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Este año, la cuesta de enero hace honor a su nombre, porque en muchos hogares va a resultar realmente complicada de escalar. La subida generalizada de los precios en partidas tan básicas como la cesta de la compra o la factura de la luz obligará ... a los consumidores a hacer encaje de bolillos con la nómina para poder estirar al máximo sus ingresos pese a que los incrementos serán más moderados que en ejercicios anteriores. El escenario económico va a experimentar algunos cambios en los primeros compases de 2025, que afectarán directamente al bolsillo de las familias.
Hace unos días que el IVA rebajado de los alimentos básicos ha vuelto a su estado anterior a la crisis inflacionista de hace un par de años, lo que se traduce en una subida de la cesta de la compra; el IVA de la luz también ha recuperado su habitual 21%, mientras que se esperan incrementos más o menos contenidos en las tarifas de servicios de uso diario como la telefonía, carburantes, peajes o los envíos de paquetería.
Con este panorama, poner un poco de orden en nuestras finanzas se antoja imprescindible. Pero ¿por dónde empezamos a meter la tijera? ¿Realmente podemos llegar a ahorrar si le damos una pequeña vuelta a nuestros gastos? «La realidad es que bastante más de lo que pensamos», adelantan en la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
Existen diferentes teorías o trucos sobre cómo podemos hacer frente a la subida de precios sin que nuestra cuenta corriente se resienta más de lo necesario y una de las más recomendadas por los expertos en economía doméstica por su «sencillez y eficacia» es la conocida como la regla del 50-30-20, un método ideado por la senadora estadounidense Elisabeth Warren, asesora económica de Barack Obama, para aprender a gestionar nuestro dinero sin perder de vista el ahorro.
«Su funcionamiento es muy sencillo, ya que tan solo requiere de unos cálculos matemáticos básicos», precisan en la plataforma de ahorro Raisin. Lo primero que se debe hacer es sumar todos los ingresos que percibe la unidad familiar a lo largo del año. Imaginemos que se trata de una pareja en la que uno de ellos cobra 18.000 euros y el otro 24.000. La idea sería sumar ambos ingresos y dividirlos entre doce. En este caso, el presupuesto mensual sería de 3.250 euros. «Una vez sabemos el dinero con el que contamos, el siguiente paso es seguir los porcentajes que indica la regla y adaptarse a ellos lo máximo posible», coinciden los expertos.
Es decir, el 50% (1.625 euros en el caso de nuestro ejemplo) debe destinarse a los gastos básicos y esenciales para vivir como el pago del alquiler o la hipoteca, suministros –agua, luz, gas...–, alimentación, transporte al trabajo, ropa... o cualquier gasto del que no podamos prescindir en nuestro día a día. «Por ejemplo, si usamos una moto para ir a trabajar, todo lo que se derive de su uso (seguro, combustible, reparaciones...) se considera imprescindible. Sin embargo, la cuota de la televisión de pago o la del gimnasio no irían en esta categoría por muy imprescindibles que nos puedan parecer», puntualizan en CaixaBank.
El 30% de ese presupuesto (975 euros) correspondería a los llamados gastos prescindibles, esos que no son necesarios para vivir pero mejoran nuestra calidad de vida: ropa y calzado no esencial, comidas fuera de casa, ocio en general, suscripciones... «A veces resulta difícil diferenciar entre lo básico y lo opcional, pero en realidad es muy sencillo. En caso de duda, es un gasto prescindible», coinciden los expertos.
Y el 20% restante (650 euros) corresponde al porcentaje que deberíamos destinar al ahorro. «La finalidad es tener un fondo de emergencia que nos permita cubrir posibles imprevistos –un electrodoméstico que se estropea, una visita al dentista...– o incluso cosas más serias como tener que reducir nuestra jornada laboral para cuidar a un familiar o que perdamos el trabajo. Este colchón debería tener una cantidad correspondiente a unos cuatro meses de nuestro gastos imprescindibles (6.500 euros en nuestro ejemplo)», aconsejan en CaixaBank. Una buena manera de mantener esta capacidad de ahorro, siempre que tus ingresos te lo permitan, claro está, es abrir una cuenta aparte a la que traspasemos ese 20% cada inicio de mes. De esta manera, es más fácil llevar un control de nuestras finanzas sin tocar el dinero destinado al ahorro.
Este método es muy sencillo, pero es evidente que no todo el mundo lo puede llevar a cabo tal cual porque sus gastos imprescindibles superan ampliamente la mitad de sus ingresos. En cualquier caso, esta regla nos ayuda a organizar nuestras finanzas a la hora de sentarnos a hacer los números. Ir al supermercado con una lista de la compra cerrada, comparar los precios de todos los servicios que contratemos, comprar electrodomésticos más eficientes o reparar lo que ya tenemos en lugar de comprar un nuevo producto también nos ayudará a hacer frente a la subida de precios.
1. Estudia tus gastos a fondo: «Toma nota de todo lo que gastas a diario (alimentación, transporte, cafés, ropa, peluquería, regalos, aperitivo, medicamentos...) durante un mes y medio y súmalos. Para el caso de los gastos fijos mensuales (alquiler, hipoteca, préstamos, suministros, colegios, extraescolares, suscripciones...) y de los de periodicidad mayor (impuestos, seguros...) revisa todos los extractos bancarios mensuales durante un año completo. Calcula lo que suponen, divide la cantidad entre doce y el resultado lo añades al gasto mensual cotidiano para saber exactamente lo que gastas al mes», explican los expertos de la OCU.
