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El ser humano dejó los gruñidos y aprendió a hablar hace millones de años para hacerse entender, para cubrir sus necesidades. Pero, como nos gusta complicarnos la vida y marcar diferencias, resulta que a estas alturas de la película y dentro del mismo país nos ... afanamos en llamar de distinta forma a productos de uso común. Yla cerveza encabeza la lista: cambia de nombre según la zona de España. Tanto, que cualquier barman mínimamente avispado puede saber de dónde procede un forastero por su manera de pedir esta consumición.
Según un estudio realizado por profesionales de Heineken España –que elaboran cervezas como Heineken, Cruzcampo, Amstel y El Águila–, hay al menos treinta nombres distintos para referirse a esta popular bebida. Casi todos los vocablos hacen referencia al tamaño, varían de región en región y son un 'distintivo' autóctono que se lleva con orgullo y se defiende a capa y espada.
«Los que están detrás de la barra ya saben 'idiomas' y nos pueden entender pidamos como pidamos nuestra cerveza», tranquiliza José Luis Yzuel, presidente de la Confederación Empresarial de Hostelería de España. ¿Seguro? ¡A veces el barman disfruta torturando a los de fuera y fingen no entender! «Eso no tiene remedio, ja, ja, ja. Y lo mismo que ocurre con la cerveza pasa con los cafés: que si un cortado o un manchado, que si uno con hielo también se llama 'del tiempo' en algunos sitios... ¡Hay que adquirir cultura!», bromea. Así que vamos allá. Ilustrémonos con un glosario de los términos más frecuentes que se usan para pedir una cervecita...
El traguito corto De 100 a 140 ml
La cantidad de cerveza o el recipiente en el que se sirve es normalmente lo que determina el nombre. La menor dosis equivale a unos 100 o 140 ml (aunque todos sabemos que en unos bares se estiran más que en otros). «Se llama zurito en el País Vasco, corto en Galicia, Castilla y León o La Rioja, un penalti en Aragón...», enumera Yzuel. Es la opción preferida por mucha gente, ya que se bebe en pocos tragos y, de este modo, no se calienta. «Es la ideal para hacer una rutita por la ciudad, visitar varios bares y probar diferentes tapas», explica el gallego Jorge Varela, maestro cervecero de Cruzcampo en La Fábrica de Cruzcampo en Málaga.
La medida reina 200 ml
La medida de 200 ml sería la que aúna un mayor consenso en España. Es lo que todos entendemos como caña (si es de barril) o quinto o botellín (si es en botella) y se consume en cualquier parte del mapa. ¿Localismos? En algunas zonas de Madrid podemos pedir un botijo. Lo que es una tendencia común es su crecimiento paulatino: «Antes la caña era de unos 200 ml, pero ahora se tiende a alargar y ya casi está más cerca del tercio», apunta Yzuel.
Si, además de atender a la cantidad, nos fijamos en el recipiente donde nos ponen la cerveza, hay que mencionar los cañones. «Pedir un cañón está cada vez más de moda, sobre todo en Andalucía –explica Irene Pascual, maestra cervecera de Factoría Cruzcampo (Sevilla)–. El vaso de cañón es una buena elección, ya que es muy ligero y ancho. Se sirve con una buena capa de espuma y permite disfrutar de todos los aromas sin apenas calentarse», añade. Quizás por ser el área con mayor consumo de cerveza del país, en Andalucía también escucharemos eso de una cervecita o una cortaíta.
A por el tercio 330 ml
El tercio o botellín –sí, hay de otras medidas, como un quinto, pero casi siempre nos referimos a esta– tiene mucho éxito. Seguramente se debe a que es el formato más habitual de las botellas de cerveza en el sector de la hostelería. Si estamos en una barra de Cataluña, escucharemos como piden una mediana, y en Asturias una media. Si queremos esta cantidad de cerveza servida en vaso y nos encontramos en Madrid tendremos que pedir una doble. Aunque cada vez hay más gente que quiere «cerveza en copa», lo más habitual es que las de este tamaño de tercio las sirvan en vaso de tubo. Y esto no gusta a todos. ¿Tienen los expertos algo que objetar? No. «Puede ser idóneo para disfrutar de cervezas tipo lager: permite visualizar la limpieza de una cerveza rubia, fina y filtrada y la fuerza del carbónico ascendiendo hasta la capa de espuma. Lo malo sería que calentamos la cerveza con las manos, por lo que se exige un consumo rápido», explica Jorge Varela.
Para sedientos 500 ml o más
A veces tenemos mucha sed o queremos surtirnos todos del mismo recipiente (algo que en la era covid ha decaído, claro).Ahí están la jarra, la maceta (en vaso de sidra, muy popular en Andalucía) y la pinta, que se está haciendo con el mercado. Así lo afirma Yzuel. «La pinta se está imponiendo en España a mucha velocidad.En ese sentido nos estamos 'anglosajonizando'», asegura. Si la apuesta es doble, de 1.000 ml, estaremos tomando una xibeca en Cataluña, un katxi en el País Vasco, un cachi o cacharro en Castilla y León o Asturias, un tanque en Cantabria o un mini en Madrid.
¿Y si la mezclamos? Con refresco
¿Y si lo que queremos es una cerveza con refresco? En Cataluña nos servirán una clara, que será cerveza con limón, mientras que en Galicia le echarán gaseosa. Lo mejor, especificar siempre, salvo que estemos en Euskadi, Navarra y Cantabria, donde una cerveza con limón se denomina una lejía o pika. En Baleares es shandy y en Castellón y Tarragona, un champú.
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