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¿Aparentas la edad que tienes?

¿Aparentas la edad que tienes?

Hay rasgos que nos ponen o nos quitan años y no todos están determinados por la genética: sobre algunos podemos actuar

Sábado, 22 de octubre 2022, 18:58

Hay auténticos expertos a la hora de echar edades a los que les basta un vistazo para que su cerebro –consciente o inconscientemente– procese unas cuantas variables y 'clave' los años que tiene otra persona. Y también existe el caso contrario: el de aquellos que meten la pata estrepitosamente y que deberían mantener la boca cerrada cuando se toca este espinoso asunto, más que nada por no ofender a nadie. Porque pocas cosas nos gustan menos (admitámoslo) que eso de que nos atribuyan más años de los que tenemos.

Pues bien, aunque pertenezcamos a los del primer grupo, el de los 'buenos calculadores', hay individuos que nos lo ponen muy difícil, ya que parecen mucho más jóvenes de lo que son. ¿Qué rasgos comparten para dar esa apariencia ? Tres expertos –un cirujano plástico, una dermatóloga y uno de los expertos 'antiaging' más reputados del país– nos los desvelan.

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    La manera de moverse y la postura son claves

Con la edad, la espalda tiende a curvarse debido a los cambios en los discos que hay entre las vértebras. Esto hace que al cumplir años andemos menos erguidos y hasta perdamos altura.Este fenómeno comienza a en torno a los 30 años y, aunque tarda en empezar a apreciarse, ahí esta: es una pista de nuestra edad. Por eso, si una persona no presenta este encorvamiento, de inmediato parece tener menos años. «Los jóvenes van más erguidos y esto influye en la apariencia del abdomen y en la forma de caminar, más ligera», destaca José Serres, presidente de la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad (SEMAL) y uno de los mayores referentes en medicina antienvejecimiento de España. «El hecho de moverse con torpeza avejenta muchísimo», corrobora José Manuel Béjar, cirujano plástico del hospital vizcaíno San Juan de Dios. Así que, si queremos parecer jóvenes, hay que evitar la rigidez, la marcha bamboleante y algunos gestos que mandan al cerebro de quienes nos miran el mensaje 'ahí hay vejez'. Frotarse los ojos, ponerse las manos en los riñones y arquearse, ir doblado o con una marcha muy lenta...Todo lo que transmita cansancio transmite también años.

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    Piel bien cuidada, sin descolgamiento

Arrugas, manchas, papada, descolgamiento, ojos con bolsas y ojeras... Si tenemos alguno de estos rasgos muy marcado, nos van a echar más años de los que tenemos. Una buena piel no solo es una lotería (sí, los genes importan), sino también el resultado de los cuidados o martirios a los que la hayamos sometido. Además, delata muy pronto la edad y los estragos. «Los que han abusado del sol y de las cabinas de bronceado, a los 30 o 35 años ya parecen más mayores», apunta Natalia Jiménez, dermatóloga en el hospital madrileño Ramón y Cajal, experta en la vertiente estética de su especialidad y autora de 'Ponte en tu piel' (editorial Aguilar). Una piel seca necesita más 'trabajo' para tener buen aspecto; si no, nos pone años. Repasemos la lista de esos conocidos que se conservan bien, ¿a que no se caracterizan por su bronceado? Eso las famosas ya lo tienen muy claro. «Anne Igartiburu, Nieves Álvarez, Paloma Cuevas... son algunas de las famosas que cumplen años muy bien», añade Jiménez.

Zonas delatoras

  • Hay partes del cuerpo especialmente sensibles al envejecimiento. Si por genética las tenemos bien o hemos sabido cuidarlas, vamos a parecer mucho más jóvenes que nuestros contemporáneos. Estas son las zonas clave:

  • Párpados: Cuando la grasa que rodea el ojo ya no es contenida por los músculos(que se relajan con la edad), esta se sale de su sitio en forma de antiestéticas bolsas. «Este rasgo envejece incluso a personas muy jóvenes. Muchas veces son congénitas», apunta Béjar. Por eso las blefaroplastias (intervención para eliminarlas) «son la cirugía estética más demandada».

  • Manos: Hay personas que se quitan las manchas con láser porque son unas 'chivatas' tremendas de nuestra edad.

  • Papada y cuello deteriorado: Otro factor que pone años. Casi siempre es por descolgamiento de la piel, pero otras se debe a la propia anatomía del cuello.

