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Cuando alguien dice que se va a hacer el láser, uno piensa automáticamente que se va a someter a una sesión de eliminación del vello corporal. Y es cierto, el láser (acrónimo de Luz Amplificada de Emisión Estimulada por Radiación) es una técnica empleada para ... deshacerse del pelo indeseado de manera definitiva, pero «esta técnica terapéutica tiene muchas otras aplicaciones menos conocidas, como eliminar manchas, arrugas, tatuajes o cicatrices», afirma Maite Truchuelo dermatóloga del hospital Vithas Arturo Soria, en Madrid.
Eso sí, láser es una palabra muy genérica que aúna herramientas de muy diversa índole. Así, el que se emplea para rejuvenecer el rostro y para retirar un tatuaje no es el mismo. La utilización de uno u otro depende, por ejemplo, de su longitud de onda, es decir, el 'color' de su luz y la profundidad a la que penetra en la piel, que se expresa en nanómetros (nm). En la eliminación de tatuajes, por ejemplo, se emplean láseres de entre 500nm y 1.000nm y en el rejuvenecimiento facial de hasta 10.600nm.
Además, los láseres actúan sobre dianas (llamadas cromóforos), que son las que absorben su energía. En el caso del cuerpo humano son la hemoglobina, la melanina y el agua. Hacemos un repaso por los distintos usos de esta tecnología.
Los láseres vasculares funcionan atravesando la piel y transformándose en calor al ser absorbidos por la hemoglobina de los vasos sanguíneos lesionados. Por eso, «las varices, las arañas vasculares o los angiomas son candidatas a ser tratadas con láseres vasculares, como el Vbeam o el neodimio Yag», declara Truchuelo. «Las patologías que cursan con rojez, como la rosácea o el acné inflamatorio también, pues son láseres con afinidad por el color rojo», añade.
Las manchas de la piel, como las que salen por la edad o por la exposición solar, así como los tatuajes, se eliminan con otro tipo de láser, el de picosegundos, que «tiene afinidad por los colores oscuros, como los marrones y los negros», explica Truchuelo.
Lo que hace este láser es atravesar la piel hasta un nivel profundo y pulverizar el pigmento del tatuaje o la mancha en partículas minúsculas que, más tarde, son eliminadas por el organismo (mediante el sudor, la orina...).
Existen otros láseres cuyo cromóforo (diana) es el agua contenida en la piel. Como el láser de CO2, que emite una luz infrarroja que es absorbida por el agua celular. Esta se calienta y evapora instantáneamente, eliminando las cicatrices del acné, las arrugas, las verrugas, las manchas solares o las queratosis. «Por eso se les llama también láseres de rejuvenecimiento facial, porque provocan un efecto tensor en la piel», dice la dermatóloga.
La mayor ventaja es su eficacia, pues tras una sola sesión se observa una mejoría significativa de la superficie y laxitud cutánea. Su principal desventaja es el tiempo que se requiere para la recuperación, aunque es inferior que el de cualquier tratamiento quirúrgico.
Otra opción es la luz pulsada intensa, que no es un láser convencional, pero se incluye entre estas técnicas porque actúa de forma similar. «Quizás es menos eficaz que el láser, pero puede lograr una mejoría global de la piel, unificar el tono, potenciar la estimulación de colágeno y tener efectos antiinflamatorios del acné rosácea», agrega Truchuelo.
La luz pulsada también se utiliza para la eliminación del vello, aunque los láseres más comunes para este fin son Alejandrita, diodo y neodimio yag. «Todos eliminan el vello, pero no todos sirven para cualquier tipo de pelo ni de piel», destaca Susana Corrales, enfermera dermoestética.
El láser Alejandrita es más efectivo para el vello oscuro y fino-medio y pieles claras o poco oscuras; diodo está indicado para pieles más oscuras y vello más grueso y profundo, aunque también se puede emplear en personas de piel clara que tengan el vello grueso; neodimio Yag es para pelo muy grueso y profundo; y la luz pulsada sirve para muchos tipos de vello, pero su acción es más limitada. «El pelo cano está contraindicado para ser eliminado con láser porque este no lo detecta», añade Corrales.
Dado que el láser es una fuente de energía muy potente que puede producir inflamación, irritación, sensación de dolor, quemaduras o infecciones, por eso es importante tener ciertas precauciones al utilizarlo. Entre ellas, «el empleo, durante su aplicación, de unas gafas de protección ocular homologadas y no tomar el sol el mes previo y el mes posterior a la realización de la sesión», advierten las especialistas.
Además, está contraindicado durante el embarazo y la lactancia, algunos casos de diabetes, epilepsia, trastornos inmunodepresivos, fotosensibilidad por enfermedad, si se toman medicamentos fotosensibilizantes o si se tiene herpes activo o lesiones malignas en la piel, entre otros.
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