En 1961 el psicólogo Stanley Milgram, de la Universidad de Yale, llevó a cabo un experimento para probar la obediencia de las personas aún cuando son obligadas a hacer algo que va en contra de su conciencia. Disfrazaron el asunto diciendo a los voluntarios que ... participaron que se trataba de un estudio sobre la memoria y el aprendizaje y les pagaron 4 euros. Su cometido era aplicar descargas eléctricas a una persona –un actor, aunque los participantes no sabían que lo era– cada vez que esta fallaba en una serie de preguntas. Pese a los gritos desgarradores que supuestamente profería en el momento de la descarga (en realidad eran grabados), el 61% de los participantes llevaron el experimento hasta el final.
En 2009 un equipo de televisión franco suizo recuperó aquel experimento para su documental 'El juego de la muerte': simularon que iban a grabar el piloto de un programa televisivo en el que un concursante (de nuevo se trababa de un actor) debería memorizar 27 grupos de palabras. Encerrado en una cápsula opaca donde era imposible ver nada desde el exterior, cada vez que erraba, otro participante (que había cobrado 40 euros y no tenía ni idea de que eso no era un programa, sino un experimento) debía aplicarle una descarga eléctrica que se incrementaba en 20 voltios cada vez que subía de fase (había 27 fases). Pese a que el actor gritaba '¡Me niego!', '¡Sacadme de aquí!'... -llegaron, incluso, a dejar de oírle, lo que daba a entender que se podía haber desmayado-, el 81% de los participantes siguió aplicando las descargas hasta el final.
Este vez no querían probar la obediencia del ser humano, sino testar hasta qué límite era capaz de llegar la televisión. «Desde hace una década se está recurriendo a la violencia y la humillación en la lucha por la audiencia», denunciaban los autores del documental, en el que se mostraban otras imágenes de atrocidades disfrazadas de espectáculo televisivo: concursantes arrojados a peceras de agua hirviendo en la tele japonesa, un belga diseccionando cadáveres en directo («Umm, retirar la piel de un cuerpo lleva su tiempo», comentaba bisturí en mano ante la atenta mirada de los espectadores), adolescentes grabándose en escenas peligrosas para el popular programa de la MTV 'Jackass' (caídas con roturas de huesos, puñetazos en los testículos, personas orinando en la cara de otro...), el mago Derren Brown jugando a la ruleta rusa en directo en la televisión británica –luego confesó que había usado balas de fogueo–. En España cabe recordar el éxito de Bear Grills, el aventurero inglés que se jugaba el pellejo en 'El último superviviente'.
«Si los concursantes fueran 'Superman' sería casi un ejercicio militar. El gancho está en ver a una persona como tú fallar, hundirse y reponerse»
Juan Francisco Gutiérrez Lozano
Profesor de Periodismo Audiovisual en la UMA
«Ver sufrir a otro nos genera cierto placer. Porque es novedoso y distinto y porque tú ves que otro sufre o se hace daño pero tú estás bien»
Guillermo Fouce
Presidente de Psicología Sin Fronteras
Todos estos espacios han tenido un gran éxito de audiencia, lo que pone en evidencia que, de alguna manera, disfrutamos con el sufrimiento ajeno. ¿Es así? «Ver sufrir a otro nos genera cierto placer. Porque es novedoso y distinto y porque tú ves que otro sufre o se hace daño pero tú estás bien», explica el psicólogo Guillermo Fouce, presidente de Psicología sin Fronteras.
Está de acuerdo Juan Francisco Gutiérrez Lozano, profesor de Periodismo Audiovisual en la UMA, pero matiza: «El espectador no es un sádico. Al igual que disfruta del cine de aventuras y de acción, le gustan los programas donde la gente lo pasa mal, pero sin que sea demasiado». Y, asegura, no es tanto morbo, sino otra cosa: «El televidente empatiza con el concursante que sufre porque se reconoce y se emociona con él. Por eso, los concursos de supervivencia eligen perfiles dispares entre los participantes, tanto en cuestión de edad como de preparación y forma física. Si todos fueran 'Superman' sería casi un ejercicio militar. El gancho está en ver a una persona como tú fallar, hundirse, reponerse... Los participantes se convierten en víctimas, en sufridores. Y eso forma parte de la narrativa audiovisual».
