedan tener pocos recursos, se los gastan en la dieta. Es como cuando en algunas zonas muy deprimidas se ven televisiones enormes o los últimos modelos de móvil». Muchas veces, subraya, son gente «vulnerable» tanto por su estatus social como por su menor grado de educación. «Un 70% de los que hacen este tipo de regímenes ni siquiera saben identificar qué dieta es la que siguen», lamenta.
Otro elemento que ayuda a las dietas milagro a triunfar es que nos las suelen recomendar amigos o familiares (50% de los casos) o las hemos visto en revistas o Internet (el otro 50%). A veces, hasta hemos visto con nuestros propios ojos a personas que han perdido muchas tallas gracias a ellas. ¿Por qué desconfiar? «Claro, muchas veces funcionan a corto plazo porque se centran en un solo grupo de alimentos y te aburres y comes menos, por ejemplo», explica Toni Massanés. Hasta puedes oír decir la frase mágica a uno de sus adeptos: 'Si es que no tengo ni hambre'. Y eso es una excelente publicidad y el boca a boca acaba encumbrando este tipo de métodos. Pero, ojo, «los efectos nocivos llegarán más tarde», apunta Russolillo. Los riesgos de este tipo de dietas descritos por la literatura científica son múltiples, pero se presentan a medio o largo plazo: no sólo aumentan el riesgo de mortalidad total (por cualquier causa), también incrementan el peligro de mortalidad cardiovascular, además de causar problemas en órganos vitales y dolencias relacionadas con la descompensación de los indicadores físicos. «Si estos problemas tan serios fueran evidente a los dos o tres días de empezar una dieta de estas, nadie la seguiría», argumenta el presidente de la Academia.
El 81% de quienes han seguido una dieta milagro son reincidentes en esto de intentar afinar la silueta: han realizado entre una y tres dietas de media en los últimos años. La mayoría las hace entre una semana y un mes (40%), seguida de las personas que lo hacen entre tres y cuatro meses (31%). Pero también hay una notable proporción (13%) que se pliega a sus dictados durante la mitad del año. De hecho, algunas personas ya han cogido la costumbre de someterse a determinadas dietas milagro al menos una vez al año. Generalmente, antes del verano o después de alguna época de excesos, como las vacaciones o la Navidad. Esto supone que sus daños son acumulativos. «Entonces nos encontramos con que alguien que pasa seis meses al año dañando su organismo, por ejemplo, comiendo sólo proteínas y nada de hidratos (cereales, frutas, verduras) acumula, en el plazo de cuatro años, dos años enteritos ingiriendo sólo proteínas y prescindiendo de todo lo demás, que es muy necesario. ¡Dos años!», lamenta Russolillo. Y si se abandonan... surge el temido efecto yo-yo, con lo cual nuestra vida se convierte en una montaña rusa de dieta-adelgazamiento-euforia-engorde-desilusión.
Tan solo 2 de cada 10 encuestados reconocen haber hecho una dieta milagro, un porcentaje similar al de personas que realizan otros tipos de regímenes (27%). Sin embargo, casi la mitad de los ciudadanos dicen conocer a alguien de su entorno próximo que ha seguido una dieta de este tipo. Conclusión: a la gente le cuesta admitir que sigue estos regímenes. Entre las dietas más conocidas, según el informe de la Academia de Nutrición y Dietética, destacan la Detox –líquida, a base de batidos verdes y de frutas y con 'precursoras' ya antiguas como la dieta del pomelo o la del sirope de arce– y la Dukan –alta ingesta de proteínas y riesgo de cetosis y daño renal–. Pues bien, el 8% de los entrevistados reconocen haber hecho esta última alguna vez. «Para mí las más peligrosas son las hiperproteicas, sin hidratos, como esta o la Atkins», indica Russolillo. Y son muy populares, porque, como todas, se fundamentan en la ilusión de unos resultados muy rápidos, una circunstancia que a juicio de los autores del informe podría cambiar si hubiera «mayor conocimiento sobre los riesgos y los efectos secundarios» que tienen.
No va acompañada del cambio de otros hábitos No suelen acompañarse de otras recomendaciones sobre el estilo de vida, como incrementar el ejercicio físico. Su base únicamente en una ingesta mínima de calorías. Se pierde masa magra y no grasa.
Cuesta dinero Seis de cada 10 personas que han seguido una dieta milagro manifiestan haber adquirido artículos o sustancias concretas y consideradas como necesarias para llevarla a cabo con éxito.
Hace promesas concretas de kilos y plazos Si una dieta promete una pérdida de peso de unos kilos concretos en un tiempo determinado (por ejemplo, garantiza que adelgazarás 10 kilos en sólo un mes) tiene todas las papeletas de ser un fraude.
Sin esfuerzo Si aseguran resultados a corto plazo y sin esfuerzo, sin dejar de comer alimentos calóricos... lo sentimos, es probable que sea una dieta milagro. Sólo los cambios de los hábitos alimenticios hacen adelgazar.
Fotos del antes y el después Si estamos considerando hacer una dieta que vemos en una revista o en internet y salen fotos del antes y el después de una persona entrada en carnes y luego como una sílfide... hay que desconfiar.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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