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Solange Vázquez
Jueves, 18 de mayo 2023, 18:19
Al ser humano siempre le han gustado las historias truculentas... y más si son reales, esto no es nada nuevo.Lo que sí es novedoso, por la variedad y cantidad de oferta actual, es el tremendo éxito del 'true crime' –historias de crímenes reales–, un ... género que se ha colado en nuestras vidas –y de qué forma– en diferentes formatos: series, documentales, libros y podcasts, el último (y superexitoso) grito en este terreno.
Un simple vistazo al menú de nuestra televisión confirma el auge de estos productos audiovisuales. Canales específicos de esta temática (SkyCrime,ACM Crime...) y programas como 'Accidente, suicidio o asesinato', '¿Nacidos para matar?', 'Enterrados en el jardín', 'Crímenes con veneno', 'Temerás a tu vecino', 'Viudas negras', 'Mi primer asesinato', 'Parejas asesinas', 'Niños asesinos', 'Curas asesinos' –sí, sí, los párrocos tienen su propio espacio–, 'Citas infernales'... Y así una larguísima lista que ofrece a los aficionados un menú sangriento para todos los gustos (con asesinos, escenarios del crimen y 'modus operandi' distintos). Que no se quede nadie con sus preferencias 'asesinas' sin satisfacer.
Parece que es así, porque este género ya es el segundo predilecto del espectador, solo por detrás de la comedia, según datos del estudio TGI Global Quick View de Kantar, realizado con usuarios de vídeo de más de una treintena de países. «La ficción basada en crímenes reales se ha convertido en uno de los grandes géneros de la industria del entretenimiento», confirma Elena Neira, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). «En lo relativo a la narración, engancha precisamente por ser un caso real, por el atractivo que supone el morbo. Cuando estás en el ámbito de la ficción, si la premisa es demasiado descabellada o irreal es más difícil entrar en el estado de suspensión de realidad que requiere la conexión con el contenido. Pero en el 'true crime' partimos de que eso sucedió, algo que, debido al estupor que produce, aumenta el enganche», detalla Neira.
El mecanismo psicológico que explica el interés morboso por estos contenidos es tan simple como sorprendente: la sensación 'desagradable' que nos producen estos contenidos truculentos suscitan una emoción, una euforia, una subida de adrenalina que a nuestro cerebro le resulta adictiva por dos motivos: porque ese estado de excitación se extiende más allá del programa en sí –termina el contenido y el miedo, pero nos quedamos con esa sensación 'alterada' más tiempo– y, a la vez, sentimos una sensación de alivio y felicidad por haber 'sobrevivido' a esa situación dramática (aunque sea desde la tranquilidad y seguridad que tenemos como espectador).
«Algunas personas encuentran una falsa sensación de control y seguridad exponiéndose a información detallada de lo aterrador y extraño», ahonda Mireia Cabero, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. «Además, se suma la esperanza del espectador de que la historia tenga un final donde triunfe el bien sobre el mal. Eso nos engancha», añade Marc Balcells, profesor del grado de Criminología de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC.
La pregunta que se hacen muchos expertos es si una sobreexposición a este tipo de contenidos puede afectar a nuestra vida. Si tenemos el cerebro en 'modo asesinato' muchas horas al día, ¿podríamos terminar perdiendo pie y desarrollando tendencias delictivas? «No hay una relación directa entre el consumo de contenidos de este tipo y una mayor propensión al crimen», tranquiliza Balcells.
Pero tampoco sale 'gratis'. Un consumo excesivo de contenidos de 'true crime' puede afectar a la salud mental. «Sentir terror constante o ansiedad, vivir en un estado de alerta persistente, sufrir miedo dentro de casa, tener la percepción de amenazas sin motivos, visualizar recurrentemente escenas de crímenes que hemos visto o salir menos son algunos de los signos de alarma ante un consumo excesivo de estos contenidos», recalca Cabero.
«Si observamos que hay cambios en nuestras decisiones y acciones, decisiones y acciones que antes no tomábamos, entonces es una señal de que nos está afectando», advierte la psicóloga. Esto es porque va directo a algunos de nuestris resortes mentales más profundos... estas son razones 'profundas' por las que nos gusta tanto.
Un ejemplo de 'true crime' fueron los folletos que se editaban en Gran Bretaña en el sigloXIX con casos reales. Valían un centavo (se les conocía como 'penny dreadfuls') y su popularidad influyó en que la pena de muerte se restableciese en 1863, tras décadas casi inhabilitada. ¿Por qué? Empezó a cundir la idea de que las calles eran muy peligrosas.
El misterio y la cara oscura del ser humano nos atrae... porque estamos a distancia y seguros. Desde esa posición de privilegio, nos gusta 'poner orden' en aquello que no tiene explicación y actuar como detectives de salón o escritorio. De hecho, el canal Sky Crime usaba esta idea en una de sus promociones al invitar al espectador a «cuestionarlo todo».
El criminólogo Nils Christi creó el término 'víctima ideal' para designar a los individuos que, de sufrir un crimen, sacuden especialmente la conciencia de la sociedad. Ocurre con niños y con personas de vida modélica (las juzgamos como menos 'culpables' de su desgracia). Empatizamos más con este tipo de víctimas, las favoritas del 'true crime'.
Las mujeres son más aficionadas al 'true crime' televisivo, sobre todo las mayores de 30 años. Y el 80% del público de los podcast del género es femenino. Según el estudio 'Atrapadas por el true crime', las mujeres se sienten más vulnerables ante un posible delito y empatizan más. Asimismo, inconscientemente, buscan técnicas de superviviencia por si les ocurre.
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