El mejor exponente de esto que dice Lozano tal vez sea 'El Conquistador', el longevo 'reality' de aventuras de ETB (están preparando ya la vigésima edición) y que este año ha dado el salto a TVE (el concurso se estrena el 11 y 12 de septiembre con la emisión del primer y segundo programa en el prime time de las 22:35). Sobre la dureza de la competición habla Julian Iantzi, conductor de las diecinueve ediciones en la autonómica vasca y ahora copresentador con Raquel Sánchez-Silva en Televisión Española: «Pasan días enteros sin comer, apenas sin dormir. Y esa realidad, porque todo es verdad, es lo que atrapa al espectador». Ellos siempre han puesto el acento en la aventura, mientras que otros, como 'Supervivientes', han puesto más el foco en la convivencia. «En el caso de 'El Conquistador' el escenario ayuda porque es salvaje, espectacular. Son formatos muy visuales, muy televisivos, con una puesta de escena de las pruebas muy atractiva», valora Gutiérrez Lozano.
«El ser humano siempre se está midiendo sobre sus posibilidades y sus fronteras»
Juan Pagola
Responsable de las titulaciones de Comunicación en la Universidad de Deusto
«Estos espacios son muy atractivos porque convierten en espectáculo los retos que asumen una serie de concursantes en situaciones extremas», señala en la misma línea Juan Pagola, responsable de las titulaciones de Comunicación en la Universidad de Deusto. Tiene que ver, dice, con el gusto de las personas por los deportes de riesgo. «El ser humano siempre se está midiendo sobre sus posibilidades y sus fronteras, es como si quisiera ver constantemente con sus propios ojos cuáles son sus verdaderos límites. Si, además, se disfraza de aventura con músicas solemnes, se introduce el factor de las relaciones humanas y se le da una continuidad, capítulo a capítulo, el producto adquiere tintes épicos».
Aunque en otros casos no es tanto la épica lo que engancha: «Hay gente que se ha prestado a tragarse un preservativo, a beber agua sin límite, recordemos el famoso 'juego de la ballena' que inducía al suicidio... Ha habido hasta fallecidos en este tipo de retos virales, que han traspasado la pantalla televisiva para viralizarse en Internet. Y todo por la búsqueda del 'like', de la aceptación de otro, aún a costa de hacer algo que sea dañino para ellos», advierte el psicólogo Guillermo Fouce.
Y es que, recuerda Juan Ignacio Pagola, no hace falta encender la televisión para comprobar esa «relación entre el público y el morbo». «Cuando vemos un accidente en la calle, la mayoría tendemos a pararnos para ver qué pasa, aunque ya hayan llegado los servicios de emergencia. En la televisión es lo mismo, con el agravante de que este medio convierte el morbo en espectáculo».
«¿Que si me dan pena los concursantes? ¡Ninguna!»
'El Conquistador' de TVE pondrá a prueba la fortaleza física y mental de 33 concursantes. Y bien sabe Julian Iantzi que ambas flaquean cuando los participantes se ven al límite. Dice que, más que una competición, es para todos ellos «una lección de vida». «Un regalo», vaya. ¿Y no le da pena verlos sufrir de ese modo? «¿Pena? ¡Ninguna! Saben que van a salir de su zona de confor, que no van a tener control de su vida y que les vamos a apretar. Pero es un aprendizaje y lo peor que les puede pasar es que abandonen. Por cierto, muchos se arrepienten en cuestión de dos o tres horas, una vez que han comido algo y han descansado», asegura el presentador de Lesaka. Además de TVE, ETB-2 prepara ya la vigésima edición de este mismo 'reality', aunque Iantzi ya no estará al frente por primera vez. No hay todavía fecha de emisión, pero probablemente llegue a la parrilla de estrenos de la autonómica vasca del próximo año.
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