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Hace unas semanas quedé con mi amiga Teresa para comprar zapatos. Las dos estábamos invitadas a un evento y queríamos aprovechar las últimas rebajas del verano para encontrar unas sandalias. Tenemos gustos distintos, pero compartimos –al menos, eso pensábamos– el mismo número de pie: el ... 37. Después de echar un vistazo en varias tiendas, entramos en una que nos gustó especialmente. Elegimos dos modelos diferentes cada una y le pedimos a la dependienta si nos los podía sacar en nuestra talla.
Teresa se probó la primera y le quedaba tan ancha que el pie le bailaba. Pidió un número menos, pero tampoco le iba bien. Le sujetaba más, pero los dedos se le salían por la parte delantera. La segunda sandalia, sin embargo, le encajaba como un guante. Nos llamó la atención que quedasen tantas unidades de ese modelo porque era muy ponible y nada cara para la marca que era. El motivo nos lo explicó la dependienta. «Es tan estrecha que no le entra a casi nadie». Me la probé yo por curiosidad y no pude ni meter los dedos. Ni siquiera en la talla siguiente. Se supone que ambas tenemos el mismo número de pie y los cuatro modelos que probamos nos quedaban totalmente diferente. El que le quedaba mejor a Teresa, me quedaba mal a mí, y viceversa.
¿Por qué ocurre esto si las dos usamos un 37? «El problema es que cada fabricante talla de una manera pese a que existe una normativa internacional con las medidas que debería tener cada número. En teoría, ese 37 corresponde a unos centímetros concretos de largo de pie, pero la realidad es otra y cada marca hace de su capa un sayo. Por no hablar de que la talla numérica solo tiene en cuenta la longitud total del pie y deja fuera otros baremos igual de importantes a la hora de acertar con el número como es el ancho», explica José Lorenzo Herrero, directivo del centro tecnológico del calzado Inescop y miembro del comité internacional de tallas.
Teniendo en cuenta esta disparidad de criterios, ¿cómo podemos acertar con la talla de calzado cuando vamos a comprar zapatos? «Lo mejor es hacerlo a última hora de la tarde, que es cuando los pies están más hinchados. Un truco es poner el pie sobre una cartulina y dibujar su contorno con un bolígrafo en posición vertical. La idea es dejar un margen de medio centímetro extra alrededor de la planta para garantizar su correcta movilidad, como una especie de perímetro de seguridad. Después recortamos el dibujo y la plantilla resultante debería entrar y salir sin ningún problema de cualquier zapato que nosotros calcemos. Esa sería nuestra talla, que no es otra cosa que el espacio que nuestro pie requiere tanto de largo como de ancho y que podemos medir en centímetros. Ahora bien, esta es la teoría porque en la práctica este examen no lo superarían la mayoría de los zapatos que compramos», admite la podóloga María Lozano de la Hoz.
Y esto ocurre, según explican los expertos, porque las hormas que se comercializan en Europa «son más bien tirando a estrechas, sobre todo en el calzado de vestir». En EE UU, sin embargo, existe el llamado 'multiancho'. Es decir, la misma talla de largo de pie se vende en diferentes tipos de ancho. «De hecho, el principal problema que nos encontramos a la hora de acertar con el número correcto suele ser precisamente este: que la tabla de medidas internacional solo tiene en cuenta la longitud del pie desde el talón hasta el dedo más largo –que no siempre es el gordo– y obvia el ancho o el alto», lamenta José Lorenzo, que pone como ejemplo su propio caso.
«Mi número por largo es un 41, pero como tengo un pie más ancho de lo normal lo que hago es comprarme un talla más. Si el problema es el contrario, un pie demasiado estrecho, se pueden hacer dos cosas: o bien colocar una plantilla suplementaria para compensar la falta de volumen o intentarlo con un número menos, siempre y cuando la punta sea lo suficientemente redondeada y larga para que no te toquen los dedos».
A todo este lío de centímetros, pulgadas, medidas europeas, americanas, británicas... se une que cada marca tiene su propio tallaje. «Podemos llevar perfectamente un 39,5 en una deportiva de una firma, un 40 o más en la de otra e incluso un número y medio menos en una tercera marca. Esto ocurre porque dependiendo del país donde fabriquen y la horma que utilicen tallan de una manera u otra. Y en el caso del calzado es muy importante acertar con el número porque comprometemos la movilidad del pie, especialmente en el caso de los niños», advierte la directiva del Colegio de Podólogos de la Comunidad Valenciana (ICOPCV).
Según José Lorenzo Herrero, la medida más orientativa para no equivocarnos es tener como referencia el largo total del pie en centímetros, sobre todo si la compra se hace por Internet, «lo que ocurre es que no todas las marcas lo precisan y tampoco es garantía de acierto». Lo que ha hecho este experto en pie, horma y calce para acertar con su número es crear su propio tallaje. «Uso el número que dice la normativa como punto de arranque. Sería un cero en la escala y después digo, tal marca más 0,5 centímetros, esta otra 0 menos 1 y así con cada firma. Es la mejor manera de acertar», conviene.
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