Freetour Bilbao
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Hasta siendo de Bilbao aprendes cosas con el guía StephaneLa primera sorpresa es que el guía se llama Stephane, nombre francés pese a que es de aquí. Bueno, de aquí mismo no, de Pedreña (Cantabria), pero si Castro Urdiales les vale a los del Tour para ilustrar la retransmisión de la salida desde Bilbao, ... Pedreña bien puede ser capital de Euskadi, ¿no? Pues Stephane, aunque algunos insistan en llamarle Sebastián, tiene 40 años, se apellida Iriarte y lleva seis haciendo de guía, trabajo que también desempeñan su madre y su hermano. Estuvo cuatro años viajando de mochilero por el mundo y aprendió inglés, lo que le permite hacer los tours también en ese idioma. La segunda sorpresa es que hay que ver la cantidad de cosas que podemos desconocer de nuestra propia ciudad.
Toca recorrido histórico por el Casco Viejo de Bilbao, actividad que la empresa Basque Tours ofrece a cambio de la voluntad, que a veces es buena –«una vez llegó a los 50 euros», desvela el guía– y otras... desaparece como en el Triángulo de las Bermudas, «que así llama mi chica, italiana, a esta zona del Casco Viejo (la de los bares Ormaetxe, Zazpi y Bizitza), porque sabes cuándo entras pero nunca cuándo sales», dice Stephane para recomendar esta zona de fiesta. «Después de dos horas contándoles toda la historia del lugar hay quien se va sin dar nada a cambio o te suelta 5 euros por pareja. Los que más aportan son los extranjeros, acostumbrados a dejar propinas, turistas de Canadá, Australia, Costa Rica...».
Es lo que tienen los 'freetours'. Que uno paga lo que cree que vale. Una modalidad que como teoría no está mal, pero que en la práctica confía demasiado en la bondad del ser humano. Se parece un poco a la taquilla inversa con la que funcionan muchos conciertos, donde el músico cobra lo que el oyente considera. ¿Se imaginan que todos los trabajos funcionaran igual? Sobre esto hay voces a favor y en contra, y el propio Stephane ha tenido que escuchar a más de un guía tradicional quejarse:«Dicen que no hacemos que nuestro trabajo se valore, pero es un modelo que ha llegado ahora. Y no es que no lo valores, sino que dejas que la gente lo haga, que decida. Además, no rompemos el comercio porque no se trata del mismo tipo de turista, también hago excursiones tradicionales y sé que el que ha pagado una excursión de 70 euros el día es de una clase y el que viene aquí lo que quiere es dejarse solo 5 euros. Pero entre nosotros, los de los 'freetours', nos llevamos genial».
Stephane hace muchos recorridos diferentes por todo el País Vasco, La Rioja, Cantabria, viajes pactados con empresas... «Esta mañana he estado en Loyola, en Getaria, en Donostia...». Dice que le llega mucha gente de Sudamérica y Estados Unidos, además de británicos, alemanes, belgas... «Antes había más japoneses. Una vez tuve a un turista de Kazajistán y otro de Surinam, pero son dos casos muy raros».
Unicornio y tricornio
Vamos con un descubrimiento. Cierto es que muchos bilbaínos han detectado con su visión periférica –el rabillo del ojo– el mural que adorna la pared del cantón J. Etxebarria 'Kamaroi', junto a la calle Carnicería Vieja. Ahí está, una colorida pared que merece un poco más de atención y quizá alguna señalización clara por parte del Ayuntamiento. A Stephane le gustaría preguntar al autor, Juan Zarate Ibargoitia, «qué pinta un guardia civil en esta escena medieval». Hay castillo, dragón, unicornio... y tricornio. Y en ese momento, los que le seguimos nos dividimos en dos:la gente de fuera, disfrutando del dibujo sin más consideraciones, y los de dentro, los de aquí, experimentando la culpabilidad por haber pasado centenares de veces por delante sin reparar en él como se merece.
Porque claro que sabemos que los tradicionales vasos de txikito se concibieron como portavelas para recibir a la reina Victoria Eugenia en su visita a la villa en los años 20 del pasado siglo, y que el segundo presidente de EE UU, John Adams se hospedó en 1780 en la posada que hoy es la sede del BBVA, frente a San Nicolás. ¿Verdad? En una esquina del mural, una cigüeña con bebé: «Es Irati, la hija de la dueña de la tienda que había aquí antes, el pintor lo hizo como homenaje cuando nació la niña».
– ¿Cómo se ha preparado para este trabajo?
– Hay que estudiar, formarte con muchos libros y documentales. Hay algunas cosas que son de tradición oral, como el mural, que ves que no hay información en ningún sitio y tienes que ir picando a poquitos de las personas que han conocido al artista. Y luego cada uno desarrolla su discurso, su estilo propio.
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