«A Francesco le encanta pasar las vacaciones de verano en mi pueblo»

«Antes de comprarnos la autocaravana también íbamos a España de vacaciones, pero lo hacíamos en avión o con un turismo. Era más caro e incómodo, porque, por lo general, volábamos hasta Madrid y luego nos tocaba llegar en transporte público a León y a Asturias, que es donde tenemos a mi familia y pasamos las vacaciones», explica María Belén. Asegura que tanto sus tres hijos como su marido están encantados de veranear en España: «Siempre vamos a Matalobos del Páramo, un pueblo que está cerca de Astorga. Son las vacaciones típicas de pueblo y mis hijos tienen a su pandilla de todos los veranos. Se dedican a callejear y a reunirse por la noche en la plaza. Incluso a los mayores les sigue encantando el plan. Sólo dejamos de ir durante la pandemia, por culpa de las restricciones».

Para Francesco, que trabaja en el servicio naval de la Guardia de Finanzas, tampoco supone ningún problema pasar todas las vacaciones de verano en el país de su mujer. «Él tiene pocos familiares en Italia y le gusta mucho ir a España. Deja siempre en la casa del pueblo donde nos quedamos una bicicleta, que es su gran pasión, y en cuanto llegamos se pone a hacer kilómetros con ella. Para Francesco es más cómodo y seguro circular con la bici por las carreteras de España que en la zona donde vivimos en Italia», dice María Belén, que está encantada de la libertad que le da a su familia contar con la autocaravana. El resto del año la utilizan para hacer escapadas durante los fines de semana por distintos lugares de Italia.

«Nos ha permitido organizar los veranos a nuestro aire. Este año, por ejemplo, después de desembarcar del ferry en Barcelona, seguiremos parte del recorrido del Camino del Norte que va hasta Santiago de Compostela, pero nosotros nos detendremos en León». En total tienen previsto pasar unos 25 días en territorio español: la primera semana la dedicarán al viaje de ida, parando donde más les guste, una fórmula que repetirán en el desplazamiento de vuelta. «Son viajes flexibles, que se adaptan a nosotros y no nosotros al viaje. Son momentos muy hermosos, en los que hacemos excursiones y pasamos mucho tiempo charlando o entretenidos con juegos de mesa».