Reología

De todas las propiedades reológicas que estudian el comportamiento de los fluidos sometidos a cargas mecánicas, existe una, la viscosidad, que podríamos llamar fundamental. Se puede decir que es una medida de la resistencia de un material a fluir. En algunos casos, por ejemplo en las vidrieras que citamos antes, es interesante la fluencia, que es la deformación que experimenta un material sometido a una carga lenta. En este caso la gravedad. También puede ser crítico el tiempo de relajación, que es el tiempo que tarda el fluido en adquirir un nuevo estado de equilibrio o, recuperar el inicial, cuando deja de actuar una fuerza. Todas estas propiedades varían con la temperatura y con el tipo de fuerza aplicada: cizalladura, torsión o tensión. La comprensión de las propiedades reológicas ayuda a modelar el comportamiento de los materiales. Por ejemplo, por ser actualidad, el movimiento de la lava del volcán de la isla de La Palma, determina cuándo se para, si llega o no al mar, cual será la altura en función de la fuente de lava, etc.

Un gran número de los materiales que utilizamos o que existen en la naturaleza tienen propiedades reológicas. Por ejemplo las pinturas y revestimientos, alimentos y bebidas, productos farmacéuticos, cosméticos y cremas en general, productos agroquímicos, las dispersiones de partículas grandes, los cementos, los minerales y un larguísimo etcétera. Por su relación con nuestro organismo citaremos la bioreología, que se dedica a estudiar el flujo y deformación del material biológico bajo la influencia de tensiones y esfuerzos. Una rama de la bioreología es la hemoreología, cuyo propósito es el estudio del flujo sanguíneo en interacción con sus alrededores ambientales, tanto en macro como en microcirculación.