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Cualquier madre o padre que se haya enfrentado a la labor de introducir a sus hijos en la enseñanza musical, especialmente si es oficial, sabe que el momento de elegir el instrumento no es solo de gran relevancia, pues será el que con suerte le ... acompañará toda su vida, sino también complicado, pues no siempre es posible acceder al que uno tenía en mente al principio. ¿Cómo saber cuál es el mejor para cada uno? Los adultos cuentan con más claves, evidentemente, para saber lo que quieren para ellos mismos. Pero con niños que ni siquiera tienen clara la oferta... Ni sus padres, en cuyas manos queda dicha elección en medio del desconocimiento generalizado de los instrumentos no solo de la orquesta sino de las distintas bandas de jazz y otras músicas populares, incluyendo los grupos de música actual. ¿Cuántos adultos saben qué son, la forma que tienen o cómo funcionan un fagot, un oboe, la tuba, el trombón, la viola...?Eso provoca que el piano sea el más preciado objeto del deseo –el que por tradición en nuestro país tocaban las niñas de familias bien–, entre otros motivos porque es un gran conocido de todos. O el violín, uno de los reyes de la orquesta. Y a lo sumo la guitarra, imprescindible en grupos de pop, rock y en el flamenco...
Maite Villate (Jefa de estudios del Conservatorio de Música de Bilbao)
La edad mínima de acceso al conservatorio son los 8 años. Hace falta pasar una prueba de admisión que evalúa las aptitudes naturales del niño para la música. Con sus resultados, se elabora un ránking y por ese orden los chavales van eligiendo instrumento hasta que las plazas de cada uno de ellos se van acabando. El puñado de huecos para piano se agota a las primeras de cambio, informa Maite Villate, jefa de estudios del Conservatorio de Música Juan Crisóstomo de Arriaga, de Bilbao. Por ello advierten a las familias de que lleven pensadas otras alternativas en caso de que se agoten las plazas del instrumento que ellos quieren. Y es un hecho que siempre se acaban antes los mismos.
«El de más éxito es el piano, seguido de la guitarra, el violín, la flauta travesera y el arpa –detalla Villate–. En otro nivel se encuentran los de cuerda, con un éxito relativo; ahora mismo tienen un buen presente la viola, que antaño no se escogía y tenían que tocarla los violinistas, y también el violonchelo y el contrabajo, muy reconocible por la música popular. Por el medio anda la percusión, y se salvan el saxo y el clarinete dependiendo del año. Pero el oboe y el fagot son grandes desconocidos entre los de viento madera, y en el viento metal tenemos la tuba y el trombón. Y luego hay instrumentos como el clave que, por su parecido con el piano, también pueden tener cierto éxito. Sin embargo, el acordeón, que curiosamente en el pasado gozaba de mucha popularidad, hoy ha caído en el olvido».
¿Cuáles son las causas de esta 'discriminación'? El piano, explica Villate, además de ser muy conocido, «es muy atractivo físicamente, y cuando tocas una tecla, ya suena bien, no es como la trompeta, que al principio no sabes cómo sacar el sonido. Pero lo que no se tiene en cuenta es que el piano es un instrumento muy solitario que, además, necesita muchísimas horas de estudio llegados a cierto nivel, y tiene menos salidas laborales que otros como los vientos, con los que podrás tocar en bandas, en orquestas, y además en compañía».
Para ayudar en la decisión, los conservatorios dedican un par de jornadas a dar a conocer a los alumnos los instrumentos a los que podrán optar, ya que no será posible que todos cojan el que desean. Y cuando esto sucede, al principio se desencadena un pequeño drama... «Pero luego el alumno llega a conocer el instrumento que le ha tocado y que no era su primera opción y en la mayoría de los casos se enamora de él. El abandono por este motivo es muy bajo», asegura Villate. Los padres, dice, entienden que lo importante entonces no es el instrumento que su hijo haya escogido, sino el aprendizaje de la música, «la formación en sí como una herramienta para la vida, y el instrumento pasa a ser, en realidad, algo secundario».
Eva Santos (Codirectora de la Academia Muzzik)
Aparte de la enseñanza oficial, existen academias privadas donde sí es posible elegir sin problema el instrumento que uno desea, en este caso incluso de música moderna. Muchas de ellas establecen aun así un curso de rotación de instrumentos donde niños de entre 5 y 7 años entrarán en contacto con buena parte de ellos durante todo un año, llegando a experimentar con todos para comprobar su grado de conexión y sus aptitudes. «Aquí también llegan pidiendo piano, violín, guitarra y batería, mientras que el acordeón, la flauta, el saxo y el canto suelen quedar relegados al principio», explica Eva Santos, codirectora de la academia Muzzik.
Señala la profesora que muchos son demasiado pequeños aún para soplar con éxito un saxofón o la flauta, y volvemos a la relativa facilidad inicial de las teclas del piano. «La experimentación es fundamental, pues no tienen pautas para tomar decisiones con 8 años. Y hay que ver si la forma de tu mandíbula te impide soplar adecuadamente, si tienes la mordida mal, o si ni siquiera sabes silbar. Otros pasan la prueba de piano pero tienen una mano tan pequeña que no llegarán a poder tocar octavas (abarcar ocho teclas con la mano abierta). Hay incluso niños que no pueden sujetar la flauta durante mucho tiempo porque son demasiado pequeños y se cansan...».
En los países del Este, donde la tradición musical es muy amplia, se les selecciona según sus facilidades para uno u otro instrumento. «En Polonia te miran todo antes, si no te cabe el dedo entre las dos teclas negras del piano por ser demasiado grueso... Los padres quieren el piano y el violín porque es lo que conoce todo el mundo, pero de la orquesta, del viento, del fagot, el oboe, la trompa... lo desconocen casi todo».
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