Christian Machowski
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Christian Machowski
Ana Pérez-Bryan
Viernes, 4 de agosto 2023, 00:16
Buscaba una afición que le permitiera desconectar del estrés de su trabajo como dueño de una agencia que gestiona los traslados, alojamientos y mil cosas más que necesitan los equipos de fútbol profesional que compiten en la Champions League. Cuando hizo el primer 'clic' con ... la cámara de fotos, supo que era eso lo que necesitaba. Ahora, Christian Machowski, de origen alemán pero ganado de lejos para la causa del sur, vive pegado a ese objetivo; y ya no sólo por una pura cuestión de estética –sus fotos se convierten en virales nada más llegar a redes–, sino como una manera de documentar su integración en las ciudades.
– El hombre pegado a una cámara. ¿Cómo empieza esa afición?
– No lo recuerdo bien, pero sí que en mi vida no tenía una afición. Mi padre fue músico y tenemos la creatividad en el ADN. En el pasado sólo hacía fotos con el móvil, pero desde hace cinco años utilizo cámaras diferentes y cuando me mudé de Benahavís a Málaga me di cuenta de que la fotografía me permite documentar mi integración en este país.
– ¿Y cómo ha sido esa integración? ¿La foto general es en blanco y negro o en color?
– Uy, eso es muy interesante. Para todo tuve una primera vez: la primera feria, la primera Semana Santa, la primera Navidad… Ahora, con un poco de distancia y experiencia, he visto que las cosas en la ciudad son diferentes y la fotografía es la oportunidad de expresar mi personalidad.
–Pues en esas fotos se adivina que es una persona sensible, tolerante y empática
–Sí, mi intención es tener una visión en positivo de las cosas.
– ¿A lo negativo le hace fotos?
– Claro, pero no las publico porque soy guiri en una ciudad que tiene opiniones sobre muchas cosas y creo que es difícil y peligroso expresar mis pensamientos.
– ¿Y por qué no se moja? ¿Por educación o porque se ha dejado arrastrar por lo políticamente correcto?
– No me gusta comentar cosas que no entiendo o sobre las que no tengo toda la información. No conozco toda la historia ni el sentimiento de la gente, así que prefiero no entrar.
– Dicen que con sus fotos hace más por la ciudad que varias campañas de turismo juntas
– (Risas) Sí, soy responsable de muchos de los turismos que tenemos por aquí. Mis ojos son guiris pero hoy soy un vecino más, con los mismos problemas y preocupaciones del resto.
– Cuénteme su historia de amor con España
– Desde 2005 trabajé mucho en la Costa del Sol en invierno por la pretemporada de los equipos de fútbol con los que trabajo. Durante esos tres o cuatro años, el clima y la forma de vida fueron muy buenos para mi salud mental, así que en 2015 mi mujer y yo decidimos mudarnos al sur. Aquí somos muy felices.
– Seguro que ya han adoptado alguno de los tópicos. La siesta, las tapas, acostarse tarde…
– Los tópicos no son la realidad, de hecho no hubo nada que nos llamara la atención. Creo que cuando no tienes la mentalidad abierta y no aceptas que la cultura del lugar en el que estás no es la misma que la tuya tienes un problema. Nosotros decidimos abrazar esa cultura, puede que haya cosas que no nos gusten, pero ése no es vuestro problema.
– Vayamos a su trabajo. ¿Es complicado gestionar los egos de los grandes equipos de fútbol?
– Mi trabajo es una locura, llevo con mi empresa desde 1996. Han sido más de 500 partidos, 38 países diferentes... Y no, no es muy difícil trabajar con las estrellas. Da igual si son equipos pequeños o grandes, las personas son bastante estándar. La diferencia está en el nivel del desplazamiento, del hotel, de las dietas… Los futbolistas son jóvenes y hay que entender que están mucho tiempo en hoteles y aeropuertos. En cualquier caso, nosotros tampoco tenemos mucho contacto con ellos, nuestra labor está fuera, en que todo funcione bien.
– No se ha separado de su cámara en toda la entrevista. ¿Qué foto le queda por hacer?
– Uf, qué difícil. Quizás un momento especial en la calle, en la vida de una persona. Soy un cazador de momentos con ojos de guiri y me gusta que haya gente en mis fotos. Captar un momento que, sin mi cámara, se hubiera ido pero que se queda ahí.
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