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    Cara redondeada y con ángulos poco marcados

«Hay rasgos anatómicos que se identifican con una mayor juventud. Uno muy importante: las personas con cara redondeada y pómulos poco marcados parecen más jóvenes, más aniñadas», desvela Natalia Jiménez. Un claro ejemplo son los asiáticos: suelen tener caras poco angulosas y por eso parecen aguantar mejor el paso del tiempo. El toque infantil (redondito y de contornos suaves) les dura más que a los occidentales. También les ayuda la palidez y el hecho de que no se exponen al sol. Luego están esos adolescentes eternos, como Leonardo DiCaprio. «Las personas con cara de niño siempre aparentan menos edad. Pero esto es totalmente genético», añade Béjar, quien explica que con la edad se produce «la esqueletización del rostro»: «El tejido celular subcutáneo, la 'grasita' que tenemos en la cara, bajo la piel, se va perdiendo y los huesos del rostro se empiezan a notar más. Esto avejenta». Es decir, a más angulosidad, mayor apariencia de vejez y hasta de enfermedad. «Parece que con la edad la nariz crece, pero no es así, lo que pasa es que se marca más», añade el cirujano plástico. Así que contornos suaves y poco marcados ayudan a que nuestra cara siga pareciendo joven.

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    El músculo se asimila a la juventud

Con la edad perdemos músculo y ganamos grasa. Y, como el músculo supone fuerza y firmeza (sostiene bien la piel para que no quede caída), nuestro aspecto también pierde estas dos cualidades ligadas a la juventud. Por eso, una persona que logre (mediante ejercicio y buenos hábitos) mantener una proporción de grasa y músculo adecuada siempre va a quitarse años de encima, porque eso va a evitar que «la barriguita y la celulitis (sobre todo en las mujeres) nos añadan años». Ahí está el caso del actor Russell Crowe, ahora con una prominente barriga y brazos 'blanditos': «Se ha envejecido muchísimo», indica Serres. «George Clooney o Tom Cruise, por el contrario, lo llevan muy bien».

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    Sensación de vitalidad

Una persona que transmite vitalidad y buen talante tiende a considerarse más joven que una con aspecto fatigado y triste. Pensemos en las fotos de antes/después de algunas publicidades de cosméticos o tratamientos. A veces la diferencia entre ambas imágenes no es tan grande, pero la instantánea de los 'buenos resultados' suele presentar a la persona alegre y con energía, no con cara de preocupación o de estar derrotada por la vida. Quizá este sea el 'secreto de la eterna juventud' del presentador Jordi Hurtado –¡la de memes que se han hecho con él!–, siempre sonriente, siempre dinámico, incansable. «Y luego seguro que le ayuda la genética, los cuidados y quizá algún arreglillo», añade Serres.

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    Ni muy gordo ni muy flaco

¿Quién no ha oído alguna vez eso de que a cierta edad hay que elegir entre cara o culo? Entre tener lozana una de las dos cosas en detrimento de la otra, se entiende. Suena a dicho popular sin ninguna base científica, pero... es más o menos cierto. «La obesidad hace que sobreestimemos la edad de la gente, eso es verdad. Pero, ojo, una pérdida de peso importante a ciertas edades deja la cara con aspecto de cansada y eso envejece», avisa la dermatóloga. El experto en medicina 'antiaging', por su parte, añade que la gordura hace que mejoren algunas arrugas y la flacidez del rostro (algo 'bueno' tenía que tener), pero lo que se gana por ese lado se pierde por otros, claro: peor salud, mayor torpeza, peor silueta. Lo ideal, cómo no, es encontrar un equilibrio y no abonarse a las dietas yo-yo. Las personas que se mantienen siempre en un peso similar (y correcto) ayudan a su cuerpo a parecer más joven.

La suerte de tener el 'gen Matusalén'

Hay tres factores que influyen en cómo envejecemos: la genética -'culpable' del 30%-, el ambiente en que vivimos -supone de un 5 a un 10%- y nuestros hábitos -con un aplastante peso del 65%-. «Se han hecho estudios con gemelos donde se ha comprobado que, a igual genética, si uno llevaba una vida sana y otro no, su envejecimiento era muy distinto», afirma José Serres, el doctor especializado en medicina 'antiaging'. «También está el caso de un camionero de EE UU que, tras décadas al volante, tenía la mitad del cuerpo donde le había dado el sol mucho más envejecida que la otra, con unos 15 o 20 años de diferencia», explica.

Así que el sol y los malos hábitos (tabaco, alcohol, sedentarismo, alimentación insana) marcan la diferencia y, afortunadamente, es algo que está en nuestra mano controlar, al contrario que la genética, esa lotería natural. Un estudio en el que participó la Universidad de Harvard hace una década determinó, entre otras cosas, que las personas que aparentan menos años suelen tener el llamado 'gen Matusalén', que les protege de las principales causas de envejecimiento -produce una proteína que lo logra- y de enfermedades como la diabetes tipo dos y ciertas dolencias cardiacas. Se halló este gen con mayor frecuencia en los ancianos muy longevos y las personas de raza negra.

Otro estudio, realizado por el Centro Médico Erasmus de la Universidad de Rotterdam, ha descubierto que las mutaciones en otro gen, el MC1R -también responsable de la tez blanca y el cabello pelirrojo- influye en la edad que nos asignan, ya que 'pone' al menos dos años más a sus portadores.

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