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Los nutricionistas lanzaron hace tiempo la advertencia de que es más saludable comer pescado que carne roja porque se obtienen proteínas de igual calidad pero evitamos las peligrosas grasas saturadas. Los científicos han aportado más argumentos para elegir salmón, anchoas o sardinas en lugar de ... un chuletón porque también es más saludable para el planeta. Consumir pescado rebajaría la emisión de gases contaminantes a la atmósfera, ha revelado recientemente un trabajo del Instituto de Investigación RISE de Suecia .
Los científicos suecos evaluaron más de cuarenta especies distintas de pescados y mariscos criados en piscifactorías y capturados en el mar junto con diversos tipos de carne con el fin de calcular su aporte nutricional. Los expertos buscaron 21 nutrientes concretos que son beneficiosos para la salud como el hierro, el magnesio, el potasio, el omega 3 y las vitaminas A, D, E, B6 y B12 y otros perjudiciales como el sodio y los ácidos grasos saturados. Los datos mostraron que las aportaciones nutricionales del pescado eran mayores, al mismo tiempo que suponían una ventaja para evitar el sobrepeso o la obesidad gracias a sus bajos niveles de grasa saturada .
«Mucha gente sigue creyendo que si un día no come carne es que no ha tomado suficientes proteínas. Es un mito lamentable que conviene desterrar ya mismo, tanto para la propia salud como para la del entorno. Se puede mantener una dieta perfectamente sana y con suficientes proteínas sin necesidad de comer carnes rojas», insiste el especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública Miguel Ángel Martínez-González, autor del libro '¿Qué comes?'. El pescado, ahonda, es una «buena alternativa», ya que es igualmente rico en proteína de origen animal, pero «sin los riesgos del alto consumo de carnes rojas, que la OMS ya ha calificado de «potencialmente cancerígena para el ser humano».
Las características de las proteínas de la carne y del pescado son muy similares: «Las dos contienen todos los aminoácidos esenciales», señala la farmacéutica y doctora en Nutrición Ana Laja. Pero, advierte, hay un aspecto de suma importancia que marca la gran diferencia entre ambos, el resto de compuestos y nutrientes presentes en estos alimentos. «Las proteínas procedentes de animales suelen ir acompañadas de grasas, pero en el caso del pescado azul dichas grasas son saludables, los ácidos grasos omega 3, mientras que las que acompañan a las carnes son saturadas y, por tanto, no saludables». La carne cuenta, eso sí, con el beneficio de ser la mejor fuente de hierro y vitamina B12, además de aportar cantidades importantes de zinc y fósforo.
Por otro lado, los investigadores comprobaron que el proceso de captura, conservación y venta de las especies de pescados y mariscos estudiadas provocaba mucha menor emisión de gases contaminantes que el necesario para lograr la misma cantidad de proteína con la carne roja, incluso cuando no está procesada. Pudieron concretar las especies de pescado más recomendables. «El mayor beneficio nutricional con las emisiones más bajas y, por tanto, con el menor daño para el planeta, se logra mediante el consumo de pescados como el salmón rojo, el salmón rosado, las anchoas, la caballa, las sardinas y los arenques. Entre los mariscos, los más recomendables son los criados en bateas como mejillones y ostras, señala el informe publicado en la revista científica 'Nature'.
El estudio revela que los pescados que menor densidad nutricional tienen por calorías aportadas –aunque siguen siendo muy saludables para el organismo y con gran aporte de vitamina C y B12– son los crustáceos, el pescado blanco, el bacalao y la merluza. Y, dentro del pescado blanco, los que se crían en piscifactoría disfrutan de un mejor valor nutricional que los salvajes por el tipo de alimento que se les da, con aportes extra de nutrientes en sus piensos.
A pesar del valor nutricional del pescado y otras especies marinas y su bajo contenido en sal y en grasas saturadas, el informe alerta de que «tendemos a comer menos cantidades de lo recomendado». Por ello debemos aproximar la ingesta a las recomendaciones establecidas. «Las proteínas de origen animal deberían representar como máximo el 50% de las proteínas de la dieta, lo que supone el consumo de 3 o 4 raciones de pescado y dos de carne magra a la semana, como mucho», señala la farmacéutica Ana Laja, que cita los últimos estudios realizado por la Sociedad Española de Nutrición. El resto de proteínas debe proceder de alimentos de origen vegetal como legumbres, semillas y cereales.
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