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Es un placer del verano, un gesto que asociamos a días de calor, playa y paseos junto al mar. Pero los nutricionistas advierten de que los helados deben ser un capricho excepcional, lo mismo que si comemos un dulce o un pastel. ¡Que su aspecto ... refrescante no nos engañe! Tienen exceso de azúcar y grasas saturadas y no nos sirven para hidratarnos; al contrario, dan sed. Como norma general: los de hielo y los artesanos son menos perjudiciales, pero lo mejor es hacerlos en casa con frutas.
Es un producto al alza. La mitad del consumo anual de helados en España se registra entre junio, julio y agosto. De junio de 2020 a mayo de 2021, los españoles consumieron 149 millones de litros de helado, un 4% más que en el mismo periodo del año anterior. Hay dos tipos: los que contienen productos lácteos –nata y leche– y los que utilizan como base el agua. En general, pecan de exceso de azúcares (sacarosa, glucosa, etc...), que representa, como mínimo, un 20% o un 30% de su peso total. «Dos bolas de helado pequeñas o un polo de hielo incluyen unos 25 gramos de azúcar, el equivalente a cuatro cucharadas de postre de azúcar», detalla la nutricionista Mariona Bolfegó. Esos 25 gramos de azúcar que aporta normalmente una ración de helado representan la cantidad máxima de ingesta diaria de azúcares aconsejada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La mayoría de los helados contienen un 45% de hidratos de carbono, un 40% o 45% de grasas y entre un 8% y un 10% de proteínas derivadas del suero lácteo. «Es un alimento con una alta densidad calórica. Por su azúcar y grasas saturadas son desaconsejables para la salud y hay que reducir al máximo su consumo», señala Miriam de la Huerta, miembro de la Academia Española de Nutrición y Dietética. Hay que evitar los ultraprocesados, «que contienen aceites hidrogenados, edulcorantes o potenciadores del sabor», añade Bolfegó, profesora de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya.
No todo es malo. También cuentan con algunas propiedades nutritivas. Dependiendo de su composición (predominio de frutas, leche o chocolates), aportan calcio, fósforo, sodio, potasio o vitaminas a nuestro organismo, apunta Miriam Huerta.
Lo que tienen claro los dietistas es que su consumo habitual pasa factura. «Los azúcares, las grasas y los aditivos que incorporan pueden contribuir al aumento de peso corporal, al rápido incremento de los niveles de glucemia e insulina en la sangre, que elevan el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares y diabetes», precisan las expertas. Ni siquiera sirven para hidratarnos.
Pero es muy difícil renunciar a un helado, uno de esos alimentos que enganchan por los aditivos que incorporan. Muchos de los ingredientes que los hacen más sabrosos, como edulcorantes y potenciadores del sabor, los convierten en adictivos, «porque actúan sobre las neuronas de una región cerebral e impiden el buen funcionamiento de los mecanismos inhibidores del apetito», remarcan. Despiertan el apetito.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha publicado este mes una comparativa entre 50 marcas de helado que se venden en los supermercados, que demuestra la necesidad de fijarnos en los ingredientes. El mejor, un polo de hielo que contiene agua, jarabe de azúcar y zumo de fruta y tiene 70 calorías por cada 100 gramos. Pero, aún así, es alto en azúcares: 16 gramos por cada 100. Y, entre los elaborados con leche, la OCUdestaca uno con 18 gramos de azúcar por cada 100 y 1,4 gramos de grasas saturadas. No está mal si tenemos en cuenta que en el mercado encontramos helados con más de 20 gramos de grasas saturadas y 30 gramos de azúcar.
La mejor opción son los artesanos, siempre que cumplan los requisitos para denominarse así: se elaboran en obrador, con procedimientos manuales y se emplea materia prima fresca. Al contrario de los helados industriales, no utilizan saborizantes, colorantes, ni conservantes. Mejor aún si los hacemos en casa. Es tan sencillo como meter fruta al congelador (fresas, plátanos, arándanos, melón...) y después triturarla. Se puede mezclar esa base con leche, yogur, cacao puro, frutos secos, aguacate o dátiles.
«Un helado casero con chocolate y frutos secos puede ser bastante calórico, pero no tiene nada que ver con uno ultraprocesado, en el que se añaden grasas saturadas y exceso de azúcares», apunta Bolfegó. Como alternativa saludable, la experta también aconseja los yogures helados, con una base cien por cien de yogur natural, que ahora pueden encontrarse en los supermercados.
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