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IRATXE BERNAL
Sábado, 5 de noviembre 2022, 00:10
Según la última 'Encuesta nacional sobre el uso de efectivo' publicada por el Banco de España, únicamente el 35,9% de los españoles prefiere pagar con dinero contante y sonante. Los demás son capaces de salir de casa sin un euro encima. Algunos, ni llevan ... tarjeta; les basta con tener a mano el móvil. Estas son las principales formas de pago.
Tarjetas, sobre todo de débito
Una noche de 1949, Frank McNamara, propietario del Hamilton Credit Corporation, se disponía a pagar en un restaurante de Nueva York cuando descubrió que había olvidado la cartera. Cualquiera de sus invitados –tan ricos o más que él– podría haber hecho frente a la cuenta, pero la situación le pareció tan embarazosa que optó por improvisar. Apuntó el importe de la deuda en una de sus tarjetas de visita, la firmó y se la entregó al 'metre' con la promesa de que su entidad pagaría la cantidad escrita a quien presentara en su sede central el improvisado pagaré. Aquella noche, McNamara cenó a crédito y se le ocurrió lanzar la Diners Club, una tarjeta personalizada con la que aplazar pagos en comercios. Hoy, sus herederas son tan populares que en España hay 40,46 millones en circulación. Aunque hay todavía más de débito, nuestro medio favorito de pago, según el Banco de España, con 47,53 millones.
Ambas sirven para utilizar los fondos depositados en la cuenta a la que estén asociadas. Con las de débito, de manera inmediata. Con las de crédito, aplazando los pagos y afrontando el pago de intereses. El límite del crédito disponible debe figurar en el contrato de la tarjeta y puede ser modificado tanto por el banco como por el titular. Si es para bajarlo, la entidad no puede poner pegas. Ojo, porque no hay que confundirlas con las tarjetas 'revolving', que también permiten aplazar los pagos. La diferencia es que en lugar de pasar el cobro íntegro a mes vencido, el abono se realiza en cuotas mensuales que generan unos intereses, que en algunas entidades pueden llegar al 25% TAE.
Por otra parte, la digitalización ha convertido muchas de las tradicionales en 'contactless'. Es decir, sin contacto. Ya no hay que introducirlas en la ranurita del datáfono y, si hay que pagar 50 euros o menos, ni siquiera hace falta marcar el PIN.
En cualquier caso, antes de contratar cualquier tarjeta hay que estudiar las comisiones que lleva asociadas y recordar que, desde 2018, si se nos carga en ella un pago no autorizado por robo o pérdida, la cantidad máxima que el banco nos puede exigir asumir es de 50 euros.
Bizum
Aunque hay más medios para enviar dinero a través del móvil, en España el más popular es el servicio de servicio de pagos inmediatos creado por los bancos, que ya tiene más de 21 millones de usuarios. Se puede usar entre particulares pero también en comercios. Es posible pagar o recibir cualquier cantidad de entre 0,50 y 1.000 euros, aunque las entidades pueden fijar límites inferiores. Cada mes permite realizar 60 cobros con un límite diario de 2.000 euros. No hay tope en el número de pagos que, por cierto, exige atención; si nos equivocamos de destinatario sólo recuperaremos el dinero si quien lo haya recibido tiene buena fe.
Plataformas de pago 'online'
La más popular es PayPal. Su principal ventaja es que permite realizar transferencias y pagos sin compartir los datos financieros. Estos quedan almacenados en la web de la plataforma, que actúa como intermediaria entre el comercio y el banco en cada operación. Dentro de esa intermediación incluye la resolución de posibles disputas y la devolución de cobros indebidos. Crear una cuenta personal suele ser gratis mientras que en las de negocios se paga una comisión en función de las operaciones mensuales que se realicen.
Monederos electrónicos
Los 'wallets' o monederos electrónicos permiten hacer pagos a través de una 'app' instalada en nuestro móvil. En ellos se almacenan las versiones virtuales de nuestras tarjetas, que ya no hace falta llevar encima. Ni siquiera hace falta teclear ningún dato; basta con tener un teléfono con tecnología NFC –que permite transmitir datos entre dos dispositivos que se encuentren muy próximos– y acercarlo al datafono. Se puede utilizar la 'wallet' de un banco y almacenar sólo las tarjetas emitidas por éste o recurrir a las de Apple, Google o Samsung y reunir en una sola app tarjetas de diferentes entidades.
Lo que está por llegar
O ya está aquí. Ya hay comercios que –pese a su volatilidad– permiten pagar en cripmonedas que podemos tener almacenadas en un monedero electrónico al que podemos acceder desde el teléfono o cualquier dispositivo 'contactless' como pulseras, llaveros o gafas. En países como China ya basta con que el móvil lea un código QR para que el comercio haga el cargo y, del mismo modo en que ya podemos desbloquear el 'smartphone' con la huella dactilar, pronto podremos pagar por reconocimiento facial, lectura del iris, escaneo de las venas de las manos...
Hasta 1.000 euros: Desde agosto de 2021 cualquier pago realizado por un particular a un empresario o profesional superior a 1.000 euros (o su equivalente en moneda extranjera) debe hacerse mediante medios que permitan identificar el origen del dinero, como tarjetas de crédito o transferencias bancarias. Es decir, esa es la cantidad máxima que podemos pagar en metálico, un límite que no afecta a los ingresos en los bancos o las operaciones realizadas entre particulares. En caso de incumplimiento, la multa es independiente de si se entrega o no factura y asciende al 25% del importe abonado, con lo que la multa será de al menos 250 euros.
El principio de buena fe. ¿Puede un establecimiento negarse a que realicemos un pago en metálico incluso si éste es inferior a esos mil euros? Pues sí, sí puede. Según una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de 2021, está en su derecho de hacerlo cuando «cuando se base en motivos relacionados con el 'principio de buena fe'». Como esto puede ser bastante subjetivo, la propia sentencia pone un ejemplo: cuando el valor nominal del billete resulte desproporcionado con respecto a la cantidad adeudada al beneficiario del pago. De modo que si queremos pagar algo que apenas cuesta unos céntimos con un billete de 50, el dependiente puede alegar que no tiene cambios para obligarnos a buscar una alternativa. A este caso, hay que sumar uno más; desde la introducción al euro en 2002, la cantidad máxima de monedas que cualquier persona puede utilizar en un pago viene regulada por una orden comunitaria que establece que en ningún pago es obligatorio aceptar más de 50 monedas, ni importa cuál sea su importe. ¿Se pueden utilizar más? Sí, pero únicamente si quien cobra está de acuerdo.
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