2. Sepáralos en dos grupos: Ahora que ya tienes todos tus gastos delante, escribe en una columna los que son imprescindibles (alquiler, hipoteca, colegios, seguros, alimentación, impuestos, suministros...) y en otra los que corresponden a bienes o servicios de los que podrías privarte, cada uno en función de sus necesidades y gustos. «Hay gente para la que el gimnasio es fundamental, pero puede prescindir de alguna suscripción digital y al contrario», coinciden los expertos en economía doméstica.
3. Compara precios y recorta: Revisa qué posibilidades tienes de abaratar los gastos fijos, desde un préstamo a la factura de la luz o el seguro del hogar. Compara precios entre distintas empresas porque en estas partidas las posibilidades de ahorro son muy altas. «En el caso de las hipotecas, por ejemplo, cambiar a otra más barata puede ser una gran idea, ya sea renegociando con el banco una mejora (novación), mediante una subrogación (llevándote el préstamos a otra entidad) o cancelando la vieja y contratando otra totalmente de nuevas», plantean en la OCU. Otro ejemplo en el que las diferencias entre una compañía y otra son abismales son las aseguradoras. «El mismo seguro de coche (una póliza a terceros ampliada) cuesta 157 euros al año en una compañía y 536 en otra, según los datos de un análisis comparativo llevado a cabo por la OCU. «Y encima la más barata es mejor», concluyen. Y así con todo.
4. Prescinde de lo superfluo: Valora si puedes prescindir temporalmente de algunos gastos sacrificables (coche, televisión de pago, seguro de decesos...) que podrías retomar una vez superado el periodo de vacas flacas.
5. Busca ventajas sociales y fiscales: Si se cumplen determinados requisItos, se puede acceder a ventajas económicas: familia numerosa, discapacidad, diferentes grados de dependencia, vulnerabilidad... «A veces no se pide el reconocimiento de una condición de la que derivan grandes ahorros por desconocimiento e incluso por pereza», alertan en la OCU.
6. Recicla, reutiliza y repara: Es importante evitar el comprar por comprar. «Debemos hacer una pausa y reflexionar antes de lanzarnos a pasar por caja: ¿realmente lo necesito? ¿y si mejor arreglo los zapatos que ya tengo», sugieren los expertos en Estudios de Economía y Empresa de la UOC. «Comprar ropa de segunda mano, darle una nueva vida a una cosa rota o compartir coche para ir al trabajo también nos ayudan a ahorrar», añaden en la asociación de usuarios financieros Asufin.
7. Aprovecha las ofertas: «Los 2×1 o las bajadas de precios en algunos alimentos puede ayudarte a ahorrar hasta 10 euros en tu cesta de la compra, lo que supone un ahorro de hasta 500 a final de año. Además, recuerda que consumir productos de temporada con costes de producción más bajos hace que su precio final también sea más reducido», insisten en Asufin. Revisa qué posibilidades tienes de abaratar los gastos fijos, desde un préstamo a la factura de la luz o el seguro del hogar. Compara precios entre distintas empresas porque en estas partidas las posibilidades de ahorro son muy altas.
«En el caso de las hipotecas, por ejemplo, cambiar a otra más barata puede ser una gran idea, ya sea renegociando con el banco una mejora (novación), mediante una subrogación (llevándote el préstamos a otra entidad) o cancelando la vieja y contratando otra totalmente de nuevas», plantean en la OCU. Otro ejemplo en el que las diferencias entre una compañía y otra son abismales son las aseguradoras. «El mismo seguro de coche (una póliza a terceros ampliada) cuesta 157 euros al año en una compañía y 536 en otra, según los datos de un análisis comparativo llevado a cabo por la OCU. «Y encima la más barata es mejor», concluyen. Y así con todo.
Evidentemente, la cantidad que se destina a cubrir las necesidades básicas, a los llamados gastos prescindibles y al ahorro varía en función del dinero que se ingrese en cada unidad familiar. A continuación, ponemos tres ejemplos de cómo aplicar la regla del 50-30-20 con diferentes ingresos netos mensuales.
1.500 euros (50%): sería la cantidad que se tendría que guardar para cubrir las necesidades básicas como la hipoteca o alquiler, comida, luz, agua, gas...
900 euros (30%): se destinarían a los gastos que, aún siendo prescindibles, aumentan nuestra calidad de vida. Estaríamos hablando de actividades de ocio como ir al cine, salir a cenar, un viaje por vacaciones...
600 euros (20%): este es el dinero que deberíamos ahorrar cada mes para poder contar con un pequeño colchón que nos permita hacer frente a los imprevistos sin que nuestro bolsillo se resienta demasiado.
1.100 euros: para cubrir los gastos fijos de cada mes.
660 euros: para gastos prescindibles o que podemos recortar sin que afecte al pago de nuestras necesidades básicas: suscripciones, el café de media mañana, comer fuera de casa, la cuota del gimnasio...
440 euros: al ahorro, aunque según bajan los ingresos este porcentaje es más difícil de cumplir.
750 euros: a los gastos fijos. Aunque la realidad es que con esta nómina, el porcentaje dedicado a los gastos fijos suele superar el 50% si esa persona está independizada.
450 euros: para gastos prescindibles.
300 euros: para ahorro.
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