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Iratxe López
Miércoles, 31 de mayo 2023
A veces nos pasamos de listos con el lenguaje. Algunas personas miran con desprecio a quienes no hablan según la norma. Asociamos dejes o palabras a capas sociales inferiores. Si alguien pronuncia un 'ansí' en vez del 'así' acostumbrado, nos echamos las manos a la ... cabeza. Pues atentos a esta conversación. «¡Buena ha estado la caza, señor general! –dijo el virrey. / Y tan buena –respondió el general– cuál la verá Vuestra Excelencia agora colgada de esta entena. / ¿Cómo ansí? –replicó el virrey». Responde el virrey, al que se supone cierto manejo del vocabulario. En el Quijote, y estaremos de acuerdo en que Cervantes iletrado no era. También lo emplearon Santa Teresa, Quevedo o Calderón, porque en los siglos XVI y XVII era la forma prestigiosa de decirlo.
«Que las lenguas cambien, desaparezcan elementos y surjan otros es lo esperable, las únicas que no cambian son las muertas. El problema estaría en eliminar todo aquello que no siga lo normativo, lo prestigioso, aunque esté vivo de manera natural. Debemos conocer la variedad estándar para no perder oportunidades sociales y laborales, eso no significa descartar lo demás. Reducir la lengua a lo normativo la empobrecería», comenta la lingüista Ana Estrada Arráez. Junto a Beatriz Martín Izquierdo y Carlota de Benito Moreno han editado el libro 'Como dicen en mi pueblo. El habla de los pueblos españoles' (Ed. Pie de página).
Acento, palabras y estructura gramatical delatan. La duda es si eso hace que seamos diferentes. «¡Uy! Podríamos comentar horas esto. La forma de hablar no tiene efecto sobre la de ser, pero sí sobre cómo nos percibimos y perciben. Solemos considerarla elemento de identidad y cultura, nos sentimos más cercanos a quienes hablan como nosotros. Las de los demás se suelen asociar con estereotipos positivos o negativos. Entre hablantes hispanoamericanos los españoles tenemos fama de descorteses, estoy segura de que la descortesía está repartida uniformemente en el mundo. Pero las formas de expresar lingüísticamente estas cualidades varían de un país a otro», aclara De Benito.
En abril se cumplieron treinta años del secuestro de Anabel Segura. Sus asesinos fueron localizados, entre otras pistas, por usar expresiones como 'pimientos coloraos'. «El lenguaje puede ser una pista importante para determinar el origen geográfico. Hay características típicas de regiones, acento y entonación varían. Cada lengua o dialecto tiene palabras y expresiones únicas», explica Martín. El libro ofrece ejemplos como los diminutivos: '-iño' en Galicia, '-ico' en Aragón…; el afirmativo del adverbio 'ya' en el norte; el 'asín' en Andalucía occidental; el empleo conjunto de leísmo, laísmo y loísmo solo en Castilla central y occidental.
Cuando viajas a Mallorca puedes escuchar «¡qué va de elegante!» en vez de «qué elegante va» por su traducción del catalán. Al norte de Santa Cruz de Tenerife, si preguntas a alguien mayor «¿es usted Pedro?» la respuesta podría ser «servidore», con 'e- paragógica' heredada quizá de la presencia portuguesa siglos atrás. La Real Academia Española recomendaba, en el XVIII, leísmo y laísmo por ser típicos de la corte regia ubicada en Madrid.
En ocasiones, sentimos que una frontera invisible divide ambas zonas, incluso en modos de hablar. ¿Existe realmente? «En la península ibérica encontramos áreas 'horizontales'. En el castellano norteño se escucha el condicional en contextos del subjuntivo, ese 'si podría, estaría siempre de vacaciones'. Tenemos el oído acostumbrado a las innovaciones de hablas andaluzas, del sur de Extremadura, La Mancha o Murcia, del español meridional.
Pero hay también áreas 'verticales' nacidas de la Reconquista. Los repobladores se trasladaban de norte a sur y sus hablas con ellos. Se ve bien en los diminutivos, '-ino' (abuelino) frecuente de Asturias a Extremadura, mientras que '-ico' (corderico), propio de Aragón, llega hasta Granada y Almería», especifica de Benito.
Escribir con abreviaturas en redes sociales está a la orden del día, aunque viene de lejos. «En los manuscritos medievales encontramos 'q' por 'que', y ese 'que' sigue existiendo. Evitar la ortografía oficial no significa que esos rasgos influyan en la lengua, lengua oral y escrita no son lo mismo. La escritura es una representación de lo oral, tiene normas según el contexto. Una conversación con amigos o familia por WhatsApp favorece la menos formal», recuerda Estrada.
Por tanto, aunque el miedo a depauperar el lenguaje sobrevuele el ambiente, internet y las redes no deberían empobrecerlo necesariamente, aunque el uso excesivo de abreviaciones y emojis puede llevar a «pérdida de habilidades lingüísticas y simplificación del lenguaje», admite Martín.
La lengua se dobla sin llegar a quebrarse, como el junco, cambia y se adapta. «Se han creado términos que designan nuevas realidades y hemos adquirido préstamos del inglés, igual que ocurrió en otros siglos con palabras francesas o italianas ahora integradas. El problema surge cuando no sabemos adaptarnos a diferentes tipos de registro: no hablamos o escribimos igual con un profesor que con amigos. La evolución natural del lenguaje es constante, la forma en que hablamos hoy es el resultado de una larga historia de cambios», señala Martín.
'Ansí' de claro, que diría el virrey cervantino